La elección de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil suscitó respuestas diversas en todo el mundo. Ahora, muchos se preguntan si su gobierno puede abordar realmente el malestar político y económico del país. Solange Srour, economista jefe de ARX (parte de BNY Mellon IM), considera algunos retos y cambios posibles en adelante.
Brasil estrenó año con un nuevo gobierno. Tras el colapso de la presidencia izquierdista —y en última instancia condenada— de Dilma Rousseff y de su sucesor Michel Temer, el país ha virado marcadamente hacia la derecha. Bolsonaro, antiguo paracaidista en el ejército brasileño, ganó las elecciones en lo que muchos analistas vieron como una respuesta violenta contra la corrupción y el crimen. «El escándalo Lava Jato, que implicó pagos ilegales por un importe superior a los 5000 millones de dólares a partidos políticos y ejecutivos empresariales, ha proyectado una larga sombra sobre la política del país y provocado una profunda desconfianza en la clase política por parte de algunos votantes», comenta Solange Srour, economista jefe de ARX.
La atracción de Bolsonaro se basó en una campaña que lo presentó como candidato ajeno a la clase política, libre de toda involucración en corrupción alguna, aunque sus críticos destacan que técnicamente lleva más de 20 años metido en política. Su eventual éxito dependerá seguramente de su trayectoria económica: el “Trump tropical”, como le llaman algunos, prefiere un enfoque favorable para los mercados y una reducción de la intervención estatal en la economía. Con este objetivo, ha nombrado al antiguo gestor de fondos Paulo Guedes como ministro de economía, que se ha comprometido a poner fin a años de intervención gubernamental fallida y a implementar reformas radicales de libremercado.
Una clave de las reformas propuestas por la administración Bolsonaro será una ley de seguridad social y de pensiones diseñada para ahorrar más de un billón de reales (254.000 millones de dólares) a lo largo de un periodo de 10 años estableciendo una edad de jubilación mínima y limitando el acceso a ciertos programas de seguridad social. No obstante, este proyecto todavía debe superar una serie de obstáculos legislativos antes de convertirse en ley.
Reforma del mercado
Srour cree que, pese a los obstáculos potenciales a los que se enfrenta, la plataforma de Bolsonaro brinda la oportunidad de revigorizar la economía brasileña y de mejorar las perspectivas de inversión en el país suramericano. “La aprobación de la reforma de la seguridad social podría ser la primera de varias medidas positivas —como
la reforma tributaria y paquetes antiburocracia— capaces de contribuir a un escenario más favorable para los inversores. Durante este periodo anticipamos un repunte de la demanda, lo cual podría venir acompañado de cierta apreciación del real en el corto plazo”, explica.
Pese a la imagen autoritaria de Bolsonaro, Srour destaca que todavía deberá navegar por el Congreso brasileño, negociar y —de ser necesario— pactar con la oposición sobre medidas financieras y económicas clave. En ARX creen que las reformas de la seguridad y de las pensiones acabarán aprobándose: “El Congreso tiene mucho que ganar con la aprobación de las propuestas, aunque seguramente veremos manifestaciones ciudadanas en contra de ellas. El año que viene se celebrarán elecciones municipales en Brasil, con lo que a los políticos les interesa aprobar las reformas lo antes posible. Pese a su retórica antipolítica inicial, Bolsonaro está intentando dialogar con otros partidos para tener una mejor relación con el Congreso. Anticipamos con cauto optimismo que las reformas avanzarán”.
A nivel más general, Bolsonaro pretende abrir una economía brasileña relativamente cerrada a través de vínculos comerciales exteriores más amplios, eliminando lo que considera como prácticas comerciales injustas e incertidumbre en los flujos comerciales.
Según Srour, no obstante, todo intento serio de liberalizar el comercio brasileño dependerá de que el gobierno implemente con éxito reformas a nivel doméstico. “Técnicamente, la apertura de la economía brasileña y los descensos arancelarios no necesitan la aprobación del Congreso, y el presidente puede cambiar muchas cosas. Dicho esto, lo más probable es que el gobierno adopte un enfoque cauto y espere a haber efectuado reformas sociales antes de abrir la economía a una mayor competencia del extranjero”, explica.
Aunque el paro en Brasil es actualmente elevado, la economista destaca que la inflación es manejable y que los tipos de interés —en torno al 6,5%5 — son bajos en términos históricos (en 1999 alcanzaron el 45%6). Estos últimos indicadores más positivos podrían brindar a Bolsonaro una plataforma sobre la que construir su proyecto. “Tras muchos años de decisiones políticas cuestionables que a nuestro juicio dañaron nuestros fundamentales económicos, Brasil parece estar por fin encaminado en la dirección correcta y su gobierno tiene un plan genuinamente reformista. Desde un punto de vista de inversión, creemos que la renta variable es la clase de activos con mayor potencial al alza en este momento. El pueblo brasileño se ha mostrado muy cauto en sus perspectivas de crecimiento, pero detectamos un optimismo renovado que seguramenteespolearálainversiónenacciones», afirma Srour
“Una vez aprobada, la reforma de la seguridad social abrirá seguramente las puertas a otras medidas de gran importancia para el crecimiento de Brasil. El país nos inspira confianza, pero también aceptamos que siempre existe potencial de turbulencias políticas y de mercado debido a la negociación necesaria entre el Congreso y la Administración”, concluye.