La renta fija está viviendo un año interesante para los inversores en comparación con 2018. Por ejemplo, a mediados de octubre, los rendimientos de la deuda pública estadounidense a largo plazo subieron al calor de lo ocurrido en torno a la guerra comercial; además la pendiente de la curva aumentó tras el anterior recorte de tipos de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed). Pero todas las gestoras coinciden en lo relevante que es comprender el contexto de mercado para poder entender la evolución de la renta fija y las posibles oportunidades que se pueden encontrar.
“Después de marcar mínimos históricos en agosto, los rendimientos de la deuda pública rebotaron ante una posible distensión en el frente de la guerra comercial. Sin embargo, estos movimientos duraron poco. El deterioro de los datos macroeconómicos parece haber girado a peor y a pesar de que la Fed aplicó otros recortes de tipos en septiembre y en octubre, está cundiendo entre los inversores la idea de que la política monetaria podría haber alcanzado sus límites y los bancos centrales tendrán que accionar todos los resortes para evitar una recesión durante los próximos 12 a 18 meses. El crecimiento mundial previsto se cifra en estos momentos en el 2,3%, con lo que se sitúa en el percentil 10 de los últimos 20 años, y es especialmente débil en los mercados emergentes, donde presenta las tasas más bajas desde la crisis financiera mundial”, señala el análisis mensual de Fidelity.
En este sentido, la evolución de la política monetaria de los principales bancos centrales y el deterioro del crecimiento global son dos de los aspectos que más relevancia están tomando en el análisis del entorno que hacen los gestores de renta fija. “Hace unos cinco años, en agosto de 2014, el bono alemán a 10 años cayó por primera vez por debajo del 1%. Desde entonces han sido pocos los días en que dichos rendimientos han podido volver a situarse por encima de ese nivel. Entretanto, el ya arraigado entorno de bajos tipos de interés de la eurozona tuvo en estos rendimientos su expresión más evidente”, recuerda Christian Schmitt, gestor senior de Ethenea.
A pesar de que unos rendimientos mínimos del 0,20% para un plazo fijo de diez años parecían absurdos, pero no lo suficiente para dar al traste con paradigmas completos, hoy en día la situación ha cambiado. Desde principios de año, los rendimientos han continuado bajando de forma continua hasta llegar el mes pasado a su nivel más bajo, del -0,73%. Schmitt advierte de la espiral de rendimientos negativos en la que está cayendo el mercado y las consecuencias que puede tener: “En el centro de esta permanente espiral descendente -en este caso el descenso es aplicable a los rendimientos o intereses- ha estado siempre la combinación nefasta de crecimiento nulo y un endeudamiento elevado”.
Esto provoca que la perspectiva para esta clase de activos sea cauta. “Creemos que los rendimientos soberanos probablemente se comporten en un rango extendido alrededor de los niveles actuales, y podrían incluso moverse al alza nuevamente en los próximos meses ante las buenas noticias en temas comerciales, una inflación más alta, o el ajuste de los mercados a expectativas más bajas de una flexibilización de la Fed. Nuestra postura sigue estando por debajo de los niveles de valoración justos, con los rendimientos de EE.UU. a 10 años en un rango de 1,7% y los Bunds alemanes en torno al -0,6% pero, con el apoyo actual del banco central y limitadas presiones inflacionarias, no esperamos una escalada muy drástica. En efecto, el proceso de impeachment en EE.UU. podría incluso hundir más a los rendimientos en el corto plazo”, sostiene Esty Dwek, economista jefe de estrategia de mercados globales de Natixis IM.
Las mejores opciones
En opinión de Dwek, los diferenciales del crédito se han mantenido relativamente bien y deberán continuar limitados incluso si los rendimientos soberanos escalan más alto. “El alto rendimiento ha demostrado ser más resiliente que el grado de inversión en EE.UU., si bien el investment grade europeo se ha mostrado estable también. Seguimos sintiéndonos más cómodos con el segmento de investment grade debido a las preocupaciones actuales por el crecimiento, aunque no anticipamos ningún riesgo sistémico con tasas más bajas por ahora”, añade.
En cambio, la renta fija emergente, en especial los bonos en divisas fuertes, es uno de los activos donde los gestores ven más oportunidades. “La deuda de los mercados emergentes se ha desempeñado bien dados los últimos acontecimientos. Los bonos de divisas duras que brindan rendimiento deberán seguir en demanda siempre y cuando el dólar no se fortalezca demasiado”, concluye Dwek, aunque reconoce que mantienen su preferencia por los bonos soberanos estadounidense sobre los europeos y por el crédito por encima de todos los bonos soberanos debido a las valoraciones y acumulativo.
Para Schmitt el activo más atractivo sigue siendo la deuda pública estadounidense. “La búsqueda de rentabilidad ha sido ininterrumpida y ha encontrado en los últimos meses una nueva fuente de beneficios atractivos en la compra de bonos en dólares, esta vez sin la cobertura del tipo de cambio, ahora mucho más cara. Así, los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a diez años cayeron hasta cerca de su mínimo histórico, es decir, del 3,25% en noviembre de 2018 al 1,44% en agosto de este año. No cabe duda de que las expectativas económicas cada vez más inciertas también desempeñaron un papel importante en este movimiento.