Las tensiones comerciales, el murmullo continuo de un Brexit sin acuerdo y el malestar social potenciado por el crecimiento de la desigualdad y la incertidumbre climática: los desafíos de la economía global se pronunciaron todavía más en 2019, señala NN Investment Partners en su informe de perspectivas para el próximo año. Estas condiciones han reducido el apetito de riesgo de los inversores y, aunque hay expectativas de que se produzca una recesión en 2020, también podría ser “un punto de inflexión para los activos de riesgo”. Con todo, considera que la clave para que se produzca un cambio residirá en una política fiscal más flexible.
Desde mediados de 2018, hay más señales de un menor crecimiento del empleo, una debilitación moderada de la confianza de los consumidores y el gasto, y una desaceleración de la actividad en el sector servicios. “Durante 2019, la política monetaria se ha relajado de nuevo, lo que ha incrementado la resistencia de la economía, apoyando las condiciones financieras y la oferta de crédito”, destaca la gestora. Sin embargo, “la munición monetaria” restante es limitada y el apoyo deberá venir ahora de una reducción de los riesgos políticos y de la acción de los gobiernos a través de estímulos fiscales o una reforma estructural bien articulada.
Para NN IP, esto hace que el escenario para 2020 sea “binario”, ya que, o baja el riesgo y se implementan esas medidas o “existe un riesgo real de que se produzca un gran giro negativo en la visión del sector privado que genere una nueva realidad en forma de recesión”. A su juicio, los últimos eventos políticos, junto a la estabilización de algunos datos, sugieren que es más probable el escenario positivo, que, si se mantiene, generaría espacio para una recuperación de la confianza empresarial y las inversiones de capital.
Esto, combinado con los efectos de la relajación monetaria y los potenciales estímulos, provocaría una cierta mejora en el crecimiento. “Evidentemente, si este escenario se cumple, favorecerá la inversión en activos de riesgo”, más aún si se tiene en cuenta que es poco probable que la Fed responda subiendo los tipos de nuevo, señala la entidad.
Para NN IP, la narrativa en torno a la política monetaria está cambiando, ya que existe la noción de que es menos efectiva cuando el crecimiento global se está ralentizando, a lo que se une la experiencia de que los tipos reales cayeron durante las etapas de relajación fiscal en Estados Unidos y Japón. En la situación actual, en la que la falta de inversión privada es el verdadero obstáculo, los estímulos fiscales dirigidos a facilitar las inversiones del sector privado empujarían la economía hacia un camino de crecimiento más alto para el PIB y, por tanto, para los ingresos fiscales.
Además de la política fiscal, la gestora considera que podrían implementarse más activamente otras “palancas” para equilibrar mejor la mezcla de políticas, por ejemplo, mediante reformas estructurales que también estimulen esas inversiones. “Esas reformas deben ser hechas a medida para circunstancias específicas, ya que aquellas que incrementen la flexibilidad de la oferta sin ir de la mano de medidas que aumenten la demanda privada podrían ser contraproducentes en el entorno actual”, advierte.
Otro posible camino fructífero es el de políticas que busquen revertir la tendencia descendente del porcentaje que representa la fuerza laboral en el PIB. “El crecimiento más lento de la inversión de capital reduce la tasa de crecimiento del PIB y hace que la economía esté más cerca del límite bajo el cual las empresas se sienten obligadas a prescindir de sus trabajadores. Este es el caso porque los márgenes están bajo presión del incremento de los salarios, una menor productividad y un menor poder de fijación de precios”, señala la entidad.
Valentijn van Nieuwenhuijzen, CIO de NN IP, resume el panorama diciendo que, de manera que nos adentremos hacia 2020, la economía global afrontará una “encrucijada”. En una dirección, se encuentran los obstáculos de la incertidumbre política que continúa marcando los mercados y la excesiva dependencia de la política monetaria reduce los rendimientos y las expectativas de inflación “mientras permanecemos sumidos en un estancamiento secular”.
En la otra dirección, existen esperanzas de recuperación si se implementan esas medidas de estímulo fiscal para incrementar la confianza. Esos estímulos deberían ir dirigidos a incrementar la productividad del sector privado y fomentar la competencia. En cuanto a la reducción de los riesgos políticos, podría venir en forma de un acuerdo comercial inicial entre China y Estados Unidos o un Brexit más ordenado.