Las gestoras continúan presentando sus perspectivas para 2022. Tras abordar las consideraciones macro y cuáles son sus principales ideas de inversión, toca ahondar en las oportunidades que pueden ofrecer los activos más tradicionales y cuál será su papel en las carteras. Antes de iniciar este análisis, cabe recordar que las gestoras coinciden en que la evolución de la inflación y el crecimiento seguirán siendo las claves para sus estimaciones sobre el comportamiento de los activos.
“Los mercados tienden a cambiar significativamente cada 10 – 15 años y lo que queda de esta década podría ser muy diferente de la anterior. El prolongado periodo de estancamiento secular observado desde la crisis financiera global se ha visto acompañado de unos tipos bajos y de un crecimiento económico débil. La pandemia ha propiciado unas políticas fiscales y monetarias más contundentes y expansivas, acercándose a la teoría monetaria moderna. Las medidas para abordar las desigualdades y la ‘agenda verde’ también podrían impulsar un gasto fiscal aún mayor. Estos cambios podrían contribuir a mejorar el crecimiento económico, lo que a su vez podría presionar al alza tanto a los tipos de interés como a la inflación. Este entorno sería favorable para los valores cíclicos, financieros y de consumo básico, así como para la inversión value en general, a medio y largo plazo”, resume Sebastien Mallet, gestor de cartera de T. Rowe Price Global Value Equity Strategy, para contextualizar cuál es el punto de partida.
Ante este contexto, ¿qué activos serán los protagonistas en 2022 y por qué? Comenzando por la renta variable, la primera consideración la lanza Luca Paolini, estratega jefe de Pictet AM, quien advierte de que las principales clases de activos siguen caras por estándares históricos. En su opinión los activos de más riesgo cotizan en o cerca de máximos, sobre todo en EE.UU., aunque por buenas razones, la recuperación tras el COVID-19.
“En dos años se ha producido una mejora de múltiplos de valoración de las acciones que normalmente llevaría un ciclo completo. Así que en 2022 las subidas de los precios de las acciones van a tener que estar motivadas por el aumento de beneficios. Por otra parte, esperamos una reducción del 5% al 10% en los múltiplos de valoración. El resultado puede ser una rentabilidad de 5% a 10% en acciones en 2022”, apunta Paolini.
Según sus perspectivas, las acciones cíclicas de valor deberían comportarse mejor con la reapertura de las economías. “Si a ese valor se añade capacidad protección contra la inflación, convienen bancos de mercados desarrollados, sectores de energía y mineras, acciones de Japón, pequeñas y medianas empresas de capitalización de EE.UU., activos inmobiliarios, tecnológicas China y acciones de Rusia. En cambio, estamos más cautelosos con los sectores defensivos, cuyo buen comportamiento relativo los últimos meses es vulnerable al repunte del crecimiento económico”, explica el estratega jefe de Pictet AM.
Para la renta variable estadounidense, Bob Kaynor, director de renta variable estadounidense de pequeña y mediana capitalización de Schroders, espera que el ritmo del crecimiento de su economía permita a las empresas lograr un mayor crecimiento de los ingresos y mantener sus márgenes de beneficios serán las claras ganadoras. “En este entorno, creemos que las mejores oportunidades se encontrarán en las empresas de pequeña y mediana capitalización, donde el crecimiento y las valoraciones son más atractivas”, explica Kaynor.
En este sentido, añade: “Es probable que en 2022 se produzca un cambio de rumbo. Una posible variación en el ciclo de los tipos de interés, como respuesta a una mayor inflación, pondrá a prueba algunas valoraciones que parecen elevadas para empresas de gran capitalización, cosa que no es tan frecuente en las compañías más pequeñas. Aparte de esto, prevemos un mayor crecimiento para las empresas de pequeña capitalización en 2022, y si estamos en lo cierto en cuanto a que el crecimiento del PIB se mantiene por encima de la tendencia, lo más probable es que se haga realidad”.
