El consenso de mercado señala que hoy la Fed anunciará una nueva subida de tipos. Pese a la gran probabilidad de que esto ocurra, Bill Papadakis, estratega macroeconómico de Lombard Odier, ha analizado el entorno macroeconómico de Estados Unidos y señala los cinco motivos principales que podrían llevar a la Fed a cambiar de idea.
A medida que la expansión entra en su décimo año, las cicatrices de la crisis financiera mundial se desvanecen y las condiciones económicas se parecen cada vez más a las expansiones anteriores. Un largo período de crecimiento sostenido ha permitido a la Fed proceder con siete subidas de los tipos de interés, con la tasa de los fondos federales ahora en el 2% y es probable que continúe aumentando. En este contexto, la pregunta crítica para los inversores es cuánto más puede avanzar el ciclo y qué podría hacer que la Fed reduzca el ritmo o pare.
En opinión de Papadakis, la inflación, la desaceleración de la economía, la tasa de los fondos federales, unas perspectivas económicas más débiles y el aumento de las tensiones comerciales serían motivos suficientes para que la Fed se planteara si en septiembre debe subir los tipos. Sin duda, estos asuntos estarán en la reunión de mañana sobre la mesa.
- La inflación: el objetivo del endurecimiento de la política monetaria es prevenir el sobrecalentamiento de la economía, es decir, que el riesgo de crecimiento no sobrepase su potencial. En este contexto, la evidencia sugiere que el proceso de ajuste de la Fed aún tiene mucho camino por recorrer porque la inflación, después de haber pasado un largo tramo por debajo del 2% durante las primeras etapas de la recuperación posterior a la crisis, ahora ha vuelto a su objetivo. Según Papadakis, “debido a un mercado laboral cada vez más ajustado, precios más altos de los productos básicos y el impacto esperado de los aranceles, es probable que la inflación interna aumente más en el corto plazo. La Fed reconoce que es posible que se superen sus previsiones, que actualmente son de un crecimiento para el consumo privado del 2,1% tanto para 2019 como para 2020”.
- Desaceleración de la economía:por ahora la economía de Estados Unidos muestra pocas señales de desaceleración. El crecimiento del PIB en la primera mitad de 2018 superó el 3%, muy por encima de la mayoría de las estimaciones. Los estímulos fiscales en curso deberían seguir respaldando el crecimiento en los próximos trimestres y las estimaciones de la Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO) apuntan a un aumento del crecimiento de alrededor de 0,3% en 2018 y 0,6% en 2019. “Además de una desaceleración del crecimiento, la Fed podría tener que detenerse si la inflación no se materializa. Si bien los datos más recientes de empleo y crecimiento sugieren que el riesgo de sobrecalentamiento está aumentando, el entorno actual puede ser menos propenso a los excesos inflacionarios que los ciclos anteriores. Asimismo, los riesgos del exterior a menudo se ven como un posible desencadenante de una pausa en el proceso de ajuste de la Fed. Desde este punto de vista, incluso si la economía de los Estados Unidos se mantiene fuerte frente a una política más estricta, los legisladores pueden reconsiderar su postura en función de sus efectos en otras economías” ratifica Bill Papadakis. Sin embargo, vale la pena señalar que la Fed tiene un alto nivel para permitir que desarrollos en el extranjero afecten su perspectiva de política. Históricamente, la Reserva Federal solo ha tendido a cambiar su postura en la medida en que las condiciones en otras partes presenten un serio riesgo de contagio a la economía de los Estados Unidos, como la crisis de la deuda soberana europea de 2011-2012.
- Los fondos federales:la orientación actual de la Fed sugiere aumentos continuos de los tipos de interés hasta que la tasa de los fondos federales alcance el 3,5% en 2021, cifra más alta que el nivel considerado adecuado, que es de un 3%. Dada la dinámica positiva en el crecimiento y la inflación, es posible que la Reserva Federal reconsidere esta orientación y apunte a una postura más restrictiva en el futuro cercano. Esto es de particular importancia desde el punto de vista de la inversión ya que los mercados parecen estar mal preparados para tal escenario. El mercado de tasas de Estados Unidos sugiere que los inversores dudan seriamente de la orientación de la Fed, y esperan que los tipos alcancen un pico en 2019 en niveles ligeramente superiores al 2,5%. La sorpresa sería, por lo tanto, material, si la Fed efectivamente cumple con los ajustes que actualmente planea.
- Perspectivas económicas más débiles:la razón más obvia para que la Fed cambie su curso sería una perspectiva económica más débil. Después de haberse tomado un tiempo para comenzar, el ciclo alcista ahora avanza con aumentos de tarifas trimestrales de 25 puntos básicos y continuas reducciones del balance a un ritmo anunciado previamente. “Esperamos que los efectos rezagados del endurecimiento de la política monetaria en el pasado, combinados con un dólar más fuerte, suavicen el impulso del crecimiento el próximo año. Aun así, creemos que se necesitaría un debilitamiento material de las perspectivas económicas para que la Reserva Federal cambie su enfoque actual. Nuestra expectativa del crecimiento es de aproximadamente un 2,5% en 2019, cifra que sugiere una política monetaria sin cambios. En este contexto, esperamos que la Fed pueda ofrecer tres subidas adicionales en 2019”, asegura Papadakis.
- Aumento de las tensiones comerciales:el riesgo de una perspectiva económica más débil en los próximos trimestres aumentaría si los efectos de los aranceles y las tensiones comerciales resultan más perjudiciales para la confianza y la inversión que hasta ahora. Para Papadakis: “Esta es una posibilidad real dados los signos de escalada que hemos visto en ocasiones en la administración Trump. Aunque nuestro caso base sigue siendo que se evitará una guerra comercial, es difícil pronosticar la reacción de la Reserva Federal frente a un shock de oferta muy negativo ya que sus efectos debilitarían el crecimiento y elevarían la inflación, lo que plantea un dilema sobre la política más adecuada. Sin embargo, si las instituciones ven más riesgo para el crecimiento de la caída de la confianza que para el efecto inflacionario temporal, tendría sentido detener el ciclo”.