La renta variable europea no goza últimamente del favor de los inversores, ante riesgos como los derivados de la incertidumbre política. Tampoco las acciones en Asia son ahora mismo favoritas para la inversión, tras el fuerte rally vivido en los últimos tiempos y ante los temores sobre el impacto que podría tener en la región la política de subidas de tipos de la Fed. Pero Ian Ormiston, gestor del Old Mutual Europe (ex UK) Smaller Companies Fund, y Josh Crabb, responsable de renta variable asiática de Old Mutual Global Investors, dieron suficientes argumentos para cambiar de opinión, en el marco de su conferencia anual con inversores celebrada recientemente en Oxford.
“Los flujos hacia fondos globales de renta variable se han recuperado tras la crisis pero la renta variable europea, denostada desde 2008, aún sufre salidas. La situación es algo mejor, pero aún hay miedo en el activo debido en parte al riesgo político. Pero hacer predicciones macro no es posible, y nosotros tratamos de encontrar oportunidades en compañías que ofrezcan rentabilidad en un escenario difícil”, comentó Ormiston en una presentación en la que desligó con fuerza la macroeconomía de su inversión en compañías capaces de ofrecer un buen crecimiento.
El enfoque en compañías es más importante si cabe teniendo en cuenta que no siempre el crecimiento económico se traslada a los retornos en la renta variable: como ejemplo, la bolsa surafricana ha ofrecido retornos “fantásticos” debido a su historia de materias primas y globalización pero presenta uno de los más bajos crecimientos del PIB per cápita. Con todo, la situación está mejorando en Europa, dice, por lo que el gap con las valoraciones de EE.UU. debería reducirse. Y también hay que tener en cuenta que Europa no es un todo homogéneo, ni mucho menos, sino un continente con dinámicas, culturas, compañías y mercados muy diferentes.
Para el experto, este mercado no gusta porque los inversores piensan en una Europa en crisis pero hay muchos malos entendidos (por ejemplo, que el mercado francés está lejos de sus mínimos o que el número de bancarrotas en los bancos italianos es máxima, cuando fue 2014 el año con un número más alto…), algo que puede crear oportunidades de inversión y que además hace que las valoraciones sean atractivas. “Europa es hogar de muchas compañías con gran herencia y de calidad, y ofrece un entorno muy regulado que hace que haya escaseces”, dice, nombrando compañías de calado como Cartier, BMW o Siemens.
Pero las mejores oportunidades no están en las grandes firmas, con problemas de visibilidad ligados a la política y a la regulación, sino en las small caps, cuyo comportamiento es más racional. Así, es en los nombres menos seguidos y analizados (solo cuatro analistas cubren cada firma, frente a 31 para cada gran empresa) donde se puede aportar valor, a través de reuniones y conocimiento de las compañías. Para el experto, los números de analistas que cubrirán los valores irán reduciéndose además con el tiempo, de forma que el mercado se hará más imperfecto y ahí es donde, con una gestión disciplinada, podrán aportar valor.
Oportunidad en Asia
En Asia, Crabb vislumbra un “renacimiento” de las acciones de la región, en un entorno sin embargo en el que los inversores internacionales siguen infraponderando el activo: “El año pasado solo hubo un mercado más odiado que Asia, y fue Brasil, que subió más de un 40%”, explica, dejando claro que ciertos flujos que se movieron en algunos casos lo hicieron a costa de las acciones asiáticas, de las que siguió saliendo dinero. Pero, precisamente porque estos flujos dejan a las valoraciones en una atractiva posición, con un precio sobre valor en libros de un 1,6 (a pesar del rally vivido desde mínimos a principios de 2016), la probabilidad de ganar dinero a 12 meses es mayor al 80%, dice, y la de obtener retornos negativos es solo del 10%. En 2004, explica Crabb, el gap de valoraciones con respecto a las acciones de EE.UU. era similar al actual y finalmente se cerró: ahora, es optimista también con el cierre de esa diferencia.
Y podría ocurrir a pesar del escepticismo reinante ante los efectos negativos que podrían tener, sobre las acciones asiáticas, la subida de los tipos por la Fed y la fortaleza del dólar: “No siempre dos más dos son cuatro, ni la relación entre un dólar fuerte y un desastre para las acciones asiáticas se cumple”, afirma Crabb, pues hay periodos en los que el activo lo ha hecho muy bien a pesar de una política monetaria restrictiva en EE.UU. “Los inversores sobrestiman el impacto de Trump y la subida de tipos en las acciones asiáticas”, añade; con respecto al nuevo presidente, no cree que sea dañino particularmente para Asia. Y también descarta impacto por las elecciones europeas.
Para Crabb, podríamos asistir a una etapa de renacimiento de los beneficios corporativos en la región; pero, debido a la rotación, opta por elegir posiciones en firmas que no lo han hecho tan bien en los últimos tiempos, porque “lo que bate al mercado en las caídas no lo hace en las subidas”. Por eso le gustan los sectores cíclicos –materiales, sector financiero…-, y mercados como India, Indonesia y también China –y también algunos mercados frontera-, si bien advierte de las compañías de calidad que están muy caras en estos lugares. “Lo que compres es crítico”, dice. Para el gestor, el factor más importante es la permanencia de la rotación del mercado hacia el value.
En resumen, defiende una mayor asignación hacia acciones asiáticas debido a esa infraponderación en las carteras, su atractivo precio, la probabilidad de subidas, la mejora de la situación económica y, por último, ante la necesidad de no ser el último: “No seas el último en sumarte a la oportunidad en renta variable asiática”, apostilla.