La semana ha terminado de la misma manera en que empezó: con el rescate de un nuevo banco regional en Estados Unidos, el First Republic. Si hacemos recuento, y añadimos esta última entidad, en total han sido cinco las víctimas del aumento de los tipos de interés y de la desconfianza de los inversores: Silvergate, Silicon Valley Bank, Signature Bank, First Republic y Credit Suisse, este último en Europa. Todo esto nos puede recordar a lo vivido en 2008, pero los expertos de las gestoras insisten: la situación del sistema financiero y bancario dista mucho de la última gran crisis económica que vivimos.
“Esto no es 2008, pero las cuestiones bancarias que han salido a la luz esta semana son incómodas. Los rápidos cambios en el sector bancario mundial están provocando una gran inquietud en los mercados, pero sugerimos cautela a la hora de establecer paralelismos con 2007-2008, cuando las condiciones crediticias subyacentes –préstamos inmobiliarios dudosos, caída de los precios de la vivienda, demasiado apalancamiento dentro de estructuras ilíquidas, etc.– dieron lugar a la crisis financiera mundial. Esta vez, los mercados se enfrentan a un desajuste entre activos y pasivos, problemático sin duda, pero, al menos por ahora, no sistémico, más allá de casos idiosincrásicos, como el Silicon Valley Bank”, afirman de forma contundente Bryan Dingle, gestor de carteras senior de Federated Hermes, y John Gentry, director de renta fija corporativa de Federated Hermes.
En este sentido, el mensaje es claro: la solidez y solvencia de los bancos, en particular los europeos, es mayor que en 2008. Este argumento debería calmar a los mercados e inversores, aunque es complejo, ya que, según reconoce Jerome Schneider, gestor de carteras y responsable de short-term portfolio management en PIMCO, “los acontecimientos vividos han renovado la atención sobre una piedra angular del ecosistema financiero: la importancia que las empresas, los particulares y los inversores deben conceder a la comprensión y la navegación de los riesgos asociados a la gestión del efectivo”.
En su opinión, los problemas que han sacudido a algunos bancos regionales en los últimos días han estresado a los mercados financieros, ya que inversores y depositantes se han visto obligados a plantearse la seguridad básica de las cuentas bancarias. Pese a las turbulencias, Schneider afirma que la buena noticia es que los mercados parecen funcionar bien a pesar de la volatilidad. “Al igual que ocurrió con la crisis financiera mundial de 2008, los recientes acontecimientos son un nuevo recordatorio de esos riesgos. Este episodio puede limitar el proceso de creación de crédito para los bancos en un momento en el que el crecimiento del crédito en general ya se estaba ralentizando. En nuestra opinión, esto podría acelerar el momento de una posible recesión en Estados Unidos”, añade.
Björn Jesch, CIO de DWS, coincide con esta reflexión acerca de que los mercados han seguido funcionando bien. “La deuda pública, el oro y, al menos, el mercado de renta variable estadounidense, tres sectores defensivos que terminaron en terreno positivo, al igual que el dólar, que se había debilitado en la sesión del lunes”, señala.
Y defiende que no hay riesgo sistémico: “La ferocidad de la reacción del mercado de esta semana sugiere que los inversores están preocupados por los riesgos sistémicos. Pero mantenemos nuestra opinión de que hay más diferencias que similitudes entre la crisis financiera de 2008 y la actual. En primer lugar, cabe señalar que cada ciclo pronunciado de subidas de tipos de la Fed tiene sus víctimas, además, este ciclo de subidas ha sido sorprendentemente suave y ordenado”.
En su opinión, lo más importante es que los reguladores y los bancos centrales han aprendido la lección: los bancos se vieron obligados a reforzar su base de capital, reduciendo su apalancamiento y aumentando su capacidad para absorber pérdidas. Según explica, otras diferencias importantes son que: el mercado interbancario apenas desempeña ahora un papel en la refinanciación bancaria a corto plazo; la negociación de derivados se gestiona en gran medida a través de cámaras de compensación; y, sobre todo, los bancos tienen en sus libros un número significativamente menor de activos problemáticos.
