Tras un comienzo de año agitado, se han calmado los temores de una recesión en Estados Unidos y las autoridades chinas parecen haberse hecho cargo de la situación de su economía. Aun así, las perspectivas de crecimiento mundial no quedan ni mucho menos claras.
Siguen actuando de freno a la actividad las presiones deflacionistas que resultan de un ahorro ingente generado en Asia, pero también en Europa. La rápida subida del endeudamiento de las empresas en los países emergentes, particularmente en China, ha permitido absorber dicho ahorro durante un tiempo. Pero la economía mundial anda ahora en clara búsqueda de prestamistas: en las economías emergentes ha aumentado bastante el peso de la deuda privada, mientras que en las economías desarrolladas sigue incluso el proceso de desendeudamiento de los actores privados, iniciado tras la gran recesión. “Al no existir un apoyo presupuestario coordinado a escala internacional, pese a quererlo el FMI, los bancos centrales siguen encarando a solas las presiones deflacionistas surgidas de este exceso de ahorro”, explica Anton Brender, jefe economista en Candriam.
Estados Unidos: la expansión ha entrado en una nueva fase
En Estados Unidos, la actividad ha decaído el primer trimestre, debido sobre todo al retroceso de los gastos de las empresas. En el sector petrolero, las inversiones en estructuras y en bienes de equipo han recibido de lleno el azote de la caída del precio del petróleo. Pero también en los demás sectores ha carecido de dinamismo la inversión: para una nueva aceleración, la actividad precisará de otros resortes.
Pese a que las condiciones crediticias siguen siendo relativamente restrictivas, la inversión residencial continúa en vías de recuperación. No hay motivos para que desaparezca este apoyo teniendo en cuenta el bajo nivel de los tipos de interés. Lo que sí puede ser fuente de desasosiego es la debilidad del consumo de principios de año. No obstante, hasta ahora afecta únicamente a unas pocas partidas (gastos sanitarios o de calefacción). “Pareciera que la recuperación estadounidense entrara en una nueva fase: la desaceleración esperada en la creación de empleo durante los próximos meses y la subida de la inflación hacen que, en la búsqueda de crecimiento, se pase el relevo a una aceleración de las subidas de salarios”, indica Anton Brender. Mientras no quede confirmada la recuperación, la Reserva Federal tiene motivos sobrados para caminar con extrema prudencia en la normalización de su política monetaria.
Zona euro: crecimiento más sostenido… pese a las incertidumbres políticas
En la zona del euro, pese a un leve estancamiento, las encuestas de actividad muestran tendencias positivas. El crecimiento se está viendo ahora impulsado sobre todo por la demanda interna: tras el consumo, arranca también la inversión. El repunte de la creación de empleo y una subida, modesta, de salarios deberían permitir el continuado avance del consumo. Por otra parte, las medidas del BCE han permitido que se relajen de nuevo las condiciones de crédito, especialmente para las empresas. Gracias a la depreciación del euro y a la moderación salarial que ha prevalecido tras la crisis, la competitividad de las empresas de la zona ha asistido a una clara mejora en España y Portugal especialmente.
En este contexto, el crecimiento debería situarse ligeramente por debajo del 2% en 2016 y 2017. No obstante, las incertidumbres políticas (referéndum en Reino Unido, crisis de emigrantes…) convierten la tentativa de previsión en una tarea más arriesgada que de costumbre. “La zona del euro se encuentra en un punto de inflexión: sea cual sea el resultado del Brexit, si quiere descartar el riesgo de estancamiento prolongado y corregir el retraso de las inversiones deberá replantearse su forma de gobierno”, señala Florence Pisani, directora de investigación económica en Candriam. En un contexto de euroescepticismo creciente y con elecciones decisivas en Francia y Alemania a la vuelta de la esquina, no será tarea fácil. Mientras tanto, el BCE seguirá haciendo, por sí solo, cuanto esté en su mano por sostener la actividad.