La generación de electricidad y calor supone más emisiones directas de carbono a nivel mundial que cualquier otro sector de la economía, y las empresas eléctricas que dependen del carbón térmico son las mayores emisoras de gases de efecto invernadero. NN Investment Partners planea intensificar su diálogo con varios generadores de electricidad que dependen del carbón, e instarlos a buscar alternativas. En esta primera parte de un análisis sobre la transición a una economía de bajo carbono, aborda el contexto actual y las oportunidades que brinda.
Las compañías eléctricas
El enfoque de compromiso con la industria de servicios eléctricos de la gestora se centra en las empresas generadoras de energía. Su objetivo es animarlas a desarrollar planes de transición coherentes con el Acuerdo de París de 2015, incluyendo plazos e hitos para la reducción del carbón. El propósito central de ese compromiso de la ONU es limitar el aumento de la temperatura media mundial en este siglo a un nivel muy inferior a los 2 grados, y seguir esforzándose para limitarlo aún más: a 1,5 grados.
“Las investigaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) muestran que el sector eléctrico representa la mayor parte de las emisiones mundiales directas de CO2”, insiste NN IP. Al observar de cerca la fuente de estas emisiones, parece que el mayor contribuyente a las emisiones de GEI es el carbón térmico.
La industria eléctrica
Mientras, la demanda de electricidad está creciendo el doble de rápido que la demanda de energía en general. Según la gestora, esto asegura el lugar de la electricidad en el corazón de las economías del futuro y el papel esencial de la industria para salvaguardar el uso de la energía. “También pone de relieve el potencial del sector para facilitar la transición”, añade.
Mantener el aumento de la temperatura media muy por debajo de los 2 grados centígrados implicará superar varios obstáculos en la producción y el consumo de energía. “Estos incluyen la descarbonización del suministro eléctrico, el aumento de la eficiencia energética en el uso final, la eliminación gradual de las centrales eléctricas de carbón y la asimilación acelerada de aquellas que funcionan con energía renovable”. En ese sentido, NN IP destaca el potencial de reducción de las emisiones que ofrecen tecnologías como las renovables y la captura y el almacenamiento de carbono (CAC).
Riesgos para inversores y eléctricas
El cambio climático es importante para los inversores de cualquier nivel, ya que tendrá un impacto en las carteras y el valor de los activos a corto, medio y largo plazo. En su análisis, la entidad advierte de que las empresas que no se adapten a los avances vinculados al cambio climático corren el riesgo de sufrir graves repercusiones en los ingresos, gastos y balances, “y ponen en peligro la creación de valor a largo plazo”.
Según dice, las empresas eléctricas están expuestas al riesgo de transición en virtud de sus horizontes de inversión a largo plazo y de su carácter intensivo en carbono. “Los impuestos sobre el carbono y los programas comerciales pueden afectar a la rentabilidad de las distintas formas de generación. Los esfuerzos de descarbonización a nivel estatal pueden requerir un cambio en los modelos de negocio o forzar el cierre de las plantas de generación de carbón”.
Por ello, NN IP considera que las decisiones de asignación de capital que se tomen ahora “determinarán la sostenibilidad y la rentabilidad futuras” del sector eléctrico en las próximas décadas. Además, las empresas de servicios públicos constituyen una parte importante de muchos índices bursátiles, que representan miles de millones de euros en capitalización de mercado.
Nuevas oportunidades
“También existen numerosas oportunidades para el sector de los servicios públicos, que tiene a su disposición opciones claras relacionadas con la reducción del carbono, los recursos y la tecnología”. Para la gestora, los cambios regulatorios en respuesta al cambio climático crean posibilidades de crecimiento y nuevas corrientes de inversión en alternativas de bajo carbono.
Una de esas oportunidades es el aumento de la demanda de tecnologías específicas para el sector con el fin de capturar el carbono o construir redes eléctricas resistentes. Otra es la demanda creciente de vehículos eléctricos por parte de los consumidores individuales. “Las nuevas soluciones y la reducción de los costes de las baterías pