Ya estamos a menos de seis meses de las elecciones presidenciales en EE.UU. y para muchos inversores, no solo se trata de la revancha entre Biden y Trump, sino que está en juego el destino de muchas políticas que pueden favorecer o desfavorecer a los mercados. En este sentido, para Juhi Dhawan, estratega de macroeconómica en Wellington Management, hay seis áreas clave en el debate político: el déficit federal, los cambios en impuestos y gastos, la política reguladora, la inmigración, el comercio y la geopolítica.
Además, los inversores y mercados están analizando cómo pueden influir las elecciones presidenciales de noviembre a las decisiones sobre política monetaria que la Fed debe enfrentar en la segunda mitad del año. En opinión de Jeffrey Cleveland, economista jefe de Payden & Rygel, es un error pensar que la Fed no tomará decisiones debido a las elecciones. “Hemos visto que en años electorales, ya sean elecciones de mitad de mandato o elecciones presidenciales, la Fed ha actuado. Así que es un mito. En 2016, la Fed finalmente subió a finales de ese año. En 2022, tuvimos alguna acción, obviamente. En 2018, las elecciones de mitad de mandato, la Fed subió cuatro veces”, argumenta.
Dos posiciones divergentes
¿Por qué los inversores tienen tanto en qué pensar durante el proceso electoral de los próximos meses? “Basta con considerar el enorme abismo político entre los dos candidatos y su potencial impacto económico”, afirma Dhawan. Según el estratega de Wellington Management, por ejemplo, “ante un escenario en el que gane el expresidente Trump y esté respaldado por un Congreso liderado por los republicanos, esperaría ver impuestos más bajos, déficits más altos, inflación más alta, rendimientos más altos, menos regulación y una política comercial y geopolítica más aislacionista. O tomemos el caso de que gane el presidente Biden pero el Congreso siga dividido. Yo esperaría que eso diera lugar a impuestos más altos para las rentas más altas, contribuyendo a cierta reducción del déficit, pero también a una continuación de las subvenciones a las energías verdes que limitaría la prudencia fiscal”.
Este mismo ejercicio ha realizado UBS Global Wealth Management en su último informe, en el que indica que, en cuanto a la economía, hay pocas posibilidades de cambio en los acuerdos comerciales entre Europa y EE.UU.. Sin embargo, apunta que los posibles cambios se darían en las políticas proteccionistas, aunque estos tampoco afectarían directamente a Europa. El informe augura que, a grandes rasgos, una victoria de Biden representaría una política continuista que sería menos perturbadora para los inversores y, por otro lado, una victoria de Trump crea un escenario con mayor incertidumbre y, que una vez la situación se haya estabilizado, podría tener consecuencias tanto positivas como negativas para los inversores.
Impuestos y fiscalidad
El informe del banco de inversión señala que en caso de que Biden logre una victoria total, se espera que el crecimiento sea un poco más débil con un consumo más débil, como consecuencia de la subida de impuestos a los hogares con mayores ingresos, sin embargo, no espera que esta tendencia afecte a Europa con la previsible estabilización de la inflación en 2025.
“Los riesgos fiscales también deberían contenerse, ya que es probable que disminuya la inquietud en torno a la financiación de la OTAN y Ucrania, lo que daría a los gobiernos nacionales más margen de maniobra en términos de consolidación, mientras que si logra una victoria parcial (senado repúblicano) sería algo bastante neutral para los mercados, según el informe. En este escenario, el informe prevé que la caída de la inflación y los recortes de intereses apoyen una modesta recuperación de la actividad económica”, añaden.
Desde Wellington Management, Dhawan recuerda que la economía estadounidense se enfrenta a un precipicio fiscal a finales de 2025, cuando expiren los recortes fiscales de Trump de 2017. “Si no se toman medidas, esto elevaría los impuestos en 400.000 millones de dólares anuales, con los tipos impositivos individuales volviendo a los niveles más altos de 2017, la deducción estándar reducida a la mitad, la exención del impuesto sobre el patrimonio reducida y la deducción del 20% para las empresas canalizadoras desapareciendo, entre otros cambios. Trump querría hacer permanentes los recortes fiscales -con un coste de entre 2,7 y 3 billones de dólares en los próximos 10 años- y bajar aún más el tipo del impuesto de sociedades. A Biden le gustaría subir los impuestos a las personas con ingresos superiores a 400.000 dólares, pero mantenerlos bajos para el resto de los contribuyentes -con un coste de entre 1 y 2 billones de dólares en los próximos 10 años-”, argumenta el experto.
En su opinión, esta es quizás la decisión política más infravalorada a la que se enfrentará el gobierno entrante, y la creciente disfunción del Congreso sugiere que los compromisos que podrían ser necesarios en muchas cuestiones fiscales serán difíciles de alcanzar. En última instancia, el alcance de cualquier compromiso dependerá de la composición del Congreso y de la situación económica del momento, y es probable que la solución más fácil sea limitar el periodo de prórroga de los impuestos.
Según Dhawan, otra cuestión fiscal que se debatirá en las próximas elecciones es la forma en que las empresas multinacionales pagan impuestos. En concreto, ¿promulgará EE.UU. un impuesto de sociedades mínimo global, como propone la secretaria del Tesoro Janet Yellen, y si no lo hace, podrían otros países acabar tomando represalias? En su opinión, estos cambios en la legislación fiscal tendrían importantes implicaciones para el crecimiento de los beneficios empresariales en EE.UU., lo que a su vez repercutiría en la rentabilidad futura de los mercados bursátiles.
