En 2021, el Brexit podrá haber quedado atrás, o no. Dentro de 24 meses, puede que Trump sea, o no sea, presidente de los Estados Unidos. Independientemente de lo que suceda en el corto plazo, en dos años, el mundo será un lugar muy diferente. Con el lema Future 24 y tratando de explicar qué cambios sucederán más rápido, qué será más barato y qué tendrá un menor tamaño en el mundo de la inversión, la quinta edición de la Conferencia Anual de Inversión de BNY Mellon arrancó en Londres con un discurso de bienvenida por parte de Matt Oomen, responsable global del negocio de distribución de la gestora, a los cerca de 200 participantes que acudieron a la cita.
Tras una breve introducción a la agenda y de los temas a tratar, Shamik Dhar, economista jefe de BNY Mellon Investment Management, presentó su visión sobre los factores que podrían afectar a la economía en los próximos 24 meses. Según explicó el experto, la situación económica y política actual es consecuencia del legado de la Gran Crisis Financiera de 2008, probablemente el acontecimiento más importante en los últimos 70 años.
Un repaso a la última década
En la opinión de Dhar, es poco probable que en los próximos dos años haya un cambio de tendencia significativo ni que se regrese a una situación similar a la vivida durante la década de los años 80 o 90, cuando los tipos de interés eran consistentemente más altos, la inflación era una preocupación y la actuación de los bancos centrales se centraba en subir y bajar los tipos de interés para enfriar o acelerar la economía.
Entre los motivos que justifican la permanencia del nuevo orden económico establecido tras la crisis financiera mundial se encuentra el ritmo de crecimiento del PIB per cápita estadounidense. Desde la década de los 60 hasta la crisis financiera, la tasa de crecimiento del PIB se había situado entre el 2,5% y un 2,75%, sin embargo, en la última década la tasa de crecimiento a penas se ha acercado a esos niveles. Mientras que Estados Unidos ha sido la economía desarrollada que mejor desempeño ha tenido en estos diez años, su crecimiento ha estado un 8% por debajo del nivel que hubiera obtenido de no haber sucedido la crisis, estando todavía lejos de su potencial. e. Desde la década de los 60 hasta la crisis financiera, la tasa de crecimiento del PIB se había situado entre el 2,5% y un 2,75%, sin embargo, en la última década la tasa de crecimiento a penas se ha acercado a esos niveles. Mientras que Estados Unidos ha sido la economía desarrollada que mejor desempeño ha tenido en estos diez años, su crecimiento ha estado un 8% por debajo del nivel que hubiera obtenido de no haber sucedido la crisis, estando lejos de su potencial.
Otra cuestión que se debe tener en cuenta es la enorme cantidad de ahorro en la economía, en particular en países como Alemania y China. La población mundial está envejeciendo y las personas de mayor edad tienden a ahorrar más. “Una de las implicaciones del alto nivel de ahorro a nivel mundial es que las tasas de interés reales permanecen muy bajas en comparación con sus estándares históricos globales y en algunos casos son incluso negativas. Esto significa que el valor de una libra mañana es prácticamente el mismo valor que una libra hoy en día, una situación realmente extraña. ¿Creo que esta situación se va a dar la vuelta en los próximos 24 meses? Francamente no. Se mantendrá el mismo régimen, sin cambios”, sentenció Dhar.
El economista explicó que, en la década de los años 80 y 90, la relación entre la inflación salarial y la tasa de desempleo era inversamente proporcional. Unas menores tasas de desempleo implicaban una inflación salarial relativamente alta y viceversa. Sin embargo, tras la crisis financiera, esta relación desaparece y la correlación se vuelve básicamente plana. Aun así, los bancos centrales siguen operando como si esta relación permaneciera intacta, por eso Shamik Dhar se planteó si es correcto que los bancos centrales sigan operando de la misma manera en un mundo en el que la inflación se ha desvanecido.
En términos de inversión, Dhar afirmó que hemos tenido una década muy inusual en la que esencialmente la correlación entre los bonos y la renta variable ha sido negativa. Los bonos y las acciones han actuado como una buena cobertura uno del otro esencialmente porque no ha habido inflación. Cada vez que el mercado de acciones ha caído, los bancos centrales han sido capaces de recortar tipos sin tener miedo de que la inflación repuntara y el mercado de bonos ha experimentado un rally gracias a estas bajadas de tipos.
