Según Credit Suisse, actualmente, los inversores están fijando su atención en un posible repunte que podría producirse en los próximos tres a seis meses en medio del peor entorno del mercado en más de cuatro décadas. En especial, consideran, se debe analizar los cambios tectónicos que se han estado desarrollando durante los últimos años.
La firma considera que la desglobalización y la aparición de un mundo bipolar pueden tener consecuencias negativas sobre el rendimiento de la cartera, si sorprenden desprevenidos a los inversores. Es más, defienden que los actuales cambios de paradigma tienen implicaciones para el inversor, que debe replantearse cómo asignar estratégicamente sus activos y sus carteras.
En este sentido, el debate se ha instalado en si la globalización. En opinión de Alexandre Bouchardy, jefe de estrategia de inversión en Credit Suisse Asset Management, si bien el debate sobre el posible retroceso de la globalización está todavía candente, hay una serie de indicadores que podrían al menos servir como señales de advertencia para los inversores atentos.
“El comercio como porcentaje del PIB, que ha venido aumentando constantemente desde mediados de la década de 1980, se ha estabilizado desde la crisis financiera mundial. Las barreras comerciales están aumentando y a esto se suman los aranceles que se implementaron durante la presidencia de Donald Trump. Más recientemente, Rusia ha recibido fuertes sanciones destinadas a desvincular al país de las economías occidentales y su sistema financiero. Además, la pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve la vulnerabilidad de la cadena de suministro mundial, lo que ha dado lugar a que los gobiernos y las empresas busquen formas de atenuar las dependencias externas. Aunque no se retiran de China, muchas multinacionales occidentales han diversificado sus líneas de producción, por ejemplo, a Vietnam y la India. El deseo de producir más cerca de donde se consumen los bienes está cobrando cada vez mayor importancia, mientras que el friend-shoring (producir en países de confianza y políticamente afines) puede convertirse en la consigna de un mundo bipolar”, señala.
Para Bouchardy si la globalización fuese deflacionaria, sería lógico esperar que el proceso contrario fuese inflacionario. En cambio, advierte de que la desglobalización puede conducir a una disminución de la eficiencia y la productividad, a un aumento de los precios generales por la subida de los costes de mano de obra e insumos, así como a la contracción de los márgenes. Además, recuerda que la inflación puede acelerarse en una primera etapa y estabilizarse a un nivel más alto en el nuevo equilibrio.
“Dicho patrón lo observamos parcialmente este año, en el que las principales economías desarrolladas están registrando la mayor inflación en más de cuatro décadas. Se cree que este resurgimiento de la inflación se debe a un doble impacto: en primer lugar, la pandemia y el enorme estímulo fiscal y monetario y, en segundo lugar, la invasión de Ucrania por parte de Rusia, con la consiguiente convulsión en torno a las materias primas y la energía, y con las sanciones de Occidente. Ahora es demasiado pronto para predecir si la inflación volverá a su nivel prepandémico o si se alcanzará un nuevo nivel de equilibrio en cotas más altas. Sin embargo, si hay una observación que, en nuestra opinión, puede extraerse con mayor certeza: está surgiendo un mundo bipolar”, argumenta el jefe de estrategia de inversión en Credit Suisse Asset Management.
Un mundo bipolar
Un elemento clave para comprender el nuevo escenario global es, en opinión de Bouchardy, el conflicto militar que en febrero de este año inició Rusia al invadir y atacar Ucrania. “El mes de febrero de 2022 puede pasar a la historia como un momento decisivo, un punto de inflexión en el que el mundo comenzó a separarse entre Occidente, con los países democráticos liderados por Estados Unidos y sus aliados, y el Oriente autocrático liderado por China y Rusia”, indica.
Aunque ve muy probable que estas tensiones llevasen años germinando, el experto de Credit Suisse AM pone el foco en que, en realidad, nos enfrentamos a una situación en la que China estaría emergiendo como un competidor que desafía al poder establecido, Estados Unidos. “Muchos piensan que el objetivo del gigante asiático es reorganizar el orden mundial para establecer un sistema que refleje mejor la importancia de este país en el mundo y esté más en sintonía con sus valores. Pero la historia nos hace ver que una situación geopolítica en la que se cuestiona la hegemonía es una situación inestable. Al mismo tiempo, las democracias mundiales están experimentando en algunos casos un auge del populismo, mientras que en los países autocráticos se observa una concentración de poder. Ambas tendencias socavan la estabilidad global”, explica.
Implicaciones para el inversor: asignación estratégica
Frente a este escenario de cambio, el experto considera que los inversores deberían empezar a reflexionar y a pensar que la asignación estratégica de activos debería como mínimo prever un cambio radical en el orden mundial. “Los inversores deben seguir vigilando de cerca la situación para evaluar su evolución. Los indicadores económicos, políticos y sociales son fundamentales para realizar este seguimiento. Por ejemplo, un aumento del gasto militar combinado con una reducción del intercambio económico entre países ha sido generalmente el anticipo de un conflicto militar”, afirma.
En este sentido propone que, desde el punto de vista de los inversores a largo plazo, el principal objetivo debe ser identificar qué tipo de activos tendrían un buen rendimiento y cuáles se verían afectados negativamente en caso de un cambio de paradigma. “Creemos que se debería dar preferencia a los activos reales, como las materias primas, el oro, los bonos indexados a la inflación, determinados bienes inmuebles y la renta variable. Las empresas multinacionales se verían afectadas negativamente, mientras que las empresas centradas en el ámbito nacional se beneficiarían de la desglobalización. Las letras y los bonos podrían verse negativamente afectados debido a la tendencia de los gobiernos a utilizar la inflación para salir de los problemas”, argumenta Bouchardy
Por último, destaca que “los inversores deben decidir cuándo es el momento de cambiar de rumbo”. Según su experiencia, esta decisión debería basarse en un análisis probabilístico, teniendo en cuenta el contexto histórico y en relación con las primas de riesgo de activos cruzados. “Dependiendo de las valoraciones, como las primas de riesgo, puede que valga la pena asumir algunos riesgos a pesar de la difícil situación. Por el contrario, es posible que otras clases de activos deban ser rechazadas por completo porque las primas de riesgo no reflejan el cambio de paradigma. Al mismo tiempo, deberíamos empezar a planificar la combinación de activos adecuada para proteger nuestras carteras de las posibles consecuencias negativas relacionadas con el surgimiento de la desglobalización y de un mundo bipolar”, concluye.