Cerca de 8.000 millones de personas en todo el mundo utilizan hoy en día algún tipo de dispositivo móvil conectado a la red. Se espera que esta proporción crezca a un ritmo exponencial, hasta el punto de que en 2025 podríamos hablar de más de 50.000 millones de dispositivos conectados, según Allianz Global Investors. Cerca del 50% de los datos generados serán almacenados en nubes de uso público, lo que plantea un colosal reto para la protección de datos, puntos de acceso y otras amenazas a la ciberseguridad. En este contexto de rápida penetración y crecimiento, la gestora ha visto la oportunidad de lanzar en Europa su fondo de renta variable temática Allianz Cyber Security, cuya gestión lidera Erik Swords.
Aunque el fondo con formato UCITS tiene un track record inferior a tres años, la estrategia original es más veterana, pues nació del mandato de un cliente de Allianz Global Investors en Japón en 2017. Sumando ambas versiones de la estrategia, el volumen de activos gestionados en esta temática asciende a 3.500 millones de dólares, según datos de la gestora (datos a 31 de agosto de 2022).
“La ciberseguridad es uno de los pilares clave de la tecnología que existe en la actualidad”, afirma Swords con rotundidad. El experto, con más de 20 años de experiencia en la inversión en tecnología, explica que la ciberseguridad está presente en muchas de las tendencias que se están viendo actualmente dentro del sector tecnológico, desde el desarrollo de la nube o la protección a usuarios, empresas e instituciones de ataques maliciosos hasta el desarrollo de inteligencias artificiales que permitan un uso más eficiente de los datos. “La gente no es consciente de que cada vez manejan más puntos de acceso que les exponen a ser hackeados”, alerta el gestor. Pone dos ejemplos: desde dispositivos del internet de las cosas (por ejemplo, un frigorífico con conexión a internet) a los nuevos automóviles, que son cada vez más inteligentes e incluyen más tipos de sensores.
Motores de crecimiento en un sector en plena evolución
Aunque la llegada de la pandemia y la obligación de trabajar desde casa aceleraron múltiples procesos de digitalización -y, con ellos, generaron nuevas brechas de seguridad que incrementaron los ciberataques-, el experto indica que el segmento de ciberseguridad llevaba cinco años experimentando cambios notorios: “La toma de decisiones en torno a la ciberseguridad ha escalado en importancia, de modo que ahora se toman en los consejos de administración de las compañías. Las empresas se han vuelto más conscientes de que un ciberataque puede causarles tanto daños reputacionales como pérdidas financieras, y la solución que han encontrado para evitarlo ha sido invertir más en ciberseguridad”, indica Swords. Éste también alude al interés creciente de los reguladores, que buscan nuevos desarrollos tecnológicos para la protección de datos y han desarrollado normativas que penalizan su custodia inadecuada, como por ejemplo la GDPR.
Por otro lado, Swords explica que, al incrementarse el número de puntos de acceso y, con él, la amenaza del ransomware y otros tipos de malware, existe otro factor adicional: los ciberatacantes son muy rápidos actuando, y son capaces de adaptarse y modificar su forma de actuar para ir por delante del resto de actores del mercado. Uno de los criterios que sigue el gestor para seleccionar compañías para la cartera del fondo es su visibilidad a largo plazo en este contexto de rápida evolución y cambio; para conseguirlo, busca empresas que tengan una plataforma flexible, que tengan capacidad para hacerla crecer y adaptarse a las amenazas, que hayan desarrollado protocolos para reducir el tiempo de reacción al ciberataque (y así mitigar su impacto) y que sean capaces de implementar múltiples capas de protección para que los ciberdelincuentes no tengan fácil acceso al corazón de la organización que están atacando.
Por todos estos motivos, la expectativa de la gestora es que se incremente notablemente el gasto en tecnologías de ciberseguridad en los próximos años: Swords cifra en 1,7 billones de dólares el gasto corporativo global, y calcula que la inversión en la nube pasará de suponer el 10% del total del presupuesto en 2019 a por lo menos el 50% en 2023. “Esperamos que el mercado de la ciberseguridad crezca a tasas de doble dígito, en torno a un 13% al año hasta 2030”, declara. Las áreas en las que ha identificado un incremento del presupuesto para inversiones han sido en seguridad de la nube, automatización de la seguridad y gestión de identidad y acceso.
Características del fondo
El Allianz Cyber Security es un fondo de renta variable gestionado de manera activa y con alta convicción, de modo que su cartera suele estar concentrada entre 30 y 60 valores que invierten a lo largo de todas las capas de la ciberseguridad: seguridad de los datos, seguridad de las aplicaciones, seguridad de los puntos finales de acceso, seguridad de la red y seguridad del perímetro.
La principal fuente de rentabilidad del fondo es la selección de valores con un estilo que el gestor categoriza como GARP (crecimiento a precios razonables, por sus siglas en inglés), y que en este caso se materializa en la exposición a compañías que presentan fuentes seculares de crecimiento, que operan en mercados ya establecidos, pero todavía con potencial de expansión y que presentan estimaciones actuales y futuras de crecimiento de los beneficios superiores al 15%, entre otras características. El fondo también tiene en cuenta criterios de sostenibilidad en su proceso de selección de valores.
“Identificamos las principales tendencias de crecimiento en el sector, buscamos una relación estrecha con las compañías en las que invertimos o en las que queremos invertir cuando den el salto a bolsa, invertimos en compañías atractivas con modelos de negocio atractivos y gestionamos el riesgo a través de la diversificación de carteras”, resume Swords.
El fondo presenta un sesgo hacia compañías de mediana capitalización y capacidad demostrada para innovar; este año el equipo ha rotado ligeramente la cartera para adoptar un posicionamiento más defensivo. Swords añade que a él y a su equipo les gustan los fosos (“moats”): “Analizamos los balances y buscamos ventajas competitivas, pero sobre todo nos fijamos en la generación de flujos de caja procedente de las operaciones, porque es un indicador clave de la salud de las compañías”. En la actualidad, los cinco valores con mayor peso en cartera son Microsoft, Palo Alto Networks, Crowdstrike Holdkings, Fortinet y Zscaler.