“En cuanto al gasto, la Ley de Reducción de la Inflación de 2022 (IRA, por sus siglas en inglés) de Biden, que incluía la mayor inversión en clima y energía de la historia de EE.UU., acabará costando, si no se le pone freno, casi un billón de dólares, es decir, tres veces la estimación inicial. Por supuesto, Trump está mucho menos interesado en las subvenciones a la energía verde, por lo que, si gana, podríamos ver cómo se reducen tanto el periodo de tiempo durante el que se ofrecen como la amplitud de las fuentes de energía verde que las reciben. También es probable que se reduzcan los créditos fiscales a los vehículos eléctricos. Dado que el 71% de los proyectos anunciados en el marco de la IRA se encuentran aún en fase de planificación, es concebible que algunos se cancelen o retrasen hasta que se aclare la situación tras las elecciones. Los beneficios de las empresas industriales y ecológicas de EE.UU. han recibido un gran impulso gracias a estas subvenciones y, bajo una administración Biden, seguirían teniendo un buen futuro. Sin embargo, el alcance de las subvenciones y la amplitud del aumento de los beneficios podrían verse reducidos con un cambio de gobierno”, comenta.
Y recuerda que, en cuanto a otras propuestas de gasto significativas, Trump ha expresado su interés en ofrecer cheques de estímulo a la población, aunque por el momento hay pocos detalles sobre el enfoque o la escala del plan. Como se ha señalado antes, es probable que Biden apoye un mayor gasto en áreas como la educación, la vivienda y el clima. “En conjunto, las posturas de los dos candidatos sobre los impuestos y sus planes de gasto potencialmente insostenibles podrían añadir entre 1 y 5 billones de dólares al déficit y aumentar el riesgo de subida de los tipos de interés”, concluye.
Impacto en la renta variable
Según el informe de UBS, el impacto global de los distintos escenarios en los mercados de renta variable no está claro, ya que un contexto más favorable al crecimiento bajo una administración Trump probablemente coincida con una mayor inflación, tipos de interés más altos y posibles aranceles comerciales. “Dada la sensibilidad de los mercados de renta variable a las expectativas de tipos en este momento, es posible que los mercados de renta variable no respondan con tanta fuerza a una victoria de Trump como lo hicieron en 2016. El informe prevé el mayor impacto para la renta variable europea más a nivel sectorial”, apuntan. En el caso de que Biden logre una victoria total, según el informe, es probable que el impacto sobre la renta variable europea sea moderado. El apoyo continuo a la Ley de Reducción de la Inflación debería ser ligeramente más favorable para las empresas europeas, especialmente las centradas en el gasto de inversión y la transición ecológica. El único motivo de preocupación sería el de los valores del sector sanitario vulnerables a las negociaciones sobre los precios de los medicamentos, aunque el riesgo es relativamente bajo comparado con elecciones anteriores. Si Biden logra una victoria parcial, el informe establece que este escenario debería tener un impacto en los mercados europeos similar al de la victoria total, ya que es probable que la mayoría de los cambios políticos que afectan a las empresas europeas sigan produciéndose. La única pequeña diferencia que observa UBS sería con los valores europeos del sector sanitario, donde el riesgo de negociación de los precios de los medicamentos es incluso menor en este escenario que en el de la victoria total.
Los analistas de T.Rowe Price han estudiado los datos de rentabilidad bursátil hasta 1927, periodo en el que se celebraron 24 elecciones presidenciales, por lo que advierten de que es difícil extraer conclusiones estadísticamente significativas sobre el impacto de esas elecciones en la rentabilidad de los mercados bursátiles. Su principal conclusión es que cuando se trata de la salud de la economía, los presidentes han tenido mala suerte durante su primer año en el cargo: el 54% de los períodos de 12 meses posteriores a las 24 elecciones presidenciales de nuestro estudio coincidieron con una recepción oficial en EE.UU., según lo identificado por la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER). Esta tasa de recesión fue significativamente superior a las medias de los demás años del mandato presidencial: 29% en el segundo año de mandato, 17% en el tercer año y 25% en el año de las elecciones. “En otras palabras, el mercado de valores puede haber anticipado o respondido a unas condiciones económicas más débiles cerca del final de un año de elecciones presidenciales, dada la mayor probabilidad de recesión en los 12 meses siguientes”, indican.
Otro dato llamativo de este estudio tiene que ver con la volatilidad. Según la gestora, excepto en los 12 meses anteriores y el mes inmediatamente posterior a la votación, el S&P 500 experimentó una menor volatilidad, por término medio, en los años electorales y en torno a ellos, en comparación con periodos similares en años no electorales. “Tanto en los años electorales como en los no electorales, la volatilidad fue generalmente mayor en el periodo previo al primer martes de noviembre (fecha de las elecciones presidenciales en EE.UU.) que en los periodos correspondientes posteriores a la votación. Y en los años de elecciones presidenciales, el nivel medio de volatilidad del mercado fue máximo en el mes y los tres meses anteriores al día de la votación”, explican.
Por último, sobre qué significa para las acciones la victoria o la derrota del partido en el poder, el informe de T.Rowe Price señala como principal conclusión que el mercado de valores tendió a ser más débil en el periodo previo a las elecciones presidenciales que perdió el partido en el poder, lo que podría reflejar la mayor incidencia de recesiones en esos periodos. “Sin embargo, el comportamiento del mercado de valores en los periodos postelectorales fue desigual. Cuando el partido en el poder no logró mantenerse en la Casa Blanca, el S&P 500 experimentó, por término medio, mayores niveles de volatilidad antes de las elecciones y en los meses siguientes, reflejando quizá la incertidumbre creada por los probables cambios políticos. En estos casos, el mes anterior a la votación fue el de mayor volatilidad”, apuntan.