Según la opinión de Dhar, las medidas de estímulos extraordinarias que se han visto en los últimos diez años deberían finalizar en los próximos 24 meses. “2019 debería ser el primer año en el que los bancos centrales reduzcan sus balances contables, la cantidad de dinero que fue emitida y que representa una obligación en sus libros. Esto es importante porque la expansión de los balances contables de los bancos centrales suprimió la volatilidad en los mercados. Por eso deberíamos ver un mundo con unos mercados algo más volátiles. Puede ser asustador para algunos, pero también es un mercado en el que la gestión activa y las oportunidades de compra deberían abundar un poco más que en el pasado”.
La cuarta revolución industrial y la fractura geopolítica
¿Qué cambio sucederá más rápido en los próximos 24 meses? La respuesta es claramente la innovación tecnológica. La cuarta revolución industrial es la transición hacia una simbiosis sin precedentes entre las máquinas y los humanos, siendo muy difícil predecir cómo va a funcionar. “Es un mundo en el que las líneas entre lo orgánico y lo inorgánico están desvaneciendo. Estamos únicamente en los inicios de este proceso. La innovación es más rápida, pero no esperamos una desaceleración en el corto plazo porque hay muchas cosas por llegar y es muy emocionante”, explicó Shamik Dhar.
¿Qué tendrá un menor tamaño? Con la disrupción provocada por la cuarta revolución industrial se ha hablado mucho del desempleo tecnológico, de la llegada de los robots, de la sustitución de personas por máquinas en el trabajo y de la disminución de la fuerza laboral. Sin embargo, según expuso Dhar la visión macroeconómica no es tan negativa. Habrá puestos de trabajo que desaparecerán porque serán reemplazados por máquinas más productivas que elevarán la productividad total, aumentando a su vez la demanda en términos generales, lo que en última estancia incrementa la demanda por nuevos puestos de trabajo. “No veo un vasto ejército de robots que vienen y cambian las cosas, lo cual no significa que a nivel de industria, sector y empresa los inversores deben interesarse por aquellos que están promoviendo la innovación más dramáticamente. El desplazamiento tecnológico está ocurriendo desde la Gran Crisis Financiera, pero principalmente en las economías desarrolladas, no en las emergentes. Mientras que las emergentes han estado alineadas con el esquema: aumento de la productividad, incremento de la demanda y aumento de los puestos de trabajo”.
En la opinión del economista, el desplazamiento tecnológico también explica la fractura geopolítica y incremento de los populismos en las economías desarrolladas, que en cierto sentido está desmantelando el orden político alcanzado tras la Segunda Guerra Mundial. Las consecuencias de la fractura geopolítica en la economía mundial todavía son inciertas.
Por último, las dos cosas que deberían ser mucho más baratas en los próximos 24 meses serían el poder de computación y las energías renovables, en particular la energía solar. En los próximos dos años se debería experimentar un enorme incremento de la cuota de energía generada a partir de fuentes renovables simplemente por la caída del coste de su producción.
Los otros temas de los próximos 24 meses
Se espera que las tasas de interés y su tasa de crecimiento permanezcan en bajos niveles por algún tiempo, porque todavía hay un elevado grado de endeudamiento en la economía global. Una situación que Dhar definió como un mundo de represión financiera. El experto de BNY Mellon IM también hizo referencia a la mayor relevancia de Asia en la economía mundial. Un significativo desplazamiento de recursos económicos desde las economías occidentales tradicionales hacia el desarrollo y crecimiento de las economías del este y en especial China.
Por otro lado, el espíritu dominante de innovación tecnológica tras la Gran Crisis Financiera también ha estado acompañado de una mayor concentración de la capitalización bursátil, algo que las autoridades políticas están comenzando a tener en el radar pues podría llevar a menores niveles de innovación y a obtener precios de monopolio hasta cierto punto.
Otra preocupación es el cambio demográfico, la generación Z, la nacida después de la generación Millennial, tiene una concepción muy distinta del mundo y de la inversión. A parte, la población mundial está envejeciendo y esto traerá importantes implicaciones a nivel social y económico.
Finalizando, Dhar mencionó la importancia del cambio climático para todos los inversores. “El modo en que la economía global se desarrollará para enfrentarse al cambio climático será cada vez mayor”, concluyó.