Tras la reunión de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), la atención se centra ahora en el Banco Central Europeo (BCE), que celebrará mañana su primer encuentro del año. Según indican los análisis de las gestoras, pese a que la Fed ha endurecido su posición, el BCE sigue mostrándose continuista y con poca intención de modificar su política monetaria de forma abrupta. Por lo tanto, ¿qué se espera de la reunión de enero?
En opinión de Hans-Jörg Naumer, Director Global Capital, Markets & Thematic Research de Allianz Global Investors, en esta ocasión, no valen las medias tintas. “La política monetaria es una cuestión de confianza, y la confianza no debe ser socavada por la sospecha de que los objetivos de política fiscal prevalecen. Como escribió el Premio Nobel Friedrich August von Hayek en su libro de 1960 Los fundamentos de la libertad: Una política monetaria independiente de la política fiscal es posible siempre que el gasto público represente solo una parte relativamente pequeña de todo el gasto y que la deuda pública (y especialmente la deuda a corto plazo) represente solo una pequeña parte del volumen total de deuda. Esto sigue siendo plenamente válido”, señala.
Las gestoras interpretan que simplemente el BCE va a un ritmo diferente que otras instituciones monetarias, como la Fed o el Banco de Inglaterra, pero que transitará igualmente hacia una normalización de su política. De nuevo, la clave estará en la evolución de la inflación en la zona euro.
Franck Dixmier, Global CIO Fixed Income en Allianz Global Investors, considera que esta reunión debería ser una oportunidad para que el presidente del BCE retome la retórica comunicada por otros miembros del Consejo de Gobierno en las últimas semanas. “El BCE debería reiterar su voluntad de ser, como la Fed, pragmático y ágil, y estar dispuesto a intervenir si la inflación sigue siendo demasiado alta en relación con su objetivo del 2%. Entre las herramientas a disposición del BCE, la primera sería detener las compras netas, como sugiere Philip Lane, economista jefe del BCE”, añade Dixmier.
Inflación: la gran clave
En este sentido, los analistas de Monex Europe, destacan que hasta ahora, los responsables de la política monetaria del BCE siguen confiando en que la inflación caerá durante el próximo año y la mayoría de los miembros del Consejo de Gobierno rechazan la idea de una subida de tipos en 2022, a pesar de las expectativas del aumento de los tipos y de un contexto inflacionario más fuerte a nivel mundial. “Es probable que la reunión del BCE del jueves esté dominada por la forma en que el banco central hará retroceder las expectativas de subida de tipos al tiempo que aborda los riesgos al alza de la inflación sin que los mercados piensen que se incluyen en el escenario de partida”, comentan.
Desde Generali Investment recuerdan que la inflación general se disparó hasta el 4,9% interanual en noviembre, impulsada por los efectos de base, el aumento de los precios de la energía y los cuellos de botella de la oferta. Según sus estimaciones, en 2022, estos factores se reducirán y la inflación volverá a situarse por debajo del umbral del 2% en la segunda mitad del año. Dicho esto, argumentan que el régimen de baja inflación de los últimos años habrá terminado y la inflación anual se situará en una media del 2,3% en 2022. Por su parte, la inflación subyacente se acercará gradualmente al objetivo del 2% del BCE en los próximos años, mientras que las expectativas de inflación ya se han normalizado.
Según Bloomberg, el mercado espera que la inflación general se ralentice hasta el 4,4% interanual desde el 5,0% de diciembre, y que la inflación subyacente se desacelere aún más, pasando del 2,6% al 1,8%. Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers, cree que una cifra superior a la esperada pondría a Lagarde en una posición menos cómoda este jueves, pero el verdadero problema para el BCE va a ser la próxima tanda de previsiones que se publicará en marzo.
En este sentido, Moëc señala: “Hemos argumentado que el banco central se ha dado a sí mismo bastante cobertura para permanecer en modo de supervisión hasta finales de 2022, dada su orientación futura que ya proporciona una fuerte visibilidad sobre su acción al menos hasta octubre en la flexibilización cuantitativa, mientras que empuja el debate sobre las subidas de tipos para más adelante. Sin embargo, los halcones se han hecho oír, y esperamos que Christine Lagarde baje la temperatura y repita que es poco probable que el BCE suba los tipos este año. Sin embargo, el tono de la conferencia de prensa puede depender de la inflación de enero, que se publicará hoy”.
Previsión sobre las subidas de tipos
Según recuerda Talib Sheikh, responsable de Estrategia Multi-Asset de Jupiter AM, el mercado europeo de tipos espera que el proceso de normalización se inicie con una única subida de 25 puntos básicos en 2022, seguida de dos subidas en 2023, lo que llevaría los tipos a territorio positivo. Pero, en su opinión, «esto nos parece demasiado agresivo».
«Aunque la incertidumbre en torno a las presiones salariales ha aumentado, pensamos que es poco probable que la dinámica laboral inflacionista se mantenga y dé lugar a espirales salariales y, por lo tanto, en última instancia, el BCE no se verá obligado a adoptar un modo más agresivo», concluye Sheikh.
