El crédito con grado de inversión de Estados Unidos es deuda emitida por blue-chips locales. Según NN Investment Partners (NN IP), este segmento de alta calidad del mercado de bonos corporativos de EE.UU. se caracteriza por unas pérdidas históricamente bajas y un sólido rendimiento a largo plazo. Ha dado resultados positivos en 25 de los últimos 30 años; y en los cinco que registró rendimientos negativos, la mayor disminución anual no superó el 5%, cifra que alcanzó en 2008, en medio de la crisis financiera mundial
Para ser considerada «investment grade», una empresa emisora debe recibir una calificación crediticia de entre Aaa y Baa3 de Moody’s o AAA y BBB- de Standard & Poor’s. En un artículo publicado en su página web, la gestora asegura que la relativa estabilidad financiera de sus empresas emisoras ha ayudado al segmento de crédito con grado de inversión de Estados Unidos a generar retornos positivos a largo plazo a través de múltiples ciclos de crédito.
«Los inversores pueden beneficiarse del crédito estadounidense con grado de inversión como una herramienta eficaz de diversificación, ya que esta clase de activo ha demostrado una baja correlación con las acciones y los segmentos de mayor riesgo del mercado de renta fija, como la deuda emergente, el high yield y los préstamos sénior”, afirma. Históricamente, también ha registrado rendimientos superiores al Tesoro estadounidense y a su índice de referencia en un amplio rango de entornos de mercado distintos.
La dislocación por el COVID-19: una oportunidad
Si bien el crédito con grado de inversión superó a otros sectores de renta fija en el primer trimestre de 2020, no fue inmune a las repercusiones en el mercado de la pandemia mundial. NN IP recuerda que, en marzo, los diferenciales del investment grade estadounidense alcanzaron sus niveles más altos desde la gran crisis financiera de 2008. “La deuda emitida por las compañías energéticas fue la más golpeada, debido a la guerra de precios del petróleo entre Arabia Saudita y Rusia”, señala. Mientras, la deuda BBB registró un rendimiento menor desde el punto de vista de la calidad y la emitida por compañías industriales tuvo un rendimiento inferior al de las empresas financieras y de servicios públicos.
La clase de activo se recuperó en abril, tras el anuncio de la Reserva Federal de que incluiría bonos corporativos y ETFs en su programa de compras. Abril también fue el segundo mes consecutivo de nueva emisión récord en el segmento de crédito investment grade. “Esto fue absorbido cómodamente por un fuerte rebote de las entradas a la clase de activo. A pesar de los diferenciales algo más estrechos, esperamos que las entradas sigan siendo robustas, en particular de los inversores de Europa y Japón, ya que los costes de cobertura han seguido disminuyendo, lo que ha dado lugar a diferenciales de rendimiento atractivos”, afirma la gestora.
Aunque el mercado se ha recuperado desde el punto más bajo de la dislocación provocada por el COVID-19, el gráfico refleja que los márgenes permanecen significativamente elevados en relación con su promedio a largo plazo. También muestra que, desde una perspectiva histórica, los diferenciales no se han negociado con frecuencia a estos niveles. Desde 2007, los spreads solo han sido así de amplios el 10% del tiempo, lo que hace que el entorno actual sea un punto de entrada “atractivo y poco frecuente” para los inversores a largo plazo.
La gestión activa es clave
Si bien existe incertidumbre sobre la trayectoria de la recuperación económica y la magnitud de las reducciones esperadas, NN IP cree que las valoraciones actuales ofrecen una oportunidad ajustada al riesgo atractiva a largo plazo. “Dicho esto, el riesgo en todo el universo de crédito con grado de inversión de EE.UU. no es homogéneo: la escala y el alcance del mercado ofrece oportunidades de valor relativo que pueden ser captadas mediante una gestión activa de la cartera”, añade.
Por ejemplo, destaca que, en el entorno actual, es probable que los emisores más orientados a Estados Unidos, con modelos de negocio sólidos y un apalancamiento manejable, tengan un rendimiento superior. Por sectores, las empresas de comunicaciones, servicios públicos y tecnología son, a su juicio, las mejor posicionadas para transitar los desafíos presentados por la pandemia de COVID-19. Las compañías financieras estadounidenses también están bien posicionadas debido a su fuerte liquidez y a su sólida capitalización, lo que les permite soportar su propio riesgo crediticio y el de la economía en general.
Según la gestora, otras industrias, como la energía, el alojamiento y el transporte afrontan retos muy superiores, pero incluso dentro de ellas hay oportunidades para que los gestores activos encuentren valor relativo. Por ejemplo, la fuerte caída de los precios del petróleo afectará sobre todo a empresas de servicios de yacimientos petrolíferos. Mientras, a las grandes compañías energéticas integradas e independientes les debería ir mucho mejor ya que “cuentan con múltiples palancas para tirar y no tienen necesidades de financiación a corto plazo”, sentencia NN IP.