La economía mundial está creciendo a un ritmo mucho mayor de lo que se preveía hace un año, pero la recuperación sigue siendo desigual y expone a los mercados, tanto avanzados como emergentes, a diversos riesgos, según se indica en la última edición del informe de Perspectivas Económicas Provisionales de la OCDE. La organización destaca que el apoyo extraordinario de los gobiernos y los bancos centrales ayudó a evitar lo peor cuando se produjo el azote de la pandemia.
Gracias a la continuidad del despliegue de las vacunas y a la reanudación gradual de la actividad económica, se pronostica un fuerte crecimiento mundial del 5,7% este año y del 4,5% en 2022, lo que supone un pequeño cambio con respecto a las perspectivas de mayo de 2021, que se situaban en el 5,8% y el 4,4% respectivamente. Asimismo, las perspectivas que la OCDE publicó en mayo para España han mejorado. La organización prevé que en 2021 el PIB español crezca un 6,8% y que en 2022 lo haga un 6,6%, frente al 5,9% y 6,3% que predijo en mayo.
Los países que están saliendo de la crisis se están encontrando con diferentes retos, que a menudo reflejan sus fortalezas y debilidades previas a la crisis, así como los enfoques adoptados en la formulación de sus políticas durante la pandemia. Incluso en los países donde la producción o el empleo han recobrado sus niveles anteriores a la pandemia, la recuperación es incompleta, y los puestos de trabajo y las rentas siguen estando por debajo de lo previsto antes de la pandemia.
Las grandes disparidades en las tasas de vacunación entre países también contribuyen a la heterogeneidad de la recuperación. Los nuevos brotes del virus están obligando a algunos países a restringir sus actividades, ocasionado cuellos de botella y agravando la falta de disponibilidad de suministros.
Perspectivas de inflación
Las perspectivas de inflación presentan divergencias notables, ya que han aumentado considerablemente en Estados Unidos y en algunas economías de mercados emergentes, pero siguen siendo relativamente bajas en muchas otras economías avanzadas, en particular de la eurozona.
El rápido aumento de la demanda conforme se reabren las economías ha incrementado los precios de materias primas esenciales como el petróleo y los metales, así como los precios de los alimentos, lo cual tiene un efecto más acusado en la inflación de mercados emergentes. Las perturbaciones que la pandemia ha provocado en las cadenas de suministro han intensificado la presión de los costes. A su vez, los costes del transporte se han disparado.
Sin embargo, en las perspectivas provisionales se indica que cabe esperar que estas presiones inflacionistas se desvanezcan con el tiempo. La previsión para la inflación de los precios al consumo en los países del G20 es que alcance un punto de inflexión máximo hacia finales de 2021 y se desacelere lo largo de 2022. El crecimiento de los salarios sigue siendo moderado en términos generales y las expectativas de inflación a medio plazo se mantienen contenidas.
Medidas políticas para reforzar la recuperación
En su documento, la OCDE también ha incluído una serie de recomendaciones para aplicar durante esta recuperación. La organización invita a intensificar los esfuerzos internacionales para proporcionar a los países de renta baja los recursos necesarios para vacunar a su población; mantener el apoyo gubernamental a las personas y empresas más afectadas por la pandemia; prestar especial atención a los jóvenes, a las personas con poca cualificación y a otros colectivos vulnerables mediante ayudas, educación y formación para conseguir empleo; permanecer atentos a posibles indicios de una inflación más persistente; establecer con claridad planes de política fiscal y monetaria para la recuperación; y aumentar la inversión pública de cara al futuro en infraestructuras sanitarias, digitales y energéticas.
La importancia de una vacunación global
El informe advierte de que, para que la recuperación siga su curso, se requieren mayores esfuerzos internacionales dirigidos a proporcionar a los países de renta baja los recursos necesarios para vacunar a su población, tanto en beneficio propio como mundial.
El apoyo de la política macroeconómica sigue siendo preciso, ya que las perspectivas son inciertas y el empleo aún no se ha recuperado plenamente, pero hace falta una orientación clara por parte de los responsables de la formulación de políticas con el fin de minimizar los riesgos de cara al futuro. Los bancos centrales deben comunicar con claridad cuál será la secuencia probable de los movimientos encaminados hacia una normalización de sus políticas en última instancia, así como el grado en que se tolerará, en su caso, el rebasamiento de los objetivos de inflación. El informe señala la necesidad de que las políticas fiscales sigan siendo flexibles y de evitar una retirada prematura de las ayudas, actuando de conformidad con marcos fiscales creíbles y transparentes a medio plazo que den cabida a una mayor inversión en infraestructuras públicas.
En la presentación de las perspectivas económicas provisionales, junto a Laurence Boone, economista jefe de la OCDE, Mathias Cormann, secretario general de la organización, declaró: «El mundo está experimentando una fuerte recuperación gracias a las medidas decisivas adoptadas por los gobiernos y los bancos centrales en el momento álgido de la crisis. Sin embargo, al igual que en el caso de la distribución de vacunas, los avances están siendo dispares. Para garantizar que la recuperación sea sostenida y generalizada es necesario actuar en varios frentes, que irían desde programas de vacunación eficaces en todos los países hasta estrategias de inversión pública concertadas orientadas al futuro».
Por su parte, Laurence Boone señaló: «Las políticas adoptadas han sido eficaces a la hora de amortiguar el embate y garantizar una fuerte recuperación; la planificación de unas finanzas públicas más eficientes, orientadas hacia la inversión en capital físico y humano, es necesaria y ayudará a que la política monetaria se normalice sin problemas una vez que la recuperación esté firmemente arraigada».