El pasado martes, Donald Trump advirtió al líder de Corea Norte que responderá con “fuego y furia” si el régimen de Pyongyang vuelve a amenazar a Estados Unidos. Estas declaraciones fueron realizadas después de que el gobierno de Kim Jong-un señalara que tomaría medidas tras las recientes sanciones económicas aprobadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Horas más tarde, el gobierno norcoreano amenazó con atacar Guam, una isla bajo soberanía estadounidense en el Pacífico.
Esta creciente escalada de tensión ha despertado el nerviosismo en los mercados globales, que, acostumbrados a unos bajos niveles de volatilidad y a la menor actividad del verano, han comenzado a buscar refugio en el oro y en otros activos que tradicionalmente son considerados más seguros. “El precio del oro y la plata se han disparado conforme ha escalado la confrontación entre Estados Unidos y Corea del Norte. Mientras que los dos metales monetarios continúan comercializándose principalmente en dinámicas de rendimientos reales, parte de los inversores han reaccionado a la escalada de tensión comprando estos instrumentos refugio tradicionales”, comenta Ned Naylor-Leyland, gestor del fondo Old Mutual Gold & Silver.
El experto de Old Mutual Global Investors, que con más de 17 años de experiencia en la industria es un referente en la inversión en metales preciosos, sostiene que si eventualmente comenzara una guerra entre los dos países habría una aceptación de nuevas políticas monetarias y fiscales expansivas en Estados Unidos, por lo que se podría esperar una caída de los rendimientos reales de la divisa estadounidense, dando un renovado y sostenible ímpetu a los metales monetarios.
Sobre todo, se incrementarían las asignaciones por parte de los inversores institucionales: “Los inversores institucionales parecen estar, una vez más, considerando una asignación en oro. El nivel actual de asignación por parte de los inversores institucionales a este metal se encuentra en mínimos con respecto a su nivel histórico. En el caso en el que comiencen a reasignar a este activo, creemos que se producirá inevitablemente un gran movimiento en los precios globales del oro. El oro, por su puesto, es ya uno de los principales activos para los bancos centrales. Si finalmente se desarrolla un conflicto con Corea del Norte, éste puede demostrar ser el catalizador para empujar al mundo institucional a comprometer nuevos flujos en esta clase de activo de forma sostenida”, añade.
Por su parte, Nitesh Shah, analista de ETF Securities, señala que el reciente cruce de amenazas entre los dos países ha conseguido inquietar al resto del mundo ante el peligro de una guerra nuclear. “El oro, uno de los primeros puertos de destino en los tiempos en los que la ansiedad de los inversores se dispara, está en la actualidad cotizando un 0,56% más alto, alcanzando los 1.268 dólares por onza. Creemos que, si continúa este intercambio de intimidaciones entre las dos potencias nucleares, los precios del oro podrían proseguir su subida. Hay una preocupación genuina, de ahí la caída del dólar y el alza en el índice VIX. Como es habitual con Trump, no está claro cómo de rápido le podrá calmar el resto de la maquinaria estadounidense; es por eso que las subidas no son muy fuertes todavía”, explica.
¿Alza pasajera?
No lo tienen tan claro en Julius Baer, donde defienden que esta alza es pasajera. “Las crecientes tensiones sobre Corea del Norte están provocando el apoyo hacia activos refugio: los precios del oro subieron un 1,3%, hasta el nivel de 1.280 dólares por onza, con la plata subiendo un 3%”, explica Norbert Rücker, responsable de Análisis Macro y de Materias Primas en Julius Baer. “La geopolítica es un comodín bien conocido en los mercados de materias primas. Es un factor binario que se queda entre bastidores la mayoría del tiempo y que aparece en el escenario de forma impredecible. Según nuestro análisis, las tensiones geopolíticias la mayoría de las veces proporcionan solo un impulso breve y temporal a los activos refugio en materias primas, como el oro o el petróleo, principalmente nutriendo un sentimiento alcista pero sin un impacto significativo persistente”, añade.
Por ello la apuesta del experto es que con las tensiones con Corea del Norte ocurrirá igual y que el apoyo hacia el oro y la recuperación de precios se irán disipando una vez el dólar gane fortaleza: “Las posiciones globales en productos de oro respaldados de forma física continuaron bajando levemente esta semana. Al menos en este segmento, los inversores aparentemente siguen resistiéndose a buscar el oro como activo refugio. El mercado del oro muestra varios signos de ambivalencia y creemos que este patron seguirá a corto plazo. Las perspectivas de un dólar más fuerte, de subidas de tipos y la complacencia con el escenario económico actual no proporcionan una guía clara para el oro y la demanda de las inversiones hacia el metal precioso”, concluye.
¿Demasiada calma en los mercados?
El episodio de Corea del Norte ha provocado que el indicador más observado de volatilidad esperada en el mercado repuntara por primera vez desde mediados de julio, pero todavía se encuentra muy lejos de su nivel medio. ¿Cómo se puede explicar la divergencia entre la disfunción política en Estados Unidos y la calma antinatural de los mercados financieros? A esta pregunta trata de responder Russ Koesterich, gestor del fondo BlackRock Global Allocation, cuando analiza los motivos por los que, a pesar de que de forma general la incertidumbre política se encuentre muy por encima del nivel anterior a las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el índice VIX se encuentra a la mitad del valor alcanzado en noviembre y la volatilidad en el mercado de bonos se encuentra un tercio por debajo.
“En el pasado, la incertidumbre en materia política ha coincidido con un repunte significativo de la volatilidad en momentos en los que las condiciones monetarias y financieras eran restrictivas. Este fue el caso en el verano de 1998, durante la crisis de los mercados emergentes. Mientras que la tasa objetivo de la reserva federal era estable, los mercados financieros habían reducido sus condiciones financieras desde el principio de ese año. Otro ejemplo de esta dinámica es la ocurrida dos años después durante las disputadas elecciones del año 2000. En el otoño de aquel año, la incertidumbre política se disparó junto con el índice VIX, que casi dobló su nivel con respecto a los mínimos tocados durante el verano. No solo Estados Unidos se enfrentó a unos resultados electorales sin precedentes, sino que la Reserva Federal había aplicado políticas restrictivas en los 18 meses anteriores a las elecciones. Al mismo tiempo, los diferenciales del crédito se situaban en dos puntos porcentuales incluso antes de las elecciones”, comenta Koesterich.
El gestor de BlackRock hace hincapié en que a día de hoy las condiciones son opuestas: hay una incertidumbre política que ha incrementado y la Reserva Federal ha comenzado a subir las tasas, pero las condiciones financieras son más benignas que lo que eran al principio del año. “Los diferenciales de la deuda high yield se han comprimido, el dólar ha bajado y el mercado bursátil está teniendo un año estelar. Como resultado, los indicadores del estrés financiero, como el indicador global de estrés financiero de Bank of America Merrill Lynch, sugieren un menor estrés que en el mes de enero”.
Es probable que la incertidumbre política cambie a un estrés sistemático, por ejemplo, un fracaso en las negociaciones para elevar el techo de la deuda. Otro posible catalizador puede ser el resultado de una retirada simultánea de las políticas monetarias acomodaticias de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo. En cualquier caso, Koesterich señala que mientras el dinero se mantenga relativamente barato y abundante, es muy probable que los inversores no se vean afectados por la parálisis política y las disfunciones. “Cuando esto comience a cambiar, puede que la incertidumbre política se transforme de farsa en tragedia”, finaliza.