El mercado estará muy pendiente de la evolución del petróleo, puesto que una inesperada subida supondrá un repunte inflacionario que daría al traste con el escenario central de consenso que apunta a un aterrizaje suave de las economías mundiales.
El estallido del conflicto entre Israel y Hamás ha añadido incertidumbre a este mercado y, aunque el efecto en el precio del crudo está siendo limitado en un principio, el mercado no deja de prestar atención al conflicto por si adquiere tintes regionales. Por ejemplo, si Israel busca una confrontación directa con Irán y o ataca la infraestructura iraní “sería un escenario hipotético que afectaría a la cotización del petróleo”, según Michael Salden, director de materias primas de Vontobel.
Desde el reciente máximo alcanzado a finales de septiembre, justo por encima de los 95 dólares por barril, el petróleo ha entrado en una fase bajista que, incluso, ha llevado el rendimiento anual de este activo a tasas negativas. Los prolongados recortes de la producción de la OPEP y sus socios han sido compensados por los suministros de América del Norte y del Sur: petróleo de esquisto de Estados Unidos o los yacimientos de aguas profundas de Brasil. Por otra parte, la demanda mundial de petróleo ha batido nuevos récords este año, impulsada por el impacto cíclico de la reapertura de China tras los confinamientos por el covid-19.
¿Este año habrá sorpresas? Yves Bonzon, CIO del banco privado suizo Julius Baer es consciente de que es improbable que se produzca un superciclo de las materias primas si no va acompañado de un superciclo del petróleo. Y, de cara a 2024, el experto augura que la presión parcial sobre los precios del petróleo debería persistir.
Sin embargo, matiza que los fundamentos se están suavizando y que el suministro de petróleo seguirá mejorando. “Con el probable estancamiento de la economía el próximo año y el avance de la electrificación del transporte por carretera, parece que la demanda del petróleo se estancará”, argumenta Bonzon, que añade que esta situación “debería aumentar el nerviosismo de los principales exportadores de crudo, cuya política petrolera ha sido menos influyente de lo esperado”.
No obstante, Bonzon reitera que los planes de producción del cártel energético y su adhesión a los recortes voluntarios son “comodines clave que aún deben vigilarse”.
Con unas estructuras de costes de la industria petrolera prácticamente inalteradas -la mayor parte del petróleo de esquisto de Estados Unidos y del petróleo brasileño de aguas profundas puede producirse de forma muy rentable a entre 70 y 60 dólares por barril-, el experto ve una tendencia a la baja gradual del crudo hasta los 70 dólares en 2024. En este punto, Bonzon concluye que no hay vientos de cola estructurales para esta materia prima, “más bien al contrario, sobre todo si se tiene en cuenta la situación demográfica de China”.
Por su parte, Salden cree que el oro negro podría cotizar algo más alto, en el entorno de los 85 dólares por barril. El experto es consciente de que el crudo debería pagarse alrededor de 75 dólares debido al exceso de capacidad excedentaria, pero la desidia de la OPEP en ponerla en funcionamiento justifica una valoración más alta para esta materia prima.
Es más, Salden sí que ve catalizadores positivos para el crudo. Uno de ellos sería el bajo nivel de inventarios chinos: el país ha ampliado agresivamente la capacidad de sus refinerías para cerrar este agujero y no hay indicios de que las importaciones chinas sufran un parón estructural. “Es decir, las importaciones se recuperarán rápidamente de cualquier debilidad en noviembre-diciembre de 2023, por lo que para que el petróleo llegue en el primer trimestre, los pedidos deben realizarse en las próximas semanas”, explica el experto.
A este factor se sumaría que el mundo ha vivido tres inviernos seguidos muy suaves en el hemisferio norte y que en este año, el fenómeno de El Niño está provocando un clima suave en Estados Unidos. Pero podría dar lugar a un invierno más frío en la costa este estadounidense y en Asia occidental, por lo que “la demanda de gasóleo de calefacción podría situarse por encima de la media.
La posición de Arabia Saudí también será determinante en la evolución de los precios del oro negro, según explica Salden. El experto argumenta que Arabia Saudí obtiene fuertes ingresos, incluso cuando pierde cuota de mercado, pero se siente frustrada por la evolución de los precios: quiere actuar como banco central de los mercados del petróleo, sin embargo, culpa constantemente a los especuladores de los precios demasiado bajos y quiere poner a prueba su apetito por las posiciones cortas en petróleo. “El posicionamiento de los inversores en petróleo es extremadamente bajista, lo que deja margen para nuevas subidas de los precios en caso de problemas de producción, tensiones geopolíticas o un recorte de la producción por parte de Arabia Saudí”, asegura el experto.
Más elevadas son las previsiones de Bank of America para el crudo: la firma espera que la variedad Brent cotice de media en 2024 en los 90 dólares por barril y el West Texas, en los 86 dólares. “Es probable que la demanda de petróleo crezca en 2,1 millones de barriles diarios en tasa interanual este 2023, impulsada por la bajada de los precios de la energía y una importante recuperación en China tras la pandemia”, afirma Francisco Blanch, responsable global de Materias Primas y Derivados de la firma, que espera que ese crecimiento de la demanda de petróleo alcance los 1,1 millones de barriles diarios al día “ya que los mercados emergentes se benefician del final del ciclo de endurecimiento monetario de Estados Unidos, mientras que la oferta de los países no pertenecientes a la OPEP y sus aliados aumenta 1,2 millones de barriles al día”. Pero las expectativas de un recorte de 500.000 barriles por parte del cártel energético deberían sostener los precios del oro negro, según el estratega.
Eso sí, según Blanch, “una recesión económica, un crecimiento del esquisto estadounidense más rápido de lo previsto o la cohesión de la OPEP+ son riesgos a la baja para los precios del petróleo”.