Un acuerdo fiscal en EE.UU. se antoja complicado a corto plazo, y puede hacerse esperar hasta después del Inaguration Day (el 20 de enero). Los principales motivos son:
- La segunda vuelta en Georgia el 5 de enero, que determinará si hay o no “ola azul” (improbable teniendo en cuenta la demografía y la tasa de participación en run off, que favorece a los republicanos).
- El hecho de que los republicanos en el Congreso superaron las expectativas, arañando 5 escaños a los demócratas.
- La solidez en los datos económicos y el S&P 500 en máximos históricos .
- Las excelentes noticias respecto a la vacuna Pfizer-BNTX.
- Y la negativa de Trump a conceder la victoria a su oponente (Mitch McConnell y otros republicanos de alto rango apoyan las impugnaciones legales del ex presidente, mientras que el Fiscal General Barr ha instruido a los fiscales de todo EE.UU. para que investiguen las denuncias de fraude electoral antes de que se certifiquen los resultados de las elecciones).
Adicionalmente, y a pesar de los avances médicos, los próximos meses seguirán siendo muy difíciles en la batalla contra el virus. Los nuevos casos aumentarán aún más cuando las temperaturas bajen y se incremente la intensidad en reuniones sociales; por otro lado la distribución masiva de la vacuna tomará tiempo. En este contexto, los políticos podrían verse forzados a implementar medidas mitigantes más severas.
Este panorama no favorece un incremento en la pendiente de la curva las próximas semanas. Sin embargo, solo es cuestión de tiempo que se aprueben más ayudas (~1Trl de dólares) para paliar el impacto económico de la nueva ola de contagios, y que otros laboratorios (como Moderna, AstraZeneca o J&J) compartan el éxito cosechado por Pfizer.
Así, en ausencia de shocks de carácter geopolítico, la recuperación económica debería fortalecerse y con los grandes bancos centrales sin ánimo de cambiar de postura en años, lo lógico es anticipar tasas reales deprimidas durante bastante tiempo.
Las tasas reales son, junto a la cotización del dólar, los dos factores financieros más relevantes para explicar el comportamiento del precio del oro y ambos apuntan en una dirección que favorece la inversión en el metal precioso.
Como comparten con nosotros eToro y OFI Financial, aunque el ETF más popular (GLD US) probablemente continúe durante algún tiempo consolidando las ganancias de los últimos meses (técnicamente tiene resistencias relevantes y las posiciones especulativas en futuros y opciones son excesivas), a largo plazo, cada vez encontramos más justificaciones para aumentar el peso del activo en nuestras carteras:
- Evidente valor como diversificador en eventos de estrés de mercado.
- Contrapunto en portafolios largos en temática momentum/crecimiento; el sector tecnológico, Amazon y Alphabet ponderan más de un 42% en el S&P 500; esta concentración compara con el 26% que estas industrias representaban en el pico en la burbuja .com. En cierta forma, la situación recuerda a lo sucedido en los años 70 con las Nifty Fifty. Entonces el S&P cotizaba con P/E de 19x mientras que el de las 50 empresas más populares se situaba en 43x. Esta obsesión por grandes multinacionales acabó en tragedia; la referencia estadounidense cayó más del 50% entre 1973-1974, mientras que el precio por onza de oro se disparó un 237% y el índice Barrons de acciones productoras de oro se disparaba 5x.
- La ola de populismo global y el creciente endeudamiento como porcentaje del PIB en las grandes economías del mundo presionan a los bancos centrales y los gobiernos a sesgar hacia políticas expansivas que degradan el valor de sus respectivas divisas, hasta el punto que el Fondo Monetario Internacional avisa de la amenaza de un nuevo Bretton Woods. Como ejemplo, las últimas medidas adoptadas por el banco central de Canadá han resultado en un +450% de aumento en sus activos como porcentaje de su crecimiento económico (tasa interanual; y ahora representan un 28% del PIB). Un dólar débil, más deuda y un consiguiente incremento en la masa monetaria son argumentos que favorecen al oro.
- Las iniciativas desplegadas por la Fed para estabilizar el mercado de crédito y evitar una situación parecida a la de 2008 han proporcionado a los inversores una falsa sensación de seguridad, y metido a Powell en un agujero del que va a tener complicado salir. Los diferenciales de crédito corporativo vuelven a mínimos mientras que, paradójicamente, la salud del balance de los emisores es la peor de los últimos 30 años. La liquidez seguirá fluyendo.
- Como resultado de la suspensión temporal de operaciones por COVID-19 y una gestión conservadora de CAPEX en un entorno de fortaleza del dólar, el descubrimiento de yacimientos relevantes se ha desvanecido desde 2017 (S&P Global).