Pese a las dificultades para casi todos los activos este año, el mercado global de bonos verdes ha seguido creciendo y supera ya los 1,4 billones de euros, aseguró en un reciente desayuno en Madrid Douglas Farquhar, miembro senior del equipo de bonos verdes de NN Investment Partners (NN IP).
“Pensamos que este mercado va a seguir creciendo y creemos que el año próximo habrá 600.000 millones de euros en emisiones de bonos verdes”, señaló Farquhar, quien destacó asimismo la cada vez mayor diversificación de estos activos: a los bonos soberanos se suman más corporativos, y dentro de estos a los sectores tradicionales de servicios públicos y financiero se están añadiendo más industrias, como por ejemplo la automotriz, con emisiones este año y el pasado de firmas como Ford, Honda, Daimler o Volkswagen.
“En torno a un 27% de todo el crédito denominado en euros con grado de inversión tiene alguna etiqueta verde o de sostenibilidad. A nivel global en cambio el porcentaje sigue siendo bajo, por lo que hay mucho espacio para crecer”, señaló Farquhar. Y agregó que ya no se trata de una inversión de nicho o de tener un porcentaje de la cartera dedicado a temas de sostenibilidad, sino que, como las características de rendimiento y riesgo son similares a las de los bonos regulares con grado de inversión en euros, “se está convirtiendo en una asignación de activos principal de los inversores”.
También estos forman un grupo cada vez más diversificado, porque además de los institucionales se están incorporando bancos privados, aseguradoras, gestores de fondos e incluso el sector retail. Asimismo, aunque las duraciones suelen ser algo mayores, desde NN IP cuentan con un fondo de corta duración y la posibilidad de combinar distintos activos en las carteras para adecuar tanto la diversificación como el riesgo y la duración.
En cuanto a los bonos sociales, un activo más nuevo cuyas emisiones comenzaron en 2020 como respuesta a la pandemia por parte de los Gobiernos, también han ido avanzando a nuevos proyectos diferentes como escuelas, hospitales o ayudas a solicitantes de asilo y familias desfavorecidas. “La principal diferencia con los bonos verdes es que la gran mayoría de emisores son gubernamentales, ya que es difícil para un emisor corporativo encontrar un bono tan puramente social que cumpla con los requisitos. Así que las empresas combinan los objetivos medioambientales y sociales en los llamados bonos sostenibles”, explicó Farquhar.
¿Por qué y cómo invertir?
El experto destacó como ventaja de los bonos verdes que se trata de un mercado muy líquido, y que tiene las mismas características del de crédito regular, “es decir que se pueda aportar a causas medioambientales sin asumir un mayor riesgo”.
En términos de rendimiento ha sido históricamente ligeramente superior, de unos 20 puntos básicos, y la duración también es un poco mayor. Y si bien la divisa de referencia es el euro en el 63% del mercado, el año pasado este porcentaje llegaba al 70%, lo que demuestra que el cambio se abre paso poco a poco.
Para seleccionar los bonos verdes que incorporar a sus carteras, NN IP realiza un proceso de tres fases que han ido desarrollando desde 2016 ante la ausencia de un único estándar que regule qué debe considerarse un bono verde, añadió. En primer lugar, con la ayuda de su amplio equipo de analistas estudian al emisor, su rating de sostenibilidad, las controversias a las que haya podido estar expuesto, así como el compromiso de su parte con los objetivos del bono verde.
En un segundo paso se analiza el bono en sí mismo desde el punto de partida de la taxonomía de la UE pero también de criterios propios desarrollados para cubrir aquellos sectores que esta no tiene en cuenta. Tampoco coinciden siempre con los criterios de la taxonomía, ya que desde NN IP no consideran al gas y la energía nuclear como verdes. A ello se suman finalmente sus criterios de exclusión. Como ejemplo, Farquhar señaló una serie de bancos estadounidenses cuyos bonos perseguían objetivos de sostenibilidad, pero que a la vez habían aumentado el porcentaje de préstamos al sector de los combustibles fósiles, lo que NN IP consideró no consistente con los bonos verdes y como motivo para rebajar su calificación. “Hacemos estas evaluaciones no solo al momento de la emisión del bono, sino durante todo el tiempo hasta su vencimiento”, afirmó. Y agregó que además debe tratarse de un bono relacionado con el negocio principal del emisor.
Como consecuencia de estos filtros, la gestora deja de invertir en un 30% de los bonos considerados verdes en el índice de referencia. Como no existe una regulación y una definición estandarizadas, la gestión activa resulta clave para esta clase de activo.
Finalmente, Farquhar destacó que en los fondos de NN IP España está sobreponderada porque encuentra numerosas compañías, empresas de servicios públicos y algunos bancos como emisores atractivos. “Estamos sobreponderados en la actualidad en el sector eléctrico porque es una industria menos cíclica en tiempos de inflación y de aumento de las tasas de interés, y en bancos por razones similares”, indicó.