Las economías más importantes de América Latina se enfrentan a serios contratiempos, pero con el gran número de elecciones a la vista en el segundo semestre puede haber espacio para el optimismo, como afirman Colm McDonagh -responsable de renta fija en mercados emergentes- y Rodica Glavan -directora de cartera de renta fija en mercados emergentes-, de Insight -firma que forma parte de BNY Mellon-.
América Latina se encuentra sumida en un trance después de una prolongada caída en desgracia. Tras promedios superiores al 5% en los índices de crecimiento durante los primeros diez años del nuevo milenio, una vorágine de caídas de precios de las materias primas y una ralentización de la demanda china se han traducido en predicciones de crecimiento nulo para 2015 por parte de los expertos.
Por lo que respecta a las economías de la región más dependientes de las materias primas, los efectos del desplome del precio del petróleo han sido especialmente devastadores. El petróleo supone más del 50% de las exportaciones colombianas; por otra parte, los ingresos de Venezuela, miembro de la OPEC, descienden unos 700 millones de dólares por cada dólar que baja el precio del petróleo.
Con todo, dicen McDonagh y Glavan, los pasos en falso de la política y la deficiente gestión económica han jugado también su papel. En Brasil, el en otro tiempo considerado ejemplo modélico de crecimiento dentro de los BRIC, el segundo mandato de la presidenta Dilma Rousseff tuvo el peor de los inicios con el escándalo de sobornos por valor de 2.500 millones de libras dentro de la compañía pública petrolífera Petrobras. En marzo, el país apenas pudo aferrarse al grado de inversión con el que califica su deuda y Standard & Poor’s afirmó que el «desfase fiscal era mayor de lo esperado» en 2014 y que los efectos colaterales del escándalo Petrobras eran motivos para estar preocupados.
Al mismo tiempo, la agencia de calificación rival Fitch afirma que aproximadamente el 18% de los créditos latinoamericanos tienen pronóstico negativo, concentrado principalmente en las empresas y entidades financieras brasileñas.
Desde Colombia, en el norte, pasando por Argentina, en el sur, parece que las economías de la región se ven acosadas por problemas políticos, macroeconómicos y fiscales, señalan.
Hasta ahora todo parece muy sombrío, pero para los directores de deuda en mercados emergentes de Insight, los titulares negativos oscurecen una verdad más amplia. América Latina es una región enorme con distintos sistemas políticos y económicos. Si se rasca por debajo de la superficie, afirman, todavía queda espacio para el optimismo.
En palabras de McDonagh: «En la región hay todo tipo de países que -en un lado del abanico- están muy bien gestionados, pasando por los países que han cometido numerosos errores. En ese sentido, estamos ante un microcosmos de mercados emergentes, y se subraya la necesidad de adoptar un enfoque discriminatorio a la hora de invertir. En nuestra opinión, incluso aquellos países que generan titulares adversos pueden todavía presentar oportunidades si se busca bien y con la atención suficiente».
Colombia es un buen ejemplo. Golpeada por la peor caída de los precios del petróleo del último año, parece que la economía va a perder fuelle en los próximos años, de acuerdo con el fondo Monetario Internacional (FMI), con previsiones de crecimiento del PIB que descienden del 4,6% de 2014 al 3,4% de 2015, y al 3,7% para 2016. El descenso de las exportaciones también ha afectado al déficit contable actual, que se espera que crezca en 2015 muy por encima de los niveles históricos, hasta el 4,9%. La guerra civil que lleva sacudiendo el país durante más de 50 años no parece estar cerca de su resolución, incluso tras las últimas propuestas de paz.
A pesar de todo, para Glavan, la prudencia de Colombia en su política fiscal con el boom de las materias primas significa que puede afrontar sus actuales contratiempos macroeconómicos con un cierto grado de serenidad. Ella nos explica que: «A pesar de ser uno de los países de América Latina que más sufrió con la caída del precio del petróleo, Colombia todavía está en una mejor posición que la mayoría de sus vecinos. Durante el boom de las materias primas no derrochó la lluvia de precios altos del petróleo, lo que significa que ahora cuenta con más margen que sus vecinos para adoptar medidas anticíclicas».
Al mismo tiempo, el país continúa siendo el cuarto mayor receptor de inversiones directas extranjeras dentro de la región, y probablemente se mantenga como un destino atractivo para los flujos de entrada de capitales, según el Banco Mundial.
¿No está mal, verdad?
Otras zonas ofrecen motivos semejantes para el optimismo. En Brasil, los años de los desmanes de la gestión económica han culminado con una fuerte caída del crecimiento del PIB y una inflación persistente. Con el segundo índice de popularidad más bajo de la historia registrado para un presidente brasileño y la perspectiva de una pérdida total de la confianza de los inversores, Rousseff inició su segundo mandato virando repentinamente el rumbo hacia una política económica más ortodoxa.
En un giro que obtuvo el reconocimiento de las agencias de calificación, designó a Joaquim Levy, banquero formado en Chicago, como ministro de economía, apuntando al mismo tiempo a subidas de impuestos y recortes presupuestarios. La respuesta de Standard & Poor fue positiva. Señaló que la nueva posición debería «restablecer de manera gradual la credibilidad política perdida y allanar el camino para perspectivas de crecimiento más consolidadas para el próximo ejercicio».
Glavan observa: «A corto plazo, el cambio de dirección resultará doloroso para Brasil. Siempre pasa cuando se combinan los ajustes fiscales con un banco central que eleva los tipos de interés para combatir la inflación. Pero a largo plazo creemos que representa un punto de inflexión. Significa que la economía sigue ahora una senda de crecimiento mucho más sostenible».
Los vientos del cambio político también soplan en otras partes del continente. En Argentina, donde se arrastra una gran deuda pública y una moneda sobrevaluada, la celebración de elecciones en octubre podría indicar un nuevo comienzo, puesto que todos los posibles candidatos tienen un perfil más favorable para los mercados que la actual presidenta Cristina Fernández. Asimismo, en Venezuela, las elecciones a mitad de mandato de septiembre podrían servir de barómetro del descontento popular con la presidencia de Nicolás Maduro, particularmente en lo que se refiere a una inflación que supera el 60% y una previsión económica que encoge un 7% este año. Las elecciones a mitad de mandato de México, en julio, y de Colombia, en octubre, podrían lanzar también pistas sobre la futura dirección que tomarán estas importantes economías de la región.
Asimismo, el gasto en infraestructuras dentro del continente es otro hecho potencialmente positivo. La ampliación del Canal de Panamá es un mega proyecto que debería traer beneficios al comercio de toda la región, comenta Glavan. Por otro lado, y a corto plazo, el desarrollo de infraestructuras vinculadas a la organización de los Juegos Olímpicos de Brasil sigue de acuerdo con las previsiones y podría servir de revulsivo económico si los juegos fueran bien, afirma.
Es posible, por tanto, que los inversores desilusionados con América Latina estén pasando únicamente por la tormenta que antecede a la calma. En líneas generales, el Banco Mundial prevé para el periodo 2015-17 un crecimiento medio regional del 2,6% para América Latina. Esto está muy lejos de los impetuosos días del boom de las materias primas del periodo 2004-2008, comenta McDonagh, pero representa un punto de entrada interesante para aquellos que cuenten con la resistencia suficiente para jugar a la espera.