Para Thomas Hempell, jefe de Análisis Macro y de Mercado, y Florian Späte, estratega de Bonos Senior, en Generali Investments, el entorno de la política monetaria ha cambiado notablemente. “La subida de tipos aún no está sobre la mesa, ya que la nueva estrategia del BCE ha elevado notablemente el listón para un endurecimiento temprano. La inflación general y la subyacente deben ser coherentes con el umbral del 2% mucho antes del final del horizonte de proyección del BCE (actualmente en 2024). Pero, a diferencia del pasado, los riesgos al alza de la inflación son ampliamente reconocidos y el BCE querrá estar preparado para actuar en todas las contingencias sin provocar cambios bruscos en el mercado”, afirman.
Por ello, según Hempell y Späte, lo más probable es que el BCE ponga fin al PEPP en marzo, pero que suavice la reducción de las compras mensuales del QE durante el resto del año mediante el aumento de las compras del APP. “De este modo, podría estar preparado para anticipar su primera subida de tipos de 2024 (hipótesis base) a 2023, por ejemplo, si se materializaran los efectos de segunda ronda del actual repunte de la inflación. El balance del BCE alcanzará probablemente su punto máximo a finales de 2022 y se reducirá posteriormente. Habrá medidas para evitar una caída brusca, por ejemplo, relacionadas con la expiración de los LTROs. Sin embargo, el camino está claro: 2022 será el año en el que el BCE empiece a reducir su política ultra acomodaticia”, añaden.
En cambio, según matiza su colega Martin Wolburg, economista senior de Generali Investments Partners, los mercados tienen una visión mucho más agresiva de las subidas de tipos del BCE, ya el pasado otoño abrazaron la idea de una subida de tipos en 2022. “Los miembros del Consejo de Gobierno (CG) del BCE no han dejado de comunicar que esto es exagerado y la presidenta Lagarde, entre otros, lo calificó de muy improbable. A pesar de estos comentarios, las expectativas de una subida de tipos en 2022 se intensificaron después de la reunión de diciembre. Una de las razones podría ser que los mercados toman a la Fed como modelo. Sin embargo, la situación allí es muy diferente, y es difícil imaginar circunstancias realistas en las que el BCE se apartaría de la secuencia de medidas políticas anunciada y subiría los tipos de interés sin dejar de aplicar el QE, ya que también podría suponer un indeseado aplanamiento de la curva de rendimiento”, explica Wolburg.
Reunión discreta
Hay que recordar que, en la reunión de diciembre, el BCE anunció formalmente el fin de las compras netas en el marco del Programa de Compras de Emergencia por la Pandemia (PEPP) en marzo de 2022. También comunicó la trayectoria de compra de activos para todo el año 2022, que comprende una reducción gradual de las compras netas hacia la configuración anterior a la pandemia de compras abiertas de 20.000 millones de euros mensuales en el marco del Programa de Compra de Activos (APP) regular a partir del cuarto trimestre de 2022.
“En consecuencia, el BCE intentará que la reunión de política monetaria de febrero sea un acontecimiento discreto, y no esperamos que se tomen decisiones importantes en esta reunión. En marzo, recibiremos las nuevas proyecciones macroeconómicas del equipo. Si las proyecciones de inflación, que ya son razonablemente halagüeñas, se revisan al alza para 2023 y 2024, es probable que el BCE contemple una trayectoria de salida algo acelerada, un escenario que el mercado ya está valorando. Creemos que el BCE probablemente estará en piloto automático durante la mayor parte de 2022, ya que el listón para una flexibilización adicional importante más allá de la combinación de políticas anterior a la pandemia es alto”, concluye Konstantin Veit, gestor de carteras de PIMCO.
Según la visión de Annalisa Piazza, analista de renta fija de MFS Investment Management, a pesar de la división interna en el Consejo de Gobierno con respecto a la inflación, el BCE iniciará su ciclo de subidas lentas no antes del segundo o tercer trimestre de 2023 y el tono del anuncio de política de febrero no difiera mucho de lo que escuchamos en diciembre.
“Lagarde había dejado claro en una de sus últimas declaraciones que el BCE tiene buenas razones para no actuar con tanta rapidez como la Fed, lo que reduce los riesgos de que la presión de los homólogos sea el principal motor de la actuación del BCE. La evolución de la inflación y de las expectativas de inflación será el factor clave para que el BCE empiece a subir los tipos y, para entonces, se habrán celebrado varias rondas de negociaciones salariales y el BCE tendrá una visión más clara de las presiones inflacionistas subyacentes”, afirma Piazza.
“Los inversores deberían esperar que el BCE confirme su camino hacia la normalización gradual de la política monetaria en febrero. Esto hará que, en términos de endurecimiento monetario, vaya por detrás del Banco de Inglaterra y de la Reserva Federal. Es poco probable que se produzcan cambios en la política y podría reconocer que existe un alto nivel de incertidumbre respecto a la futura senda de la inflación. Las nuevas incertidumbres incluyen el impacto de la última ola del Covid-19, así como las presiones de los mercados de la energía. Los inversores deberían seguir considerando que el BCE mantendrá un enfoque flexible y basado en datos a lo largo de este año”, concluye Pietro Baffico, economista europeo en abrdn.