El dólar se revaloriza más del 30% en comparación con otras divisas de países desarrollados desde 2022, rompiendo los pronósticos que hace dos años apuntaban a una caída de entre el 30% y el 40%. Además, desde 2011, la divisa sube casi un 40% en comparación con una amplia cesta de divisas. Ante estos porcentajes, Jeffrey Cleveland, jefe economista de Payden & Rygel, se pregunta cómo de perdurable será el «reinado del dólar».
Una pregunta y un análisis que el experto se plantea en un contexto en que se ha fortalecido tras la victoria de Donald Trump en las últimas elecciones. «Si bien, la política del nuevo presidente de Estados Unidos puede favorecer la evolución del dólar, el fortalecimiento de la divisa estadounidense viene de lejos y parece consolidar su posicionamiento. Además, desde 2011, el dólar sube casi un 40% en comparación con una amplia cesta de divisas», matiza. Entonces, ¿por qué se equivocaron tanto los “osos” del dólar?
Para Cleveland, las ideas erradas sobre el papel del dólar en el sistema financiero mundial inducen a error tanto a los inversores como a los responsables políticos. En su opinión, las dudas sobre el dólar tienen su origen en cuatro conceptos erróneos sobre el sistema del dólar. «Las crisis más recientes no han hecho más que consolidar el reinado mundial del dólar. Durante la crisis financiera mundial, la Fed prestó 10 billones de dólares en cantidades brutas de swaps a sus principales contrapartes extranjeras, y de nuevo durante COVID-19. Esto es una señal de lo vital que es el dólar para la economía mundial”, añade el experto.
En la actualidad, el sistema mundial del dólar, aunque nacido de las crisis, ha resistido la prueba del tiempo y ha demostrado ser más resistente y duradero que sus predecesores, según el análisis de Cleveland. Por ello considera que no existen rivales viables para el dólar, aunque existan unas 180 divisas en el mundo: «El dólar es la moneda más dominante y su estatus ha disminuido poco en las últimas décadas. Según el índice internacional de divisas elaborado por la Fed, el dólar se ha mantenido a la cabeza en reservas de divisas, volumen de transacciones, emisión de deuda en moneda extranjera y activos bancarios internacionales desde que se dispone de datos. El euro, que ocupa el segundo lugar, obtiene 23 puntos en el índice. Esto es un tercio del nivel del dólar, aunque más que la suma de las tres divisas siguientes: yen japonés, libra esterlinas y renminbi».
Sobre esta última divisa, Cleveland reconoce que fue una vez el favorito de los “osos” del dólar, que pedían su desplazamiento por una moneda china ascendente. Sin embargo, según su análisis, desde la crisis bursátil china de 2015, la falta de convertibilidad plena del renminbi, la incertidumbre de su marco jurídico y la iliquidez de sus mercados financieros han hecho improbable que pueda competir con la hegemonía del dólar en un futuro próximo. «Además, en 2015, los países con monedas ancladas al dólar (sin contar EE.UU.) representaban el 50% del PIB mundial. En cambio, las economías vinculadas al euro sólo representaban el 5% (sin contar la zona del euro)”, explica.
Además, añade que la última moda de los bajistas del dólar es la desdolarización, con el argumento de que las principales economías preferirán utilizar otras divisas para evitar la ira de los responsables políticos estadounidenses, deseosos de “militarizar” el dólar mediante sanciones. «Estas son habituales y se utilizan desde hace mucho tiempo y, además, los beneficios de la dolarización superan con creces la reducción del riesgo percibido de la desdolarización. Utilizar el dólar permite llegar al 80% de los compradores y vendedores en la actividad comercial mundial y al mercado financiero más profundo y líquido del mundo. Además, la Fed ha demostrado ser un respaldo fiable para todos los participantes en los mercados financieros mundiales en crisis financieras pasadas, especialmente mediante líneas de swap del banco central y acuerdos de recompra en el extranjero”, argumenta Cleveland.
Por último, destaca que «se podría argumentar que los malos actores” deberían quedar excluidos del ecosistema financiero del dólar porque, al fin y al cabo, liquidar y utilizar dólares es un privilegio, no un derecho. «Pero aunque la imposición de sanciones disuada a algunos países de mantener bonos del Tesoro como reservas, es poco probable que el grueso de los tenedores de reservas en dólares se deshaga del dólar. De hecho, los gobiernos extranjeros con vínculos militares con EE.UU. poseen casi tres cuartas partes del total de la deuda estadounidense en manos de gobiernos extranjeros”, subraya el jefe economista de Payden & Rygel. En resumen, en su opinión los beneficios de operar en dólares superan con creces los costes de la desdolarización.
El mito del colapso
Para Cleveland existe una idea falsa muy extendida que dice que el dólar está siempre al borde del colapso debido a la excesiva carga de la deuda: 27 billones de dólares. En su opinión, hasta ahora, el valor predictivo es nulo, ya que la acumulación de deuda nacional todavía no ha provocado un aumento de los rendimientos o un impago de la deuda.
En segundo lugar, Cleveland considera que cada dólar de deuda no es sólo un pasivo del gobierno estadounidense, sino un activo de otra persona y además muy popular incluso entre los inversores extranjeros. “Quizá su popularidad se deba a que es seguro (EEUU nunca ha incumplido) y líquido (870.000 millones de dólares de media en operaciones al día en julio de 2024) y ofrece atractivos rendimientos reales en la actualidad”, añade el jefe economista.
En tercer lugar, apunta que el problema de la deuda está sobrevalorado: «El coste medio (rendimiento) de la deuda estadounidense era sólo del 3,4% en julio de 2024, todavía muy inferior al de la mayor parte de la historia reciente del país, gracias al estatus del dólar como moneda de reserva mundial y a décadas de estabilidad de precios desde los años noventa».
Según Cleveland, los costes netos por intereses, que incorporan los costes medios y el importe total de la deuda pendiente, alcanzaron el 2,4% del PIB nominal en el ejercicio fiscal 2023, pero siguen estando por debajo de su máximo histórico del 3,3%. «A menos que el tipo de los fondos federales estuviera por encima del 5% durante algunos años, la trayectoria actual de la carga de la deuda estadounidense sigue siendo manejable”, concluye el experto de Payden & Rygel.
Una cuestión histórica
Tampoco se puede olvidar que el sistema del dólar tiene más en común con la biología evolutiva que con el diseño arquitectónico: creció orgánicamente. Durante gran parte de su historia temprana, EE.UU. seguía un patrón bimetálico (vinculado al oro y la plata), y se rehuía el papel moneda. El pánico de 1907 llevó al Congreso a crear la Reserva Federal (Fed). Posteriormente, la Fed emitió “billetes de la Reserva Federal”, concedió préstamos a los bancos cuando se agotó la liquidez e impuso liquidaciones “a la par” para los cheques en todo el Sistema de la Reserva Federal. La favorable situación geográfica de EE.UU. durante las dos guerras mundiales le permitió convertirse en el “centro del sistema financiero mundial”. Poseer cerca del 40% de las reservas mundiales de oro permitió a EE.UU. ser uno de los únicos países que no suspendió la convertibilidad durante las guerras.
Según recuerda Cleveland, en Bretton Woods, los delegados descartaron los planes competidores alternativos al dólar como activo de liquidación internacional por considerarlos inviables: el dólar era la opción mejor y más fácil. Además, el “reinado” del dólar ya se había globalizado. «El mercado euro-dólar nació en los años veinte y se reactivó en los cincuenta porque los bancos londinenses empezaron a aceptar depósitos en dólares (y en otras divisas) y a conceder préstamos en dólares a terceros», matiza.