Steve Drew, responsable de deuda corporativa emergente en Henderson Global Investors, nos facilita un breve análisis sobre el impacto que tendrían en los mercados los diferentes resultados posibles de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil, que tendrán lugar el próximo 26 de octubre.
Steve Drew ha afirmado que:
“Tal y como se esperaba, la votación del la primera vuelta no arrojó un claro ganador, por lo que se celebrará una segunda vuelta el 26 de octubre en la que se enfrentarán la actual presidenta, Dilma Rousseff, y su rival, Aécio Neves.
La campaña de la segunda vuelta está siendo toda una batalla entre posturas opuestas acerca del desarrollo de Brasil. Las opiniones sobre qué candidato alcanzará la presidencia se encuentran divididas. Los votantes deben elegir entre más de lo mismo —una presidenta en el cargo que promete invertir en programas sociales e infraestructuras— y un candidato que tiene por objetivo luchar contra la inflación y espolear el crecimiento económico acometiendo las reformas que tanto se necesitan. Es probable que el ganador que salga de las urnas el 26 de octubre sea el candidato que logre convencer a los votantes de Marina —tercera en la primera vuelta— de que su programa es el idóneo para el futuro de Brasil. Numerosos inversores esperan que Neves, proclive al sector privado, adopte políticas favorables al mercado, combata la inflación y marque el inicio de las tan necesarias reformas a fin de estimular el crecimiento del país. Existen indicios de que actualmente los inversores mantienen posiciones largas en activos de riesgo en Brasil, con un considerable volumen de inversión procedente principalmente de Rusia, pero también a manos de inversores estadounidenses que invierten en valores de todo el mundo.
Si bien una victoria de Neves activaría inicialmente una predisposición al riesgo en los mercados, una victoria de Rousseff tendría el efecto contrario, pues los inversores entienden que las reformas no entran en el orden del día. Sin embargo, incluso esta predisposición al riesgo por parte de los inversores podría ser temporal, a medida que vean la cruda realidad sobre la capacidad de Brasil para reestructurar el crecimiento en una economía vacilante.
Aunque es probable que la calificación crediticia de la deuda pública de Brasil caiga hasta la categoría de “bono basura” en un plazo de entre 12 y 18 meses en caso de que Rousseff permanezca en la presidencia, puede que una victoria de Neves únicamente retrase la rebaja de la calificación, pues las previsiones de crecimiento para Brasil de ambos candidatos no son suficientemente robustas para evitar la rebaja de la nota de un país que lucha contra la inflación.
Una revisión a la baja de la calificación de la deuda pública brasileña implicaría consecuencias negativas para las empresas del país, pues incluso el mayor activo nacional, la petrolera cuasipública Petrobras, se enfrentaría a mayores dificultades para refinanciar su deuda, que asciende, aproximadamente, a 140.000 millones de dólares. Las condiciones con las que tendrían que bregar otras empresas serían incluso más duras.
Si Neves se alzara con la victoria, la reacción inicial de predisposición al riesgo se traduciría en oportunidades de inversión; puede que las mejoras se concentraran en los instrumentos líquidos, tomando posiciones en la apreciación de la divisa, o en bonos con vencimientos cortos denominados en reales. El coste de la deuda brasileña en moneda extranjera también se incrementará a medida que se contraigan los diferenciales crediticios.
Sin embargo, cualquier depreciación de la moneda será, por lo general, positiva para el sector empresarial, pues daría margen a las empresas para reducir los precios a fin de aumentar sus volúmenes de exportación. Empresas como Fibria & Suzano —del sector de la madera y el papel— y Marfrig —dedicada a la transformación de alimentos— cotizan actualmente en niveles notablemente elevados para sus fundamentos y podrían ser de las que se beneficiaran de la caída del real.
Gane quien gane las elecciones —actualmente, lo más probable es que Dilma Rousseff sea reelegida presidenta—, es posible que Brasil se enfrente a años difíciles. Dadas las pobres perspectivas de crecimiento, con la inflación por encima del umbral objetivo y el abultado déficit de inversión en infraestructuras, las tan necesarias reformas sencillamente llegarán tarde.
Atendiendo al perfil de riesgo/remuneración, consideramos que Brasil debería seguir infraponderándose de cara al futuro próximo. Habrá momentos en que podrán adoptarse posiciones largas en el mercado, si bien de forma táctica y aprovechando las oportunidades.”