2019 fue un año «magnífico» para la renta variable, alcanzando un índice de rendimiento mundial del 28% (medido en dólares), según los datos del Global Investment Returns Yearbook de Credit Suisse. El mercado con mejor evolución fue Rusia, con un rendimiento del 56%, seguido por Suiza con un 33%. Además, el mercado de acciones estadounidense obtuvo un rendimiento del 30%.
El documento, publicado por el Credit Suisse Research Institute en colaboración con profesores de la London Business School y de la Universidad de Cambridge, señala que “la renta variable sigue siendo la mejor inversión financiera a largo plazo, por delante de los bonos y las letras del Tesoro”. En los últimos 120 años, la renta variable global ha proporcionado un rendimiento real anualizado del 5,2%, frente al 2,0% de los bonos y el 0,8% de las letras del Tesoro.
El Global Investment Returns Yearbook analiza, de la mano del profesor Elroy Dimson, de la Universidad de Cambridge, y el profesor Paul Marsh y el Dr. Mike Staunton, de la London Business School, los rendimientos y los riesgos de la inversión en renta variable, bonos, efectivo y divisas en 23 países y tres regiones diferentes desde el año 1900. Cuenta con cinco secciones principales rendimiento de los activos a largo plazo, riesgo y primas de riesgo, inversión ESG y la inversión en factores y, por último, una evaluación individual de cada uno de los 23 países y las tres regiones que conforman el núcleo del estudio.
Por otro lado, en la última década, la renta variable evolucionó “especialmente bien”, según el informe de Credit Suisse, con un rendimiento real anualizado del 7,6%, en comparación con un rendimiento real todavía fuerte del 3,6% de los bonos. Además, ha superado a las letras del Tesoro en un 4,3% anual.
De cara al futuro, los autores del informe estiman que la prima de riesgo de la renta variable será del 3,5%, inferior a la cifra histórica del 4,3%. No obstante, “los inversores en renta variable pueden esperar duplicar su dinero en relación con las letras del Tesoro a corto plazo en un período de 20 años”, aseguran.
Además, el estudio coloca a Estados Unidos como el mayor mercado de acciones del mundo, representando más del 54% de la capitalización bursátil free float invertible en el mundo. En segundo lugar, encontramos a Japón (7,7%), por delante del Reino Unido (5,1%) y China (4,0%), en tercer y cuarto puesto respectivamente.
Por otro lado, los tipos de interés continúan siendo excepcionalmente bajos, tanto en términos nominales como reales. “El yearbook muestra que, cuando los tipos reales son bajos, los rendimientos reales futuros de todos los activos tienden a ser más bajos”, recuerda el informe. Por ello, los autores subrayan que los inversores deben adoptar una visión realista de los probables rendimientos futuros de los activos. Con los tipos de interés reales en torno a cero, el rendimiento esperado de las acciones es solo la prima de riesgo de la renta variable.
A pesar del bajo rendimiento de inicio, los bonos también tuvieron, según el informe, un buen desarrollo en 2019, con un rendimiento del 12% en Estados Unidos, un 9% en el Reino Unido y Suiza, y algo más del 10% en el índice mundial en términos de dólares estadounidenses. De cara al futuro, los autores esperan que su rendimiento sea mucho menor, en consonancia con el actual.
“Una comprensión profunda de la naturaleza de los rendimientos de las inversiones a largo plazo en el tiempo es esencial a la hora de formarse una opinión de lo que el futuro puede deparar”, subraya Richard Kersley, jefe de Investigación Temática, Mercados Globales de Credit Suisse.
En los 12 años posteriores a la crisis financiera, el informe refleja que, centrándonos en las primas de cinco factores tanto en Reino Unido como en EE.UU., solo la mitad de las 120 primas fueron positivas. Los autores advierten de que las “las primas de factores no están de ninguna manera aseguradas”.
Por otro lado, los países incluidos en el yearbook de Credit Suisse representaban el 98% del mercado de acciones mundial en 1900 y todavía representan más del 91% del universo invertible a principios de 2020.
Asimismo, el estudio refleja una tendencia al alza entre los inversores que “están cada vez más preocupados por las cuestiones sociales, medioambientales y de buena gobernanza (ESG)”. Esto hace que los gestores de activos tengan que demostrar que invierten de forma responsable. Los productos de inversión vinculados a factores ESG alcanzaron un valor total de 31 billones de dólares en 2018, según el informe de la Alianza Global de Inversión Sostenible (GSIA).
Con un 46% del total, Europa ha sido la región líder en inversiones ESG, frente al 39% de los Estados Unidos. Sin embargo, este tipo de inversión ha crecido con más rapidez en el país norteamericano: un 38% en los últimos dos años, frente al 11% europeo. De las siete estrategias generales de inversión ESG que identifica la Alianza Global de Inversión Sostenible, la inversión por exclusión es la mayor categoría de inversión ESG en el mundo (y en Europa), representando un 36% del total global.
«Aunque la inversión ESG es relativamente nueva, claramente posee una importancia crucial. Hemos observado que, a diferencia de lo que se afirma a menudo, la inversión ESG no implica ningún sacrificio significativo de rendimiento ajustado al riesgo», aseguran Elroy Dimson, Paul Marsh y Mike Staunton, autores del informe.
Asimismo, las calificaciones ESG actúan como la herramienta básica para la inversión responsable. Ahora bien, según los autores, existe poca correlación entre las valoraciones ESG para una acción determinada por parte de las diferentes agencias. “En el mejor de los casos, estas calificaciones son un punto de partida, y los inversores deben entenderlas y complementarlas con su propio escrutinio”, subrayan.
Si bien el informe destaca la importancia de los factores de buena gobernanza dentro del rendimiento de las empresas y su creación de valor para los accionistas, advierten que “las mejoras que abordan cuestiones medioambientales y sociales pueden requerir grandes inversiones que no añaden automáticamente valor”.
Por último y desde una perspectiva mundial, el modelo de propiedad dispersa varía de un país a otro, lo que refuerza la necesidad de adoptar un enfoque internacional para colaborar con las empresas en cuestiones ESG. «Si bien los inversores desean alinear cada vez más sus inversiones con sus valores y convicciones, también exigen transparencia sobre si la inversión ESG añade valor o reduce el riesgo o si hay un sacrificio de inversión asociado», concluye Nannette Hechler-Fayd’herbe, CIO International Wealth Management y directora de Economía e Investigación de Credit Suisse.