La batería de sanciones que Occidente ha impuesto a Rusia ha afectado duramente a su economía y, aunque la crisis provocará seguramente una recesión en Rusia (así como una inflación de dos dígitos), la mayor vinculación con China, la menor dependencia de la financiación en dólares y el desarrollo de su propio sistema de pagos pueden reducir el golpe, informan desde Generali Investments Partners.
Respecto al impacto del bloqueo a Rusia en la economía europea, hay varias posturas. Generali mantiene una de las más optimistas, y sus analistas consideran que el impacto directo de la guerra en la economía estadounidense y europea debería ser relativamente leve. «Rusia solo representa el 3% de las exportaciones de la Unión Europea, y la exposición de los bancos europeos es pequeña, especialmente tras una reducción de los préstamos a raíz de la crisis de Crimea de 2014», argumentan.
Por su parte, Enrique Navarro, consejero de Skydweller Aero, añade una nota de prudencia y advierte que debemos prepararnos para los efectos de las sanciones. “Es muy posible que a largo plazo esta crisis tenga más consecuencias negativas que el COVID-19, porque ésta sí ataca a los fundamentos económicos de Occidente de una manera desconocida. Pensemos en la crisis de 1973 por la subida del petróleo e imaginemos las consecuencias de lo que se nos viene encima”, señaló en un encuentro organizado por el IEB.
Mario Weitz, director general de Consulta Abierta y exconsejero del FMI, además de miembro del Claustro de IEB, indicó que “los efectos económicos para Europa serán duros: más inflación, menos crecimiento. La inflación ya estaba afectando antes del conflicto y con esto, al subir el petróleo y los cereales empeora la situación. Habrá que subir los tipos de interés para parar la inflación. Ese será el coste que pagar. No obstante, compensa perder nivel de vida por defender ideales y libertades. Hay dudas sobre efectos de la mayor inflación europea sobre tipos de interés y técnicamente habría que subirlos para contener la inflación. Los impactos económicos dependen mucho de la duración del conflicto. En este entorno, los inversores se refugian a corto plazo en oro, dólares y liquidez”.
La energía, el talón de Aquiles de Europa
El suministro energético es la clave de la vulnerabilidad. Europa depende en gran medida de las importaciones de energía de Rusia, que representa casi el 40% del gas de la UE y más del 20% de las importaciones de petróleo. “Aunque el suave invierno y las negociaciones con proveedores alternativos pueden compensar en parte las posibles interrupciones del suministro, es probable que el conflicto y las posibles sanciones hagan subir los precios de la energía durante más tiempo”, prevén desde Generali. Unos movimientos que podrían añadir un punto a la inflación de la eurozona y restar más de medio punto al crecimiento del PIB.
Si el flujo de petróleo y gas se interrumpiera, la economía europea se desaceleraría, pero podría evitar la recesión si no dura demasiado, y otros países podrían compensar la pérdida de producción de crudo y gas, explican desde Portocolom AV. “Los altos precios de la energía serán un lastre para el crecimiento en Europa y tendrán consecuencias para las perspectivas de crecimiento e inflación y, por lo tanto, afectando a la política del del banco central europeo, quien ya ha habla del posible riesgo de estanflación (inflación sin crecimiento económico)”, añaden.
Vender barato, comprar caro: el error más común en tiempos de incertidumbre
Mario Weitz recuerda que cuanto más dure la guerra, peor será para los mercados financieros. “Bajo este prisma, va a llegar un momento en el que el mercado se va a estabilizar y va a venir la recuperación, pero hasta que la guerra no se aclare, viviremos momentos de mucho nerviosismo en los mercados financieros”, advirtió en un encuentro organizado por EFPA España.
Si hay algo que no se han cansado de decir los expertos del sector es que mantener la calma en estos momentos es vital. La guerra en Ucrania, la volatilidad, la inflación… es una combinación perfecta para que el pánico se desate entre los inversores, pero el pánico solo puede llevarnos a tomar decisiones precipitadas y poco racionales.
“Como ya hemos podido experimentar en multitud de ocasiones, algunas de ellas recientes como las vividas en el último trimestre de 2018 o en el año 2020, salir de bolsa tras correcciones bruscas esperando una situación más propicia para aumentar la exposición a activos de riesgos es, casi siempre, una estrategia perdedora puesto que interpretar los movimientos a corto plazo del mercado es extremadamente difícil”, recuerdan desde Santalucía AM.
Víctor Alvargonzález, socio fundador y director de estrategia de Nextep Finance, considera que el fin de la inocencia ha llegado de verdad ha sido en 2022. “Y los inversores han aprendido la importancia de viajar con un coche que lleve amortiguadores. Los mercados no son siempre circuitos de Fórmula 1: a veces toca correr el Dakar”, advierte.
“El COVID-19 va quedando atrás y también lo hará la guerra, pero todo esto deja una valiosa lección: ni la vida, ni el mundo, son “hunky dory” (momentos en los que todo va a la perfección según los británicos), y tampoco lo son los mercados. Si uno quiere invertir debe trabajar con asesores financieros que tengan servicios que cuenten con “amortiguadores” y sepan utilizarlos”, aconseja.