El último trimestre del año acaba de arrancar, con unas previsiones macroeconómicas que apuntan a una recesión económica y un escenario global de incertidumbres. Los estrategas optan por realizar escasos ajustes a sus posicionamientos en los distintos activos, con la renta fija como activo estrella y la selección de valores como la recomendación a seguir en renta variable.
El argumentario de Shamik Dhar, economista jefe de BNY Mellon Investment Management, de cara al último trimestre es claro: “Posiciónese para la inevitable recesión y no para una desinflación inmaculada”. Para ello, apunta que los altos rendimientos de la renta fija “ofrecen oportunidades de compra y ampliar duración resultará favorable en términos de rentabilidad-riesgo de cara a 2024”. En este punto, aclara que será difícil saber exactamente cuándo se producirán la recesión y los movimientos de mercado relacionados, por lo que “el riesgo de tardar demasiado en ampliar duración supera al de hacerlo demasiado pronto”. Como otros estrategas, prefiere deuda soberana y renta fija de alta calidad frente a crédito de menor calidad que se expone a un riesgo de diferencial más elevado, “en un contexto en el que los diferenciales siguen estrechos”.
Para la renta variable, mantiene la prudencia con respecto a tener una exposición cíclica. El experto admite que es más positivo en un horizonte a varios años, “sobre todo en renta variable estadounidense, que se beneficiará de la adopción de la inteligencia artificial”. Además, toman un posicionamiento táctico, con predilección por los activos reales y los alternativos, que “históricamente, han mostrado una menor sensibilidad a las fluctuaciones del crecimiento, lo que podría aportar estabilidad a la cartera en caso de desaceleración”.
Laurent Denize y Jan Viebig, ambos Global Co CIO de ODDO BHF, no ven cambios en la agenda de cara al último trimestre del año: IA, economía y tipos de interés centrarán el foco del mercado. Para navegar en este contexto, los estrategas ven oportunidades en los activos privados, dentro de un entorno difícil. En este segmento, observan que muchos inversores desean aumentar su liquidez, “por lo que el mercado secundario ofrece actualmente oportunidades interesantes, además de la deuda privada” por lo que los expertos aconsejan, en general, “seguir invirtiendo de forma ampliamente diversificada en distintos gestores y estrategias” dentro de los activos privados.
Para el resto de mercado, su posicionamiento de cartera muestra sus preferencias por la renta fija frente a la renta variable. Los bonos high yield a corto plazo son sus favoritos, aunque tampoco dejan de lado los bonos investment grade, ya que “los mayores rendimientos siguen ofreciendo un atractivo perfil de riesgo y remuneración”. En renta variable, Denize y Viebig se decantan por acciones defensivas europeas “dada la actual debilidad económica en Europa”, por lo que aconsejan “rotar hacia sectores defensivos como el de la salud y evitar los sectores muy cíclicos”. También ven atractivo en las empresas japonesas, que “se están beneficiando de la debilidad del yen este año, debido a unos tipos de interés más bajos que en otras economías”.
Odile Camblain le Molle, responsable de Gestión Integral en La Française AM, reconoce que desde hace varios meses, mantiene una postura entre neutra y defensiva en las inversiones en renta variable, “compensada por un poco más de riesgo de crédito en la asignación en bonos”. Una estrategia que le dio buenos resultados en verano y que considera que en los próximos meses “no resultará tan desfavorable”.
Respecto a la renta variable, se decanta por el mercado estadounidense, que sobrepondera en la cartera “a pesar de unas primas de riesgo poco atractivas” y ante una tensión bancaria que se ha disipado, un sector inmobiliario que resiste y una normalización del posicionamiento de los inversores.
En cuanto a la renta fija, prefiere el crédito de alta calidad, “sin una preocupación real por la parte a corto plazo de menor calificación” y los monetarios, uno de los activos estrella del año por las alzas de los tipos de interés, “presentan ahora una alternativa atractiva, en particular para las asignaciones más defensivas”. Eso sí, este atractivo estará vigente, según Camblain, si la inflación continúa su tendencia a la baja, lo que a su vez, “dependerá de la evolución futura de los precios de la energía, que podrían llegar a ser sorprendentemente elevados con la llegada del invierno. Pero si las noticias sobre la inflación son decepcionantes, el impacto sobre las inversiones en renta fija puede ser aún peor. Los instrumentos monetarios, en cambio, “siguen siendo una alternativa preferente”.
También en Candriam ponen el foco en la renta fija para el último trimestre del año. “Preferimos posicionarnos en activos de carry con mayor probabilidad de beneficiarse del ciclo actual, como los bonos gubernamentales desarrollados y el crédito de alta calidad en Europa”, asegura Nadège Dufossé, Global Head of Multi-Asset, que, por otro lado, reconoce estar cautelosa con la renta variable, donde prefiere los mercados emergentes a los europeos.
La razón de este posicionamiento, según la estratega, es que, en términos generales, la asignación a bonos gubernamentales de países desarrollados “nos parece particularmente atractiva en una cartera diversificada, dada la diversificación y protección que brinda la clase de activos”. De hecho, considera que el impacto de esta posición en la cartera es positivo teniendo en cuenta tanto en su escenario central como en uno alternativo que incluyera un deterioro de la combinación inflación/crecimiento con un crecimiento menor o una inflación más alta de lo esperado.
Esta hipótesis “sería negativa para los mercados de renta variable, ya que derivaría en una revisión a la baja de las estimaciones de beneficios, y una caída de las valoraciones, pero para los bonos, las implicaciones serían diferentes”, asegura Dufossé. En definitiva, su apuesta apunta a una asignación a bonos gubernamentales con un aumento gradual de la duración de la cartera, en tanto que “estamos cerca del final del ciclo de ajuste monetario, aunque los bancos centrales siguen siendo muy cautelosos”.
Para Fabiana Fedeli, CIO Equities, Multi Asset and Sustainability de M&G Investments, la parte larga de los mercados de bonos soberanos desarrollados, incluida la deuda pública estadounidense, británica y alemana a 10 y 30 años, “es la más atractiva tras la reciente caída de precios”, y, aunque admite que es difícil encontrar el punto de entrada perfecto en medio de la volatilidad del mercado, “con la Fed más cerca del final de las subidas, históricamente, este escenario es precursor de tipos máximos en el extremo largo de la curva”. La experta también ve en este activo un »seguro» en caso de una una desaceleración macroeconómica más importante de lo que espera el mercado.
En renta variable, a diferencia de otros estrategas, Fedeli cree que “sigue habiendo bolsas atractivas, pero la selección sigue siendo clave” debido al incierto contexto macroeconómico. Por eso, prefiere inversiones en las que los motores estructurales sean más fuertes que la exposición cíclica, con poder de fijación de precios, balances y generación de flujos de caja y cita como ejemplos las infraestructuras, el ecosistema de bajas emisiones de carbono y la innovación, incluida la IA. “Seguimos pensando que no es el momento de comprar mercados amplios, ya que mientras las empresas se enfrenten a unos tipos de interés altos, a una demanda débil y a una innovación incesante, seguirá habiendo ganadores y perdedores”, concluye.
Brian O’Reilly, responsable de estrategia en Mediolanum International Funds (MIFL), reconoce que observa cambios en el panorama de inversión, “que arrojan nuevas oportunidades”. El más notable de ellos, según el experto, es “la amplia gama de opciones disponibles para los inversores” ya que por primera vez en más de una década, los bonos han vuelto a ser una alternativa viable que compite con las acciones. “En algunos casos, como los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 10 años, estamos viendo cómo podemos generar rendimientos de alrededor del 4%, mientras que, en mercados con más riesgo, como los mercados emergentes, los rendimientos pueden superar el 9%”.