Brasil se ha convertido efectivamente en una economía de bajo crecimiento. El país experimentó un 5% de crecimiento medio anual del PIB durante los años del boom, entre 2003 y 2007, pero con la excepción de este período, el crecimiento se situó en cifras más discretas, en torno al 2%. Una cifra más o menos en línea con las de Estados Unidos y muy por debajo de la mayoría de los otros emergentes.
El factor clave en los últimos 10 años ha sido China. Cuando el gigante asiático crecía al 10%, para Brasil eran buenos tiempos porque China tenía un gran apetito por los principales productos que exporta Brasil, como el mineral de hierro. Así que se benefició de una combinación de aumento de las exportaciones y de un mayor precio de las materias primas. Pero ahora, el crecimiento chino se ha reducido y el gobierno ya no se plantea poner en marcha estímulos económicos que alienten el sector de la construcción ni programas de inversiones en infraestructuras. Además, junto con el bajo crecimiento mundial, los precios de las materias primas han ido disminuyendo, presionando a la baja el crecimiento económico de Brasil.
Las perspectivas económicas para 2015 son pobres. Se espera que Brasil mantenga la recesión durante la mayor parte del año. La alta inflación y un contexto internacional incierto han obligado al banco central a elevar los tipos de interés en 5 puntos porcentuales desde el comienzo de 2013. Se prevé que la tasa de desempleo suba por primera vez en muchos años.
Bajo crecimiento más el escándalo de Petrobras
Pero, a pesar de tener una de las tasas de interés más altas del mundo, el real brasileño se ha depreciado y en la actualidad cotiza a su menor nivel en más de diez años. Por otra parte, el país ha registrado durante años un elevado déficit y el gobierno necesita equilibrar su presupuesto para evitar una rebaja de la calificación soberana. Esto se traduce sobre todo en mayores impuestos para empresas y consumidores.
Además de todo esto, el país batalla con el mayor escándalo de corrupción de la compañía estatal Petrobras y con sus peligrosamente bajos niveles de reserva de agua. Ambos son importantes temas nacionales que han laminado la posible reelección de su presidenta Dilma Rousseff.
“Pero la difícil situación de Brasil no significa que evitemos el país”, explica Ivo Luiten, senior portfolio manager en la boutique de renta variable de mercados emergentes de ING Investment Management. “Hemos puesto en marcha un enfoque de inversión muy selectivo. Porque a pesar de las duras condiciones para operar, hay un gran número de empresas privadas bien gestionadas y que son muy rentables. El ING Global Emerging Markets Fund y el ING Invest Latin America tienen como objetivo identificarlas e invertir en empresas que realmente se benefician del difícil contexto económico del país”, explica.
Y como ejemplo cita los mayores bancos privados del país, que considera tienen balances sólidos y están bien posicionadas para beneficiarse de un aumento de los tipos de interés. En este sector, los márgenes se expanden a medida que suben los tipos, mientras que los préstamos incobrables vuelven a ratios manejables. Los bancos privados han mostrado una buena disciplina en los últimos tres años, afirma Luiten y los públicos son los responsables del reciente repunte del crédito.
“También invertimos en empresas del sector exportador. Nos gustan los fabricantes locales que venden sus productos en dólares y que tienen una red de distribución internacional bien establecida que les permite aprovechar el hecho de que, desde mediados de 2014, sus productos son un 40% más baratos para los extranjeros. Además buscamos empresas de crecimiento que sean menos sensibles al ciclo económico, bien porque operan en un sector con baja penetración o porque su modelo de negocio único les permite ganar cuota de mercado”, cuenta el portfolio manager de la firma holandesa.
La estrategia de inversiónde ING IM en Brasil se centra también en evitar empresas y sectores donde los ingresos están bajo presión o cuando la visibilidad de la compañía es baja. “En línea con nuestra filosofía de inversión en general, infravaloramos sociedades con un alto grado de apalancamiento financiero y elevados costes de financiación que erosionan la rentabilidad”, revela Luiten.
La gestora también prescinde de entidades controladas por el Estado. “Están insuficientemente representadas en nuestras carteras, porque normalmente su gestión está expuesta al riesgo de interferencia política, no muestran alineación con los accionistas minoritarios y a menudo sufren balances débiles y baja rentabilidad”. Como último punto para 2015, el experto de ING IM afirma que en su portfolio también tratan de evitar las empresas que necesitan grandes cantidades de energía para producir. “Así protegemos nuestras carteras del riesgo de racionamiento”, cuenta.
En la medida de lo posible y conforme avanzan las investigaciones sobre el escándalo de corrupción de Petrobras, ING ha decidido prescindir de las empresas relacionadas de alguna manera con la petrolera estatal o que forman parte de la vasta cadena de suministro de la compañía. Un buen ejemplo de esto, cita Luiten, son las empresas de construcción locales.
El análisis de ING IM concluye advirtiendo que por ahora tanto la estrategia Global Emerging Market como la de Invest Latin America han infraponderado posiciones en Brasil. “Seguiremos atentos a la evolución de los acontecimientos y a las iniciativas del gobiernos porque creemos que el país es un caso de inversión a largo plazo”.