“Además, en comparación con 2008, los bancos centrales, los reguladores y otras instituciones públicas disponen de un arsenal mucho más amplio de instrumentos para responder rápidamente a los problemas. Como han demostrado los reguladores europeos, los bancos centrales y otras instituciones también están preparadas para responder con prontitud y de forma proactiva, como ha ocurrido con Credit Suisse”, añade.
A estas reflexiones, Monica Defend, directora de Amundi Institute; Vicent Mortier, director de Inversiones del Grupo; y Matteo Germano, director adjunto de inversiones del Grupo, añaden una observación más: “Desde la Gran Crisis Financiera, los grandes bancos sistémicos están bien capitalizados y muy regulados. En general, favorecemos a los grandes bancos frente a los pequeños. Especialmente en Europa, el sector está en mucha mejor forma en comparación con la crisis anterior y no vemos riesgos como a los que está expuesto el sector bancario regional estadounidense, gracias a su mejor gestión del riesgo de duración y a sus estrictos requisitos regulatorios. El efecto sobre los bancos podría estar más relacionado con su trayectoria de beneficios, que es nuestro foco de atención en estos momentos. En conjunto, este acontecimiento se suma al caso de selección y diferenciación entre bancos”.
Eso sí, los expertos de Amundi reconocen que lo ocurrido “pone de relieve la necesidad de evaluar cuidadosamente los efectos retardados de la subida de tipos, sobre todo cuando se trata de instituciones financieras de importancia no sistémica y algunas otras instituciones financieras no bancarias, que carecen de una regulación estricta”.
Por último, los expertos de Federated Hermes advierten de que el pánico es el peor consejero y de que, en este tenso entorno, las antenas del mercado están muy pendientes de cualquier indicio de problemas adicionales, por lo que la posibilidad de que se produzcan valoraciones erróneas es elevada. “Pese a que el banco central suizo ha anunciado que apoyará a Credit Suisse, la evolución de los precios sigue siendo volátil, ya que los mercados están clasificando el flujo de información que cambia rápidamente, que no solo podría afectar a la salud financiera de las empresas, sino también a la trayectoria de la política de tipos de interés de la Reserva Federal. En el momento de escribir estas líneas, los futuros de la Fed están divididos al 50% entre que se mantenga estable la semana que viene o que suba el tipo de interés objetivo de los fondos un cuarto de punto. Mientras esperamos a que se calmen los ánimos, mantenemos nuestras carteras de renta fija en una posición defensiva”, añaden. En este sentido, el mercado mantiene la atención en lo que haga la Fed, tras la firmeza que ayer mostró el Banco Central Europeo (BCE).
Parecidos y diferencias de estas cinco historias
Para comprender por qué no hemos retrocedido en el tiempo hasta 2008, es necesario entender la idiosincrasia de los bancos estadounidenses y europeos, así como la situación de estas entidades. Poniendo el foco en EE.UU., Jérémie Boudinet, responsable de Crédito de Grado de Inversión de La Française AM, explica que el sistema bancario estadounidense está formado por más de 4.000 entidades de crédito, la inmensa mayoría de las cuales posee menos de 10.000 millones de dólares en activos. “La supervisión regulatoria difiere, obviamente, si eres JPMorgan Chase (más de 3.600.000 millones de dólares de activos a finales de 2022) o un pequeño banco regional. Los requisitos de capital se fijan en niveles más bajos para los bancos más pequeños y no tienen que cumplir varias restricciones de liquidez. Sin embargo, esta historia no tiene que ver con un fallo regulatorio”, aclara.
