La deuda de mercados emergentes no ha sido inmune a la volatilidad, y el resultado de las elecciones de Estados Unidos puede tener ramificaciones para el comercio internacional. Sin embargo, la actividad económica en emergentes ha empezado a mostrar recuperación -dice Alain-Nsiona Defise, director de deuda empresarial de emergentes de Pictet-, impulsada principalmente por factores internos y lo peor de la desaceleración puede estar ya atrás. En cualquier caso la deuda empresarial de mercados emergentes, en un mundo sediento de fuentes de ingresos estables, muestra altas rentabilidades a vencimiento, solo superadas en renta fija por deuda emergente en moneda local y de alta rentabilidad de EE.UU. Ahora bien -matiza el también gestor de Pictet Short Term Emerging Corporate Bonds y Pictet Emerging Corporate Bondsen 2017-, siguiendo la tendencia desde 2015 es previsible que siga la divergencia por país y sector.
En este sentido hay inquietudes respecto a un movimiento generalizado de políticas monetarias más restrictivas en el mundo desarrollado: la Reserva Federal puede subir tipos de interés y el BCE reducir su ritmo de expansión monetaria en 2017. Pero en esas condiciones la deuda empresarial emergente, especialmente en vencimientos a corto plazo, debe comportarse mejor que la soberana, mucho más sensible a variaciones de tipos de interés y resulta particularmente atractiva, especialmente teniendo en cuenta la anómala compresión de diferenciales en gran parte del universo de renta fija a pesar del enorme volumen de deuda en rentabilidades negativas.
Además, explica el gestor, las tasas de impago y recuperación en crédito de emergentes en general se ajusta a los estándares de mercados desarrollados. De hecho los prestatarios empresariales de emergentes tienen un ratio de apalancamiento bruto menor que el de sus homólogos estadounidenses y para calificaciones crediticias equivalentes su solvencia suele ser mejor que la de deudores de mercados desarrollados, aunque cotizan con diferenciales de rentabilidad más amplios. Para algunos observadores -explica- se debe a las primas de riesgo de la deuda soberana de sus respectivos países. Otros sostienen que la solvencia de las empresas emergentes puede verse limitada por la actividad de sus gobiernos. Pero es posible encontrar empresas relativamente aisladas de factores nacionales. “Por ejemplo hemos invertido en deuda de empresas turcas que desde el intento de golpe de estado el verano han capeado el temporal político, manteniendo la calificación crediticia grado de inversión a pesar de que la deuda del país fue rebajada por Moody’s”, declara.
Adicionalmente el Fondo Monetario Internacional ha expresado inquietudes sobre el creciente endeudamiento en dólares de empresas emergentes y su capacidad para hacer frente a sus deudas con un dólar al alza. Pero la oferta bruta de deuda emergente, relativamente alta los últimos tiempos, se ha usado en gran parte para refinanciar deuda existente. A esto hay que sumar que la emisión neta ya experimentó una fuerte disminución en 2015 y “el volumen este año puede ser negativo incluyendo efectivo, concursos, recompras y opciones ejecutadas. Además, el efecto del dólar al alza no es negativo universalmente”. Para las empresas que se endeudan en dólares y generan ingresos en moneda local hace más difícil hacer frente a su deuda, pero pueden beneficiarse aquellas con deudas en dólares que venden productos en dólares y costes en moneda local (a menudo productores de materias primas), analiza Defise.
Las de origen asiático, una proporción grande del universo de inversión, están especialmente situadas, pues 22% de su deuda está en dólares pero también 21% de sus ingresos. Además las que operan en minería, azúcar, carne, pulpa y papel generan ingresos en dólares pero tienen costes en gran parte en moneda local y un dólar en aumento puede generarles mayor margen de beneficio. Incluso aquellas con ingresos principalmente en moneda local no necesariamente tienen más dificultad para pagar sus deudas. Muchas tienen calificación crediticia grado de inversión y operan de manera conservadora y transparente, con políticas de cobertura de divisa. Además un gran número de empresas en que invertimos son capaces de pasar los mayores costes de su deuda a sus clientes sin sufrir caídas en ventas.
A ello hay que añadir –dice el gestor- que las economías emergentes pueden crecer al 4,4% en 2017 frente a 1,6% del mundo desarrollado, prolongando la tendencia de los dos últimos años, mientras que la inflación ha estado cayendo, lo que proporciona a sus bancos centrales margen para relajar la política monetaria y fomentar el crecimiento.
También juega a favor de esta clase de activos la estabilidad de su base de inversores pues, a diferencia de otras clases de renta fija, dos tercios de los inversores son institucionales, lo que ha proporcionado estabilidad en períodos de turbulencia, como cuando la Reserva Federal anunció el fin del programa de expansión cuantitativa, en primavera y verano de 2013. Las oportunidades persisten y la selección sigue siendo primordial.
“En cualquier caso, protegemos a nuestros inversores de altibajos económicos globales y riesgo político idiosincrásico centrándonos en la selección, actualmente una combinación de posiciones defensivas –deuda de empresas en sectores de petróleo y gas de China e India con perspectiva de rentabilidad inmediata, de empresas turcas no financieras y rusas- que probablemente sean máximos beneficiarios de la recuperación y posiciones más ambiciosas orientadas a un repunte global, como deuda de empresas de energía latinoamericana e industriales brasileños. Pero no tenemos exposición a emisión de países más pequeños como Azerbaiyán, Paraguay, Guatemala y Arabia Saudita”.