Por cuarta vez en el año, en abril las cifras de inflación en Estados Unidos se mantuvieron por encima de lo esperado, enfriando los ánimos en cuanto a bajadas de tipos de interés por parte de la Fed, tanto en número como en intensidad. Junto a las subidas de precios en algunas commodities, se mantiene la fortaleza de la economía y, derivado de ello, los salarios, que están haciendo más pegajosa la inflación de lo que se preveía. El objetivo del 2% parece complicado de alcanzar en el corto plazo, como apuntó Jerome Powell este miércoles.
Powell reiteró que necesitan más certidumbre en la trayectoria de la inflación antes de recortar, especialmente tras la ausencia de progreso en la desinflación durante este año.
Sobre el crecimiento estadounidense, la semana pasada tuvimos el primer aviso en forma de mal dato del primer trimestre, que sorprendió a la baja y ha encendido la alerta en el mercado: ¿Y si quizá la situación no es tan robusta como se estaba descontando?
Desde inicios de año se han ido rebajando las expectativas de reducciones de tipos y ahora mismo ya no se espera que haya bajadas hasta finales de año en Estados Unidos, cuando comenzábamos 2023 con debates sobre el número de bajadas y rara era la previsión con menos de 3 o 4 disminuciones de tipos.
En cambio, en Europa el BCE prácticamente lo ha dado por descontado para junio. De ocurrir, sería la primera vez en muchos años en la que el BCE tomase la iniciativa por delante de sus homólogos estadounidenses. Podríamos pensar que tiene lógica con unos entornos inflacionarios diferentes, porque mientras que en EE. UU. la inflación se mantiene en el 3,5%, en la eurozona es del 2,4%.
En cualquier caso, parece que el mercado tendrá que mantener la atención sobre los bancos centrales e interpretar sus mensajes.
Tampoco dejamos a un lado la presentación de resultados que, en general, se puede calificar de positiva hasta el momento. Ha habido nombres destacados como Alphabet, cuyos resultados fueron muy bien acogidos, acompañados además del plan de recompra de acciones. También Microsoft presentó buenas métricas, lo que parece haber dado un nuevo impulso a unas 7 Magníficas que parecía que se habían convertido en unas 4 o 5 Magníficas, ampliando el relativo frente al resto del mercado americano. Incluso Tesla, que comenzó con dudas el año, se ha visto beneficiada por la aprobación de su sistema de conducción en China. Apple, por su parte, presentó unos resultados que confirman el freno en su crecimiento, aunque fue compensada con la recompra de acciones.
Por otra parte, llegamos a unas fechas en las que parece ineludible hablar del viejo dicho de Wall Street: “Sell in May and go away”. Más en un año en el que ha continuado la tendencia positiva de 2023. Como hemos visto, signos mixtos en el mercado. Tampoco podemos olvidar que las valoraciones son elevadas, aunque centradas especialmente en el sector tecnológico.
En resumen, de cara al resto del año, mantendríamos las posiciones en renta variable. En general, de fondo el sentimiento inversor se ha mantenido alcista, si bien no podemos obviar los riesgos geopolíticos, la amenaza de la inflación que sigue latente y algunas valoraciones demasiado exigentes.
En cuanto a la renta fija, el activo presente en la mayoría de las carteras y recomendaciones por parte del consenso, no termina de despegar. De hecho, gran parte de los índices de renta fija se mantienen en negativo en 2024, especialmente en los tramos de mayor duración, con algunas honrosas excepciones en high yield o emergentes.
En cualquier caso, las yields se mantienen atractivas y en algunos segmentos como los gobiernos parecen buenos puntos de entrada. Hay que ser conscientes de que los diferenciales en algunos corporativos, especialmente los de mayor calidad, se han estrechado. También que el viento de cola de las bajadas de tipos ha disminuido, por lo que habría que reevaluar expectativas de rentabilidad, pero seguir construyendo cartera de renta fija debería dar sus frutos.
En definitiva, muchas incógnitas por resolver en cuanto a inflación, tipos de interés, políticas monetarias o riesgos geopolíticos, pero de fondo una perspectiva razonablemente positiva en los mercados.