Si bien los datos macroeconómicos de la zona euro han sido recientemente mejores de lo esperado, la tendencia de la economía mundial se ha tornado negativa, según se refleja en el indicador Global Wave. Éste, que cuantifica tendencias globales en la actividad económica, agrega una serie de medidas de PIB, demanda, productividad, mercado de trabajo, precios industriales, diferenciales de crédito y beneficios esperados. El indicador marcó un punto de inflexión en enero, emitiendo una señal negativa para la coyuntura económica mundial.
Seis de sus siete componentes se están deteriorando. Tan sólo se salva la confianza del consumidor, sostenida por la caída de tipos de interés y el abaratamiento del petróleo. En el pasado, el aumento de la volatilidad y el deterioro del ciclo económico mundial han estado asociados a períodos de desaceleración económica o graves tensiones financieras. Lo que plantea la cuestión de si se trata de una fase transitoria o de si el nerviosismo actual está anticipando el inicio de un cambio de dirección más sustantivo.
La estrategia de renta variable sostenible de ING combina un análisis financiero exhaustivo de las empresas con riesgos y oportunidades relacionados con factores medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG). El análisis tradicional basado en la contabilidad del capital financiero únicamente examina la “punta del iceberg” y es de suyo inadecuado, opina la firma holandesa, para evaluar el cambiante entorno competitivo y de inversión en el que operan las empresas. “También consideramos factores no financieros cuyo impacto en los resultados puede ser notable. Los factores mencionados se incorporan a nuestro proceso de inversión mediante un análisis de las empresas del sector que destaquen como las “mejores en su clase”, así como mediante la exclusión de actividades y comportamientos controvertidos. Nuestro proceso de inversión se centra en la calidad”, explican los analistas de ING IM en su último informe de mercado.
“Calidad significa diferentes cosas para diferentes personas. Para nosotros, un enfoque de inversión basado en la calidad incluye atender a los factores ESG al analizar las empresas, así como aplicar criterios de exclusión basados en ellos en nuestro proceso y metodología de inversión”, dicen. Estos criterios no financieros pueden afectar sustancialmente a la rentabilidad y valoración de una empresa. Según estudios elaborados en la Harvard Business School, las empresas cuya dirección adopta voluntariamente políticas sostenibles acaban superando de forma clara a las que tienen un bajo índice de sostenibilidad.
ING IM recuerda que las mejores empresas en este sentido suelen exhibir un mejor control de costes futuros, crean oportunidades de publicitación de marca y de generación de ingresos avanzadas y reducen la probabilidad de sufrir un daño significativo en su reputación. “Esto debería disminuir el riesgo de sufrir un evento crediticio. Por contraste, hemos visto un sinfín de ejemplos recientes en los que el descuido de esos factores ha provocado daños ambientales (como en el caso de vertidos de petróleo) y en los que escándalos de sobornos han ido muy en detrimento de la cotización y rentabilidad de las acciones”, recuerdan.
Desde una perspectiva financiera, el enfoque de la estrategia de renta variable sostenible de ING IM centrado en la calidad significa una preferencia por empresas con un historial probado de crecimiento de los beneficios, rentabilidad económica superior a la media y balance saneado. “Por último, y para evitar terminar con una cartera de elevada calidad pero sin suficiente potencial de revalorización, desde el punto de vista de la teoría de gestión de carteras es crucial equilibrar las características de calidad con una valoración atractiva y una buena dinámica de la cotización. El resultado final es una cartera sólida y bien diversificada de empresas de alta calidad, atractivas desde consideraciones financieras y las mejores de su clase desde una perspectiva ESG”, concluyen.