Atribuimos un valor financiero a muchos activos. Pero, ¿por qué no hacemos lo mismo con los recursos naturales finitos, de los que depende nuestra actividad económica y nuestro bienestar? Los últimos cientos de años de actividad humana han provocado cambios climáticos que amenazan nuestra supervivencia. No obstante, según explican los expertos de Schroders, el cambio climático no es la única amenaza para el medio ambiente.
Está generalmente aceptado que los daños al medio ambiente y la pérdida de biodiversidad suponen un riesgo equiparable. Los recursos naturales son el elemento más importante de la economía global. Ya sean materias primas, agua, protección contra inundaciones, biodiversidad o polinización, la naturaleza proporciona la mayor parte del capital que necesitan las empresas para la producción de bienes y servicios. Todos tenemos un papel que desempeñar en la protección de estos recursos para que los seres humanos puedan seguir beneficiándose de ella durante generaciones. Además, cada vez hay más conciencia de que la pérdida de biodiversidad contribuye al cambio climático y es un riesgo para la inversión.
¿Qué es el capital natural?
El término se utiliza para describir elementos de la naturaleza que proporcionan beneficios importantes, llamados «servicios de los ecosistemas». Entre ellos se encuentran el control o la eliminación de CO2, la protección contra la erosión del suelo y el riesgo de inundaciones, los hábitats para la vida silvestre, la polinización y los espacios para el ocio y el bienestar. La naturaleza proporciona beneficios sociales esenciales a personas y comunidades de todo el mundo.
La combinación de suelos, especies, comunidades, hábitats y paisajes que proporcionan estos servicios de los ecosistemas suele denominarse «activos». La idea de considerar la naturaleza como capital natural, reconociendo el verdadero valor de los activos de la naturaleza, está aumentando rápidamente su popularidad. Si bien el término se utilizó por primera vez en la década de los 70, ahora se exige cada vez más que el capital natural se considere un activo económico, y la ONU insta a los gobiernos a mirar más allá del PIB.
«El capital natural se diferencia de otras fuentes de capital porque no se produce», afirma Dieter Helm, profesor de política económica y miembro de la cátedra de economía del New College de Oxford. Señala que el petróleo y el gas son recursos naturales que se obtienen de la propia naturaleza y son de consumo gratuito en su origen.
¿En qué se diferencia el capital natural de otros tipos de capital?
La maquinaria, los vehículos, los edificios y otros artículos industriales se denominan «capital producido». Se trata de «las cosas que hemos fabricado los humanos», explica Dieter en su podcast. «Hemos convertido las cosas que nos rodean en capital físico que se utiliza en la producción».
Así, aunque el petróleo y el gas existen en la naturaleza, utilizamos maquinaria creada por el hombre para acceder a ellos y convertirlos en productos cotidianos como la gasolina y los plásticos. El capital humano, por su parte, se refiere a los conocimientos, el juicio y la experiencia que aportamos los seres humanos. Las tres fuentes de capital trabajan juntas y forman la base de la actividad económica.
¿Cómo se clasifica el capital natural?
El capital natural puede dividirse en categorías renovables y no renovables. El petróleo, el gas y los minerales, por ejemplo, sólo pueden utilizarse una vez. «La cuestión no es necesariamente que estos activos se utilicen», dice el profesor Helm. «Es que si una generación lo agota, ¿cómo compensamos a las generaciones futuras, porque ya no estará disponible para ellas?».
En cambio, el capital natural renovable es más flexible. «El capital renovable, a diferencia de otras formas de capital, es un capital que sigue proporcionando sus beneficios indefinidamente», afirma. Explica que hay un punto crítico con estos activos: si se agotan sus existencias más allá de este punto de inflexión, el capital deja de ser renovable. Es crucial mantener, mejorar y proteger estos recursos para que estén disponibles para las generaciones futuras.
¿Cuál es un ejemplo de capital natural renovable?
El profesor Helm, que también es director de Natural Capital Research, destaca las poblaciones de peces del Mar del Norte. «Si comemos arenques, estamos disfrutando de los beneficios de un capital natural renovable. Si no sobreexplotamos este capital natural renovable, dentro de 100 años la gente también podrá tener arenques», afirma.
Mientras las existencias naturales no se sitúen por debajo de los umbrales críticos, los activos podrán regenerarse. Los seres humanos y el ganado que crían para alimentarse representan el 96% de la masa de todos los mamíferos del planeta.
¿Es el capital natural lo mismo que la biodiversidad?
A veces los términos se utilizan de forma que sugieren que son equivalentes. Pero la «biodiversidad» se aplica a los organismos vivos. El capital natural incluye los organismos vivos, pero también el flujo de servicios de los ecosistemas de esta biodiversidad. Más de 32.000 especies están en peligro de extinción: el 26% de los mamíferos, el 41% de los anfibios, el 33% de los corales y el 14% de las aves.
¿Es el capital natural valioso en términos financieros?
El capital natural es fundamental para la vida tal y como la conocemos: dependemos totalmente de él para nuestra supervivencia y desarrollo. Pero la sociedad no lo reconoce oficialmente como un activo económico. Esto significa que el papel fundamental de la naturaleza no se tiene en cuenta en las mediciones del crecimiento económico y el bienestar.
Ahora se pide cada vez más que se la considere como tal. El marco económico de la ONU, el Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica, ayudará a las personas y a las empresas a valorar con mayor precisión los recursos naturales. La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad es otra iniciativa pionera que pretende incorporar la contabilidad del capital natural siguiendo un enfoque organizado para la valoración de los recursos naturales.