En su opinión, los casos de Silvergate Bank, Signature Bank y Silicon Valley Bank son tres historias sobre crecimiento rápido y concentración de depósitos que acaba mal. Por ejemplo, en el primer caso, Silvergate Bank (SI), los activos crecieron de 2.000 a 16.000 millones de dólares entre 2019 y 2021, y luego se redujeron a 11.000 millones a finales de 2022. “Este banco focalizado en las criptomonedas anunció el jueves que estaba cerrando sus operaciones y liquidando el banco, que ha atravesado dificultades financieras desde el colapso de la plataforma de criptomonedas FTX. Tras una retirada masiva de depósitos bancarios en el cuarto trimestre, Silvergate se apoyó en el Federal Home Loan Bank de San Francisco para una inyección de efectivo de 4.300 millones de dólares, que al final del trimestre constituía casi la totalidad de sus activos totales”, señala.
Respecto a Signature Bank, Boudinet explica: “Sus activos pasaron de 50.000 a 118.000 millones de dólares entre 2019 y 2021 y era mucho mayor que el ahora desaparecido Silvergate Bank”.
Por último, en el caso de Silicon Valley Bank (SVB) señala que los activos pasaron de 71.000 a 211.000 millones de dólares entre 2019 y 2021 y se mantuvieron estables hasta finales de 2022. “Como su nombre indica, SVB concedía préstamos a empresas con sede principalmente en Silicon Valley, centrándose en los préstamos a empresas tecnológicas, prestando servicios a empresas de capital riesgo y de capital privado. Creció rápidamente hasta convertirse en el decimoctavo holding bancario de Estados Unidos. Durante la fase 2019-2021, SVB recibió importantes entradas de depósitos de empresas de capital riesgo que necesitaba cubrir desde el punto de vista de los activos. Como tal, la dirección trató de perseguir el rendimiento mediante la compra de bonos de larga duración (bonos del Tesoro, MBS…). El banco empezó a perder depósitos a medida que las sociedades de capital riesgo retiraban efectivo a través del capital circulante, lo que presionó a la dirección a vender algunos de sus activos a largo plazo. Parece que estos activos no estaban realmente bien cubiertos, pero hasta ahora carecemos de información suficiente”, aclara el experto de La Française AM.
Sobre la última “víctima”, First Republic, el cuarto prestamista mediano de EE.UU., sus acciones comenzaron a desplomarse el lunes y, tras una breve recuperación, el jueves su cotización marcó nuevos mínimos después de que S&P y Fitch rebajasen su calificación de solvencia ante el temor de una fuga de depósitos, lo que le hubiera llevado al mismo desenlace que SVB. En consecuencia, once bancos se han lanzado a realizar un rescate privado, inyectando a la entidad 30.000 millones de dólares en depósitos. Entre estos bancos, se encuentran JP Morgan Chase, Bank of America, Citigroup, Wells Fargo, Morgan Stanley, Goldman Sachs, PNC Financial Services, Bank of New York Mellon, Truist Financial, State Street y US Bancorp. “Esta muestra de apoyo por parte de un grupo de grandes bancos es muy bienvenida y demuestra la resistencia del sistema bancario”afirmaron Janet Yellen, Secretaria del Tesoro de EE.UU., y Jerome Powell, presidente de la Fed, en un comunicado tras conocerse este movimiento.
La quinta historia de esta semana nos ha llevado a Europa, con Credit Suisse como protagonista. Según explicaban los expertos, desde que la entidad anunció su plan de reestructuración a tres años y llevó a cabo una exitosa ampliación de capital, ha habido una serie de historias negativas que le han rodeado. “El riesgo más evidente es para Credit Suisse, que lleva un tiempo sufriendo sus propios problemas. Su cotización está en mínimos históricos y ha perdido un 70% de su valor desde principios de 2022. Los próximos meses serán clave para Credit Suisse, que necesita absolutamente estabilizar su base de depósitos, incluso a costa de su rentabilidad, que de todos modos ya se ve gravemente mermada”, concluye Boudinet.