En el caso de la renta variable europea, su compañero Martin Skanberg, gestor de fondos de renta variable europea de Schroders, considera que Europa puede estar mejor situada que otras regiones para afrontar un año más difícil. “Las acciones de la eurozona han tenido un comportamiento muy positivo desde los mínimos de la pandemia de la primavera de 2020. El índice MSCI EM cotiza con una prima creciente respecto a los mercados mundiales no estadounidenses. Sin embargo, las valoraciones de la eurozona no se han reducido frente a las de EE.UU.. Podría ser que Europa salga relativamente ganando del que probablemente sea un año complicado en general.
El reto de la renta fija
En cuanto a las expectativas para los activos de renta fija, las gestoras reconocen que, en gran medida, las decisiones de los bancos centrales y la inflación tendrán un gran efecto sobre su rendimiento. Además de condicionar la exposición de sus carteras. Según William Davies, director adjunto global de Inversiones de Columbia Threadneedle Investments, partimos de un 2021 en el que los inversores volvieron a inundar el mercado de renta fija, subidos a la ola de liquidez que aumentó el atractivo de la mayoría de los activos de riesgo.
“Esto ha dejado unas valoraciones elevadas y recelamos de los activos menos líquidos que los otros, entre los que se incluirían, en general, el crédito estructurado y los bonos municipales. Con pasivos vinculados a índices que incluyen muchas entidades sobreendeudadas, consideramos que un enfoque activo dará sus frutos en 2022”, explica.
La gestora considera que la inflación se mantendrá durante más tiempo, en paralelo a la retirada del estímulo, por lo que cabría esperar que los rendimientos de los bonos aumenten en 2022, lo que, según Davies, no es una perspectiva excelente. “A medida que las compañías vuelvan a una fase tradicional de expansión del ciclo económico, nuestro enfoque activo específico en la mejora de los balances de las firmas y los consumidores, junto con una perspectiva inteligente de gestión de costes, proporcionarán mejores resultados en 2022. En recientes fechas, hemos visto cómo algunos diferenciales se han ampliado más en los tramos más débiles que en el universo investment grade, algo que cabría esperar en una fase de desaceleración. Si esto continúa, podríamos considerar el segmento investment grade más atractivo que el alto rendimiento, aunque las grandes promesas nos siguen resultando interesantes. Y si la desaceleración fuese más grave de lo que pensamos, cabría prever un mayor apoyo a la deuda pública”, añade.
Si en algo coinciden las gestoras es que la renta fija sigue siendo un activo que tiene sentido dentro de las carteras, la clave estará en cómo seleccionarlo y en cómo usarlo. Según explica Kevin Thozet, miembro del Comité de Inversión de Carmignac, su enfoque de inversión es buscar de forma selectiva bonos de empresas con rendimientos atractivos cuyos modelos de negocio no se hayan visto demasiado afectados. En su opinión, se trata de “una característica necesaria” en un contexto de abundante liquidez y escasos mecanismos de determinación de precios.
“Los inversores podrían estar asumiendo un elevado grado de riesgo crediticio a cambio de una rentabilidad real cercana al 0%. Esa abundante liquidez, sumada a un entorno de represión financiera tan acusado, implica que el mecanismo de determinación de precios no funciona igual que lo ha hecho en el pasado. Las ineficiencias resultantes son positivas para los profesionales de la gestión activa”, advierte Thozet.
Por su parte, Sebastien Galy, estratega macro de Nordea Asset Management, cree que los últimos meses de 2022 podrían ser los más interesantes para la renta fija. Según explica los inversores podrían tomar posiciones en deuda pública estadounidense a largo plazo como cobertura parcial.
“En esta fase de fuerte dispersión, deberíamos ver una gran cantidad de confusión, aunque también una enorme oportunidad, ya que algunas fuerzas fundamentales del mercado deberían entrar en acción. Estas incluyen: el cambio climático y de forma más amplia el ESG; la renovación de la vieja economía a través de nuevas empresas e innovaciones , ya que a los sectores antiguos les resulta difícil adaptarse y algunas empresas dominantes se ven sometidas a una fuerte presión regulatoria; y que high yield y el sector financiero ofrezcan una gran oportunidad de compra, pero muy temporal, ya que el mercado se centrará rápidamente en un mundo en el que la renta fija sea más demandada”, concluye Galy.