Los últimos acontecimientos ocurridos en Venezuela sugieren que el gobierno de Maduro podría estar llegando a su fin. El equipo gestor de la estrategia de renta fija de mercados emergentes de MFS (MFS Emerging Markets Debt fund) comparte su visión al respecto.
El mercado ha percibido de forma positiva el posible colapso del gobierno de Maduro: desde que comenzó el año hasta el 4 de febrero de 2019, el subíndice venezolano del índice JP Morgan EMBI Global ha superado a todos los demás países en el índice, con un rendimiento de 42,21% con respecto a un 4,48% del índice. Esto refleja una rápida recuperación que viene de un punto muy bajo, dado el rendimiento del año pasado de -20,29%.
El detonante de la última ola de disturbios fue la inauguración a principios de enero, después de una elección que había sido considerada como fraudulenta por la comunidad internacional. El nuevo presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, rápidamente emergió como el líder de la oposición doméstica. Guaidó fue proclamado presidente interino por la Asamblea el 15 de enero, estableciendo de forma efectiva un gobierno paralelo.
Bajo el liderazgo unificador de Guaidó, la oposición se consolidó y ganó un impulso considerable a medida que las masivas manifestaciones mostraron el alcance de la insatisfacción social. Guaidó se declaró como líder del país y un número de gobiernos extranjeros (por ejemplo, Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina, Chile y algunos países de la Unión Europea, entre otros) ayudaron a legitimar el liderazgo de Guaidó al manifestar el reconocimiento a su gobierno. Las protestas masivas que comenzaron el 23 de enero pusieron en evidencia el alto porcentaje de rechazo de Maduro y el fuerte apoyo por un cambio. Además, el respaldo de los militares venezolanos del régimen de Maduro, un factor clave para que Maduro pueda mantener el poder, ha comenzado a disminuir, como evidencio el levantamiento fallido por parte de la guardia nacional y deserciones de alto rango.
Las propuestas de amnistía del gobierno de Guaidó pueden erosionar aún más la lealtad de los militares de Maduro, ya que los que fueron partidarios por mucho tiempo del régimen sopesan los costes de mantener ese apoyo. Además de la presión política, los gobiernos extranjeros añadieron presión económica con la imposición de sanciones adicionales. Estados Unidos recientemente incluyó a PDVSA como una SDN (lista de Specially Designated Nationals) que bloquea toda propiedad de PDVSA en ausencia de una licencia. Esto congela sus cuentas en Estados Unidos, lo que equivale a la prohibición de facto de las exportaciones de 500.000 barriles por día de crudo venezolano a Estados Unidos. Las acciones del Tesoro contra PDVSA fueron rápidamente seguidas de unas medidas restrictivas adicionales impactando a los tenedores de bonos del gobierno venezolano. En particular, las nuevas sanciones prohíben a las entidades estadounidenses comprar deuda soberana venezolana y autoriza las desinversiones únicamente a personas que no son estadounidenses.
La respuesta del mercado a la incertidumbre alrededor de las restricciones ha resultado en un congelamiento de las transacciones del mercado de la deuda soberana venezolana y de la deuda de PDVSA, al menos hasta que haya más aclaraciones. Otros gobiernos han tomado medidas en oposición al régimen de Maduro. Reino Unido, por ejemplo, rechazó la petición de Maduro para enviar parte del oro venezolano almacenado en el Banco de Inglaterra de nuevo a Caracas, citando su reconocimiento a Guaidó como el líder legítimo de del país.
¿Qué le espera ahora a Venezuela?
Esta no es la primera vez que los mercados han experimentado un rally ante la perspectiva de una transición política durante la presidencia de Maduro, sin embargo, los esfuerzos anteriores han fracasado, ya que Maduro logró dividir la oposición y debido a que las sanciones internacionales fueron limitadas. Dicho esto, dada la fragilidad de la economía y el aumento del malestar social, el equipo de deuda de mercados emergentes de MFS Investment Management continúa siguiendo muy de cerca los acontecimientos de Venezuela, pues creen que la probabilidad de un fin inminente del régimen de Maduro ha aumentado considerablemente. Siguen teniendo cautela, pues el resultado puede depender en gran medida de factores como una protesta pública continuada, un posible desplome de la determinación de los militares para seguir apoyando a Maduro, y una continua presión internacional.
Con este telón de fondo, ¿qué cabe esperar en Venezuela? El colapso de la producción de petróleo del país (su principal fuente de ingresos), la disminución de las reservas, la agitación política, la profundización de la crisis humanitaria y el desmoronamiento del tejido social apuntan a la necesidad de un cambio de régimen. En MFS creen que un cambio de gobierno dirigido por la oposición sería positivo y podría llevar a una mejora de las perspectivas en el crecimiento a largo plazo. Un régimen favorable al mercado que podría ofrecer la promesa de un ‘círculo virtuoso’: además de unos mayores flujos de inversión extranjera directa, lo que probablemente permitiría catalizar el apoyo multilateral, incluyendo la posibilidad de un compromiso con el Fondo Monetario Internacional. Si bien en MFS consideramos que un potencial cambio de régimen sería positivo, también observamos varias advertencias en lo que hoy en día parece ser una dinámica de mejora:
- La situación política sigue siendo fluida y los resultados son difíciles de predecir.
- Cualquier cambio hacia un nuevo gobierno será un proceso lento
- El marco institucional de Venezuela tardará un tiempo en ser reconstruido
- La principal fuente de beneficio del gobierno, la producción de petróleo supervisada por PDVSA, necesitará años de reparaciones en sus infraestructuras con ayuda de capital externo, así como la restauración del capital humano perdido debido al éxodo de talento del país. La atracción del capital extranjero, muy escéptica tras años de expropiaciones Chavistas, requerirá de unas fuertes garantías y de una mayor confianza en la durabilidad de cualquier nuevo gobierno.
Estas condiciones tienen unas importantes implicaciones para los tenedores de los bonos, sugiriendo que una reestructuración será un proceso largo y complicado, con una enredada maraña de reclamaciones y contra reclamaciones litigadas y conforme se reconstruye gradualmente la capacidad de pagar la deuda de forma sostenible.
Como resultado, es probable que los tenedores de bonos experimenten un periodo prolongado de incertidumbre. Como consecuencia de estos factores, resulta muy difícil evaluar el valor relativo de la deuda soberana venezolana y de PDVSA. Si bien la relación riesgo-rentabilidad ha mejorado gracias al posible cambio de régimen, una reestructuración de la deuda requerirá un ‘recorte’ significativo del valor del principal de los bonos y un alargado periodo de gracia que limita la recuperación de la deuda al alza. Dada esta incertidumbre, el equipo de deuda emergente de MFS siente que el precio actual, o al menos el último precio que existía antes de que la cotización fuera suspendida, es razonable, pero no particularmente barata.