El actual presidente ruso, Vladimir Putin, ha revalidado su cargo en las elecciones celebradas este fin de semana. Putin, que se ha hecho con el 76,51% de los votos, continuará al frente de Rusia durante los próximos seis años; una victoria ya esperada por el mercado.
Los analistas daban por hecho una nueva victoria de Putin, ya que las encuestas le otorgaban una popularidad del 80%, que no obstante era inferior al máximo del 89% que alcanzo en junio 2015. Pese a la leve caída de popularidad de Putin, las elección han generado poco entusiasmo entre la población, que sigue viendo en él el líder que defienda los intereses rusos en un contexto de tirantez en la política internacional con varios frente abiertos: el mercado del petróleo, la guerra en Siria o la tensión con el Reino Unido durante la última semana.
Según el análisis de Federico García Zamora, gestor del BNY Mellon Emerging Markets Debt Local Currency Fund de Standish (parte de BNY Mellon AMNA), lo interesante de estas elecciones no es el vencedor, sino a quién escogerá Putin como primer ministro y en si hará alguna señal sobre su intención de hacer reformas estructurales en el país.
“Esta será la segunda legislatura consecutiva de Putin y la cuarta en total. No obstante, será la última como presidente, aunque aún se desconocen sus planes para el futuro. Parece probable que Putin empleará su última legislatura en el poder para cimentar su legado y designar a su sucesor. En cuanto a su elección como primer ministro, lo más probable es que Medvedev continúe en el cargo. Y como Putin aún no ha respaldado ninguna de las reformas más radicales planteadas por su asesor Kudrin, no parece que tenga pensado acometer profundas reformas estructurales durante este periodo”, señala García.
Desde Julius Baer se muestran prudentes y señalan que no esperan que en este mandato haya grandes cambios en políticas económicas o políticas sociales. “La fácil reelección de Putin representa continuidad y estabilidad en el sector corporativo. Por lo tanto, se espera que las noticias de ayer tengan poco impacto en el mercado de bonos. A pesar de que se espera un recorte adicional de 25 puntos base este viernes, seguimos siendo neutrales respecto del rublo”, señalan Annabelle Rey, economista de Julius Baer, y Alejandro Hardziej, analista de renta fija de Fixed Julius Baer.
De hecho, en ningún momento se esperando grandes reacciones en el mercado. “Seguimos pensando que los títulos de deuda gubernamental rusa en moneda local generarán rentabilidades superiores puesto que esperamos que el banco central adopte una postura más acomodaticia que la que prevé el mercado y mantenemos nuestras perspectivas positivas a largo plazo sobre la mejora de los fundamentales macroeconómicos de Rusia”, matiza García.
Sin embargo, eso no quiere decir que el mercado no vea ciertos riesgos en Rusia. Según explica Craig Botham, economista de mercados emergentes de Schroders, “las elecciones parecen conllevar un mayor riesgo derivado de las políticas del país, aunque este no llegará a materializarse hasta después de marzo. Respecto a la menor popularidad de Putin, consideramos que una caída significativa de su popularidad podría traducirse en un populismo, ya sea mediante un aumento del gasto social o cierta temeridad en materia de política exterior. Cualquiera de estas acciones conllevaría riesgos para las perspectivas presupuestarias, en el caso de la segunda, debido a que este tipo de medida intensifica la probabilidad de que Estados Unidos imponga sanciones contra la compra de deuda pública rusa”.
Pero Botham reconoce que, hasta ahora, esas sanciones no han tenido un gran impacto macroeconómico considerable, ya que se han interpuesto contra la personas y organismos específicos. “Si estas acciones se intensificasen y se impusiesen penas financieras contra la deuda pública rusa, esta valoración sería distinta. En la actualidad, el Tesoro estadounidense parece oponerse a una medida de estas características —el organismo advirtió a principios de febrero de que una acción así podría desestabilizar los mercados más allá de Rusia—, aunque oficialmente aún no se ha descartado”, aclara.