Por su parte, la Coalición de Capitales, formada por 380 iniciativas y empresas de todo el mundo, también intenta que la mayoría de las empresas, instituciones financieras y gobiernos del mundo tengan en cuenta el capital natural en su toma de decisiones para 2030.
Kathy Willis, profesora de biodiversidad de la Universidad de Oxford y otra de las directoras de Natural Capital Research, dijo que considerar la naturaleza como un activo y ponerla en el mismo balance que los demás recursos de una empresa ya no se ve como algo extraño.
«Los gobiernos, las empresas y los ciudadanos de todo el mundo están empezando a comprender la importancia y el valor críticos de los servicios de los ecosistemas que proporcionan sus activos de capital natural, sobre todo en lo que respecta al almacenamiento y la retención de carbono», dijo el profesor Willis.
«Existe un gran potencial de inversión en activos de capital natural; no sólo para la compensación de carbono y ESG, sino también para detener la pérdida de biodiversidad global y restaurar algunos de los ecosistemas más importantes del planeta».
Aunque representan menos del 2% de la superficie terrestre, los bosques tropicales son el hábitat de más de la mitad de las plantas y animales del mundo.
¿Debe el capital natural ser realmente la principal prioridad de los inversores?
Según el Foro Económico Mundial, más de la mitad del producto interior bruto mundial, es decir, 44 billones de dólares, corresponde a actividades que dependen moderadamente o mucho de la naturaleza. Andy Howard, responsable de inversiones sostenibles de Schroders, afirma: «La reducción del capital natural, incluida la pérdida de biodiversidad y el deterioro de las reservas renovables, supone un riesgo real para las empresas, sus beneficios y los inversores».
En términos prácticos, esto podría significar que las compañías, los bancos y los inversores se enfrenten a mayores riesgos de seguros, mayores costes de capital y una pérdida de oportunidades de inversión.
«Los sectores que dependen en exceso de los servicios de los ecosistemas que actualmente no se valoran, o se infravaloran, pueden ver afectadas las valoraciones de las empresas cuando éstas acaben siendo valoradas con precisión», explica Andy Howard. Entre estos sectores se encuentran la agricultura, la producción de alimentos y el sector marítimo.
«Además, las presiones regulatorias y políticas ya están comenzando a consolidarse y materializarse. Por ejemplo, el Green Deal de la UE contiene un elemento importante sobre la biodiversidad. Esto podría tener un impacto directo en los beneficios», afirma.
Al igual que con el cambio climático, si no se hace nada los costes podrían ser elevados. El Fondo Mundial para la Naturaleza calcula un coste directo de 10 billones de dólares a nivel mundial entre 2011 y 2050.
¿Cómo encaja el capital natural con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU?
A largo plazo, el ritmo de agotamiento del capital natural debe coincidir con el ritmo de su regeneración; de lo contrario, los sistemas de soporte vital que necesitamos de la naturaleza se agotarán. Los ODS se desarrollaron partiendo de la base de que podemos alcanzar una tasa sostenible de uso del capital natural.
¿Qué han hecho los inversores hasta ahora?
La mayoría de los inversores aún no valoran del todo los riesgos financieros relacionados con la biodiversidad. Según los Principios de Inversión Responsable, los inversores están «poco concienciados» sobre el tema. Y hay muy pocos compromisos o políticas para abordarlo. Pero el impulso está creciendo.
Hannah Simons, jefa de estrategia de sostenibilidad de Schroders, afirma: «El Banco Mundial y los inversores globales están trabajando para establecer un compromiso de colaboración similar al de Climate Action 100+. La llamada Nature Action 100+ trataría de impulsar el cambio en las 100 principales empresas que tienen el mayor impacto negativo en la naturaleza».
Señala que se ha comenzado a trabajar en un Grupo de Trabajo para la Divulgación Financiera Relacionada con la Naturaleza con un plan para crear un marco, similar al Grupo de Trabajo para la Divulgación Financiera Relacionada con el Clima, para que las empresas divulguen su exposición a los riesgos financieros relacionados con la naturaleza para finales de 2023.
«Los objetivos basados en la ciencia para la naturaleza están en las primeras fases de desarrollo por parte de la Red de Objetivos Basados en la Ciencia», dice. «Estos objetivos son una forma en la que las empresas pueden alinear su acción individual de sostenibilidad con los objetivos ambientales acordados a nivel mundial».
¿Qué más deben hacer los inversores con respecto al capital natural?
Los inversores pueden desempeñar su papel asignando capital a inversiones que preserven nuestro entorno natural y comprendiendo cómo las empresas de sus carteras utilizan y dependen del capital natural.
Kate Rogers, codirectora de organizaciones benéficas de Cazenove Capital, que supervisa carteras pertenecientes a fundaciones y organizaciones benéficas, destaca la importancia de que los inversores trabajen juntos. «Estamos deseando trabajar junto a otros inversores con fines benéficos en un nuevo programa de compromiso colaborativo en el que se solicita a las empresas que valoren, protejan y restauren la naturaleza. Consideramos que la propiedad activa es una parte clave de nuestra acción para detener la pérdida de biodiversidad».
Asimismo, Andy Howard afirma: «Podemos actuar como responsables activos de nuestras inversiones, utilizando los datos disponibles para distinguir a los líderes de los rezagados e impulsar el cambio, especialmente entre estos últimos, para ayudarles a mejorar sus prácticas empresariales».
Por último, Hannah Simons afirma: «También es nuestra responsabilidad como inversores animar a terceras partes a recopilar y difundir datos coherentes y comparables relacionados con la naturaleza, e instar a las empresas a participar en los proyectos piloto del Grupo de Trabajo para la Divulgación de Información Financiera relacionada con la Naturaleza».