Los principales bancos centrales están a punto de poner fin a la fase de subidas de los tipos de interés, un factor esencial en la escalada de las rentabilidades de la renta fija a lo largo de algo más de un año. Pese a ello, todo apunta a que la situación en este mercado va a cambiar poco y que sigue siendo un buen momento para tener renta fija en cartera.
Matthew Sheridan, gestor jefe de Carteras en Estrategias de Renta Fija de AllianceBernstein, recuerda que el rendimiento del Treasury estadounidense a 10 años ha llegado este año al 4,3%, “y algunos observadores del mercado esperan que alcance el 5%”. Pero Sheridan no comparte esta opinión, ya que cree “que los rendimientos del Tesoro acabarán bajando, por lo que este es un punto de entrada potencialmente atractivo para los inversores en renta fija”.
La principal razón que justifica esta expectativa es que Sheridan espera que se materialice al menos una de estas tres condiciones: nuevas pruebas de ralentización del mercado laboral estadounidense; una desaceleración continuada de la inflación hacia el objetivo del 2% de la Reserva Federal; y una debilidad continuada de los bancos regionales estadounidenses de tamaño medio. “Actualmente, vemos indicios de las tres, aunque esto no significa que no podamos ver volatilidad a corto plazo en los tipos a medida que se publiquen los datos económicos”, sentencia.
Además, “no es necesario que haya un único catalizador para que la economía se ralentice” y la Fed empiece a relajar la política monetaria, ya que “cualquier combinación de factores podría cambiar las tornas”. Por lo tanto, “en la situación actual, prevemos que el rendimiento del Tesoro a 10 años se sitúe entre el 3,5% y el 4% a finales de año”, según el estratega.
Por lo tanto, Sheridan cree que para los inversores en renta fija, “éste podría ser un buen punto de entrada o una oportunidad para ampliar la duración”, puesto que las valoraciones de los bonos son atractivas y, a pesar de la posible ralentización económica, “los emisores corporativos se encuentran en una situación financiera mucho mejor de la que tenían al entrar en desaceleraciones pasadas, con balances sólidos y altos ratios de cobertura de intereses”.
La posición de renta fija será más rentable si los inversores “consideran la posibilidad de combinar la deuda pública con créditos de alto rendimiento a más largo plazo que puedan beneficiarse de unos tipos más bajos en el futuro”, por lo que una estrategia diversificada de este tipo puede equilibrar el riesgo de tipo de interés y de crédito, con bonos de alto rendimiento que proporcionen ingresos y títulos del Estado que ofrezcan lastre si las condiciones del mercado se vuelven agitadas.
Mauro Valle, responsable de renta fija de Generali Investments Partners, también considera adecuado “empezar a añadir duración a las carteras de deuda soberana”. El experto explica que en un escenario de tipos «más altos durante más tiempo», como dicen los analistas estadounidenses, o en el que se establezcan en estos niveles durante un periodo «suficientemente largo», como dijo la presidenta Lagarde, los tipos deberían seguir moviéndose en el mismo rango de los últimos meses, teniendo en cuenta las perspectivas macroeconómicas de la Eurozona.
“La curva podría permanecer invertida durante un tiempo y comenzar a empinarse cuando el BCE comience a evaluar que se acerca el momento en que será necesario reducir los tipos”, asegura Valle. El estratega cree que todavía no es el momento de asumir una fuerte exposición a los tipos, pero sí se puede empezar a reducir el enfoque defensivo que caracterizaba las estrategias a principios de 2023. La razón es que si se asume que las correlaciones entre renta variable y renta fija volverán a la regularidad, y que la deuda pública promete volver a tener un buen comportamiento ante un posible periodo sin riesgo (risk-off) del mercado o un aumento de la volatilidad, “añadir duración a las carteras puede ser una estrategia útil de diversificación”.
En términos similares se expresa Pilar Gómez-Bravo, CO-Cio de renta fija en MFS Investment Management. La experta cuenta con un escenario central de recesión económica, lo que unido a las variaciones recientes de los tipos de interés, “buscamos oportunidades en distintos países para añadir duración de forma paulatina en nuestras carteras multisectoriales de renta fija mundial”. En definitiva, Gómez-Bravo cree que hay más argumentos a favor de la duración a medida que avanza el año y los datos macroeconómicos proporcionen más convicción hacia este movimiento.
“Nos centramos en encontrar oportunidades de valor relativo en las curvas y los países, ya que es improbable que todas las economías efectúen las rebajas de tipos que descuentan los mercados. Hemos diversificado la sobreponderación y la duración en distintos mercados, incluido el de EE.UU., así como en algunos lugares de Europa, como Suecia, y otros mercados, como Canadá y Nueva Zelanda”, asegura, al tiempo que alerta de que “somos comedidos con respecto a la duración en China, Australia y algunos países europeos”, asegura Gómez-Bravo.
También se inclina por la renta fija en moneda local de mercados emergentes, “que resulta cada vez más atractiva, dado el gran número de subidas de tipos ya efectuadas y las rebajas de tipos previstas”. Por lo tanto, la experta admite haber tenido exposición principalmente en países de Latinoamérica, “donde los tipos reales se han traducido en la preferencia por las compras de títulos locales, como Uruguay, Brasil, México y Perú”, aunque también cita a Corea como uno de sus mercados favoritos.
Mientras, Markus Allenspach, jefe de Análisis de Renta Fija en Julius Baer, es partidario de mantener la cautela, por lo que aconseja posicionarse en bonos de grado de inversión “dada la volatilidad del mercado”, provocada por “la incertidumbre presupuestaria en Estados Unidos, que pesará sobre el apetito por el riesgo, ya que en esta coyuntura no se puede descartar ni un compromiso favorable al crecimiento ni un cierre prolongado”.