Con la llegada de mayo, al igual que ocurre en Navidad con el famoso rally, el dicho bursátil “Sell in may and go away” (vende en mayo y vete) vuelve a relucir. Esta expresión tiene su origen incluso antes de la informatización de las bolsas, cuando los antiguos brokers se decantaban por las ventas antes de verano, con el fin de pasar la época estival con calma.
En 1964, el dicho ya se mencionaba en el diario Financial Times, que afirmaba que los inversores vendían en mayo y se iban después. Este dicho responde a una estrategia de inversión en acciones basada en la teoría de que el mercado bursátil estadounidense logra peores resultados en el periodo semestral comprendido entre mayo y octubre.
En el siglo XX, el término se popularizó cuando en EEUU los inversores vendían en el Memorial Day (celebrado en mayo) y volvían al mercado en septiembre, con la celebración del Día del Trabajo. Desde entonces, Wall Street puso el foco en analizar el patrón histórico de la rentabilidad del S&P500 durante esos meses del año, con la conclusión de que la evolución del índice era más favorable entre el periodo comprendido entre los meses de noviembre a abril. ¿Qué pasará este año? Los estrategas de las gestoras tienen opiniones encontradas.
El responsable de inversiones en Generali Investments, Salvatore Bruno, no descarta un escenario de «sell in may and go away» este año, a pesar de ser un ejercicio complejo. Eso sí, el experto ve «una señal de apoyo» en «la moderada reacción a la última temporada de presentación de resultados», algo inusual, teniendo en cuenta que la campaña de presentación de las cuentas trimestrales «ha sido decente». Bruno explica esta reacción templada de los inversores con que probablemente, «empezaron a ser un poco más prudentes a la espera de una mayor claridad» en cuanto a la evolución macroeconómica y de la inflación. “Los mercados esperan que los tipos de interés oficiales hayan tocado techo y que los bancos centrales comiencen a recortar las políticas monetarias en la segunda parte del año, apoyados por una mejora del perfil inflacionista mundial. El objetivo es evitar una fuerte recesión y dirigir el ciclo hacia un aterrizaje suave. En EE.UU. se prevé básicamente una convergencia hacia el objetivo de la Fed en los próximos dos años, mientras que en Europa el ajuste requerirá más tiempo”, aclara Bruno.
También Benjamin Melman, CIO global en Edmond de Rothschild AM ve motivos para estar invertidos, eso sí, con un posicionamiento muy cauto. El experto no hay duda de que las perspectivas de los mercados no parecen muy buenas, puesto que las economías occidentales se ralentizan y aumenta el riesgo de recesión; las acciones de los bancos regionales estadounidenses siguen cayendo y la liquidez de los bancos centrales debería reducirse de nuevo. Sin embargo, Melman se pregunta por qué habría que vender en mayo si el IPC estadounidense de abril ha sido «bastante decente». Por ello, y si hay «alguna confirmación» de que la desinflación está en marcha, «existe margen para un repunte de los principales activos».
Por su parte, Maximilien Macmillan, director de Inversiones de abrdn, cree que la recomendación de «vender en mayo y marcharse» suena más cierta en 2023 de lo que lo ha sido en años. “Creemos que se avecina una recesión en las economías desarrolladas y los mercados no la están valorando», sentencia Maxmillan, que recomienda renunciar al riesgo de la renta variable en favor de estrategias defensivas. «La disponibilidad de crédito se estrechará a medida que el efecto total de las subidas de los tipos de interés se extienda por el sistema en 2023. Venda en mayo, váyase, y compre de forma oportunista una vez que el sentimiento se haya deteriorado», aconseja el experto. Además, añade que “tras una subida del 5% de los tipos de interés en EE.UU. en poco más de un año, los mercados están valorando la posibilidad de que vuelvan a bajar suavemente». En este punto, Macmillan explica que «partiendo de un tipo superior al 5% hoy, los mercados descuentan una senda descendente hasta el 2,8% en un plazo de tres años, lo cual es coherente con un aterrizaje suave de la economía». Finalmente, recuerda que los analistas esperan que el crecimiento del beneficio por acción toque fondo en el segundo trimestre de este año y que, a partir de entonces, «vuelva a ser positivo y se acelere hasta 2024».
Mientras, Matthew Benkendorf, CIO Quality Growth de Vontobel, recuerda que en épocas de inflación persistente, «en las que el dinero en efectivo sigue suponiendo un riesgo», las empresas de mayor calidad se verían menos afectadas y, por tanto, «los inversores podrían encontrar oportunidades concretas en sectores como las empresas de consumo básico y sanitarias de calidad, además de las tecnológicas que pueden crecer a pesar de las turbulencias del mercado».