El 14 de junio y el 26 de julio son las dos próximas citas del Banco Central Europeo (BCE). En ellas, según la previsión del mercado, Draghi debería ser más claro sobre sus intenciones de recortar el programa de compras y sobre posibles subidas de las tasas de interés. Según el último informe elaborado por BofA Merrill Lynch Global Research, el BCE no dará más rodeos y este junio será aclaro sobre sus intenciones.
En abril, Draghi pintó una visión equilibrada de la actual situación macroeconómica en la zona euro, reconociendo la “moderación” en los datos de los indicadores económicos, pero también destacó su confianza en las perspectivas económica, así como la capacidad de lograr el objetivo de inflación marcado.
Tal y como destacan desde BofA Merrill Lynch, Draghi evitó en la última reunión dar un horizonte temporal sobre sus movimientos y cambios en su política de reducción de compras. “El banco central está en modo de observación de datos, y no se ha tomado ninguna decisión en cuanto a los tiempos. Nuestra línea de base sigue siendo que los anuncios clave sobre orientación futura y el destino de QE llegarán en la reunión de junio, coincidiendo con un nuevo lote de pronósticos, pero vemos el riesgo creciente de que tengamos que esperar hasta el 26 de julio si los indicadores no mejoran o si la guerra comercial con Estados Unidos no disminuye”, apunta los servicios de análisis de la entidad.
Desde la entidad se preguntan cuándo se producirá la primera subida tipos, pero antes de dar una respuesta reconocen que hay que valorar la evolución del euro y los posibles eventos que puedan generar volatilidad. “Si los datos definitivamente empeoran, lo cual no esperamos, el banco central tendría que pensar de manera diferente. Aceptamos que mantener un chorro de compras en los primeros meses de 2019 ayudaría a impulsar las expectativas del mercado de la primera subida de tasas a finales de 2019 y, por lo tanto, ayudar a depreciar el euro”, señala.
En su opinión, el banco tendrá que ver cómo logra un equilibrio a la vez que reduce su presencia en el mercado al limitar las compras. En caso de que el contexto empeore, el BCE podría reinvertir o reenfocar su política de reinversiones.
Cauteloso pero seguro
Si al principio del año el BCE estaba preocupado por lo fuerte que estaba el euro, ahora le parece que los datos menos positivos de la zona euro no son alarmantes. En su última comparecencia, “entre los muchos factores que Draghi mencionó solo dos serían realmente preocupantes: la posibilidad de que la demanda se suavice y el efecto de confianza negativa de la retórica de la guerra comercial”, señalan desde BofA Merrill Lynch Global Research.
En una semana, los mercados volverán a escuchar a Draghi, cuya decisión depende de la evolución de los datos macro –en especial de si aumenta o no la inflación–, de los riesgos geopolíticos –en particular las tensiones comerciales con Estados Unidos– y de la evolución del euro.