¿Pueden los datos ESG de los países ayudar a identificar fisuras potencialmente peligrosas y determinar su preparación para las crisis? Según Max Schieler, analista senior de inversión sostenible RobecoSAM, desde luego pueden ayudar a prepararse ante eventos devastadores, como por ejemplo está siendo el COVID-19.
En su opinión, el coronavirus ha sacudido los cimientos de muchos países, con efectos devastadores. Sin embargo, muchas de las debilidades estructurales que ha exacerbado la crisis ya resultaban claramente visibles en los datos de evolución ESG de los países. “Un análisis más detallado pone de manifiesto una serie de sorprendentes paralelismos entre las puntuaciones ESG y la eficacia en la gestión de la crisis. Resulta llamativo que las puntuaciones elevadas en los parámetros relacionados con el sistema sanitario resultan insuficientes a la hora de predecir la capacidad de reacción de los países, lo que evidencia que no existen indicadores mágicos con plena capacidad predictiva”, apunta.
Según el análisis de los datos que realiza Schieler, “se observa que unos niveles elevados en los indicadores institucionales y de gobierno se correlacionan claramente con la capacidad de reacción de los países, lo que ayuda a explicar los sorprendentes éxitos y fracasos de muchos países en la gestión de la crisis. Pero un gobierno sólido no debe confundirse con un gobierno absolutista: los regímenes autoritarios no han tenido más éxito que las democracias occidentales en la lucha contra el coronavirus ni en el control de su propagación e impacto”.
En este sentido sostiene que, aunque la pandemia actual comenzó como un riesgo para la salud pública, aparentemente circunscrito a variables relacionadas con la salud y el bienestar (dimensiones sociales, en lo que respecta a los datos ESG), se contaminado y paralizado rápida y agresivamente el conjunto macroeconómico. Ante las consecuencias que está teniendo para la macroeconomía, los mercados financieros, el panorama geopolítico y la sociedad, queda muy patente que el perfil ESG de un país debería ser una pieza esencial de las consideraciones de inversión y la toma de decisiones.
“Al examinar el número actual de casos confirmados de COVID-19 y compararlos con la figura 1, vemos que los países mejor clasificados conforme a los principales indicadores relacionados con el sistema sanitario se encuentran entre los focos críticos de esta pandemia, especialmente Estados Unidos, España, Italia y Francia”, apunta. “Aunque la salud y los sistemas sanitarios se encuentran en el epicentro de esta crisis, a resultas de ella han quedado expuestas una serie de fracturas más profundas que tienen que ver con otras vertientes del concepto ESG”, sostiene.
En su opinión, queda patente que cuando una enfermedad contagiosa golpea con tanta fuerza, incluso los sistemas sanitarios más avanzados pueden verse sobrepasados si no se cumplen también otras condiciones (medidas conforme a otras dimensiones ESG). “En los países más gravemente afectados, la propagación de la enfermedad podría haberse contenido de manera más eficaz si se hubieran tomado medidas rápidas y decisivas desde un principio. En la figura 2 se ofrece una indicación preliminar de los países que han logrado gestionar la crisis del coronavirus con más éxito hasta ahora”, añade.
Conclusión
Con esta visión sobre la mesa defiende que, para los inversores, las implicaciones están claras: “Si los datos ESG pueden ofrecer valiosos conocimientos sobre una pandemia mundial, también pueden constituir una potente herramienta para comprender y mitigar los riesgos geopolíticos y nacionales en el seno de una cartera de inversión. Y, como han puesto de manifiesto con tremenda claridad los acontecimientos vividos este año, y el anterior, los riesgos sociales y geopolíticos pueden ser demoledores e inmensamente perjudiciales para los países, las empresas y las carteras por igual”.
Para Schieler, la pandemia global es una oportunidad también para aprender y poner en valor la información que nos dan los criterios ESG sobre los países. “Cabe albergar la esperanza de que la magnitud y la agudeza de la conmoción inicial y las sacudidas posteriores, aunque nos dejen profundamente heridos, también nos hagan estar mucho más atentos a las advertencias tempranas que puedan ayudar a evitar este tipo de riesgos en el futuro; un buen consejo para los ciudadanos, los países y los inversores”, concluye.