Se están formando unas nubes de tormenta para los inversores de renta fija, que pronto tendrán que abandonar la vida tranquila a la que se habían acostumbrado desde 2008. Según apunta Bob Jolly, responsable de la estrategia Global Macro de Schroders, en la mayor parte del periodo posterior a la crisis financiera, los mercados de renta fija han ofrecido una calma relativa de tranquilidad, con la volatilidad (el grado en el que los precios fluctúan) disminuyendo en picado antes de establecerse en niveles de mínimos históricos.
¿Cómo explicar lo sucedido? Los bancos centrales han sido extremadamente influyentes a la hora de reducir la volatilidad, y hasta ahora, han suprimido cualquier repunte de carácter periódico en los miedos de los mercados. Las tasas de interés han disminuido a niveles sin precedentes, con los bancos centrales añadiendo al estímulo monetario al expandir sus balances contables con los programas de relajamiento cuantitativo (QE), donde el dinero es impreso para comprar bonos en el mercado abierto.
El dinero ha estado libremente disponible y los bancos centrales han estado ofreciendo aparentemente un apoyo económico ilimitado a través de la imprenta de dinero. Puede que no sorprenda que cualquier choque político o económico ha fallado a la hora de generar una escalada real de preocupación que normalmente se hubiera asociado con un repunte de volatilidad en el mercado.
Sin embargo, hasta aquí ha llegado la historia, ha llegado el momento de desempolvar la bola de cristal para 2019.
En primer lugar, ¿qué es lo que ha cambiado?
Lo que fue un problema significativo de desempleo, después de la crisis financiera global, es ahora una escasez de trabajadores a nivel global. El desempleo en Estados Unidos se encuentra ahora en mínimos no alcanzados desde hace 50 años, en Japón los puestos de vacantes se encuentran en un ratio que toca máximos desde hace 45 años e incluso con los continuados miedos del Brexit, la tasa de desempleo en Reino Unido se encuentra en mínimos desde 1975.
Los bancos centrales parecen estar cada vez más convencidos de que el programa de relajamiento cuantitativo ya ha cumplido y que las tasas de interés deben aumentar. Preocupados por la posibilidad de que la inflación caiga en deflación (crecimiento negativo de los precios), los bancos centrales están dispuestos a decir que los riesgos han retrocedido lo suficiente como para retirar parte del programa de relajamiento cuantitativo. Incluso en Europa, donde hay un cierto retraso con respecto al resto de la recuperación mundial, el banco central ha anunciado el probable final de su programa de relajamiento cuantitativo.
Los gobiernos están empezando a abandonar la austeridad. Ya sea el derroche fiscal más espectacular de Donald Trump, en forma de recortes fiscales substanciales, o el anuncio más moderado de unos presupuestos en 2018 por parte del gobierno del Reino Unido, señalando el fin de varios años de austeridad, los gobiernos están tomando pasos para facilitar la vida de su electorado prácticamente en todo el mundo. Ya sea por causa del incremento del populismo o por la mejora de las finanzas del gobierno, la política fiscal es más un viento de cola a nivel global.
El incremento de las tendencias proteccionistas. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, caracteriza su administración bajo el lema “América primero”. Su decisión de imponer tarifas a las importaciones desde China ha tenido un impacto perjudicial en el sentimiento económico de Asia. La región, junto con la mayoría de los mercados emergentes, ha sufrido en la mayor parte de 2018. La perspectiva para el comercio global sigue siendo incierta. La postura del presidente Trump frente a China, y frente al comercio en líneas generales, seguirá siendo un factor clave a la hora de determinar el futuro de la economía global y los mercados.
¿Qué cabe esperar?
Después de una década de política monetaria acomodaticia extrema, es poco sorprendente que exista un grado de turbulencias en el mercado conforme los bancos centrales comienzan una retirada gradual de estas políticas. Los mercados se están aclimatando a este nuevo giro y algunos de los activos más arriesgados e inflados en precio, las acciones principalmente han sufrido recientemente. En este punto, Schroders ve una mezcla de un escenario bueno, neutral y algo negativo.
Las buenas noticias: la expansión en Estados Unidos parece más duradera de lo que muchos comentaristas sugieren. El análisis de Schroders sugiere que la productividad (medida generalmente como la cantidad de producto económico o PIB, por cantidad de input, por lo general horas trabajadas) podría continuar creciendo de ahora en adelante. Mientras esto implica que las tasas de interés están situándose en un nivel más alto, también sugiere un nivel de crecimiento más fuerte. Los desarrollos positivos en términos de una mayor productividad podrían también extenderse más allá de las fronteras de Estados Unidos.
Las noticias algo más neutrales: la economía doméstica en la mayor parte del mundo avanza adecuadamente. Los consumidores están algo más sensibles con los presupuestos y muchos de los excesos que podrían aparecer después de un largo periodo de expansión económica y conforme el ciclo comienza a madurar siguen estando ausentes. En gran parte, el crecimiento del empleo y del salario medio son razonables, en lugar de excesivos.
La inflación, mientras ejerce presión hacia arriba, no es deslumbrante y no hay una verdadera señal de advertencia de que haya excesos. Mientras que la política acomodaticia (programa de relajamiento cuantitativo y bajos tipos de interés) pueden ser eliminada, en el caso de que el contexto anterior continúe, los bancos centrales pueden continuar eliminándolo gradualmente sin correr el riesgo de sofocar la actividad económica.
Las malas noticias: es poco probable que los activos continúen creciendo a la velocidad y consistencia que lo han venido haciendo durante gran parte de los últimos 10 años. Conforme la política monetaria regresa a unos niveles más normales, muchos activos necesitarán ajustar su precio sin el significativo apoyo que proporcionaron los bancos centrales mundiales. En algunos casos, esto puede suponer unos ajustes muy significativos.
Es probable que los mercados sean más volátiles en el futuro. Es posible que veamos niveles más altos de incumplimiento en la empresa (empresas que no realizan el pago de intereses de su deuda) como resultado. El riesgo necesita ser evaluado de forma realista y rigurosa, lo que significa que podría ser el momento de deshacerse de las gafas de color de rosa, especialmente en aquellas partes del mundo donde la deuda ha incrementado silenciosamente a niveles de récord.
Mientras que esto no tiene porque ser desastroso para los precios de los activos, podría sugerir que los días están contados para las estrategias ‘buy and hold’, mantener en cartera acciones y bonos y navegar una trayectoria relativamente ascendente. En Schroders prevén oportunidades substanciales que surgen de enfoques más activos, no sólo en la renta fija, sino de manera potencial en todas las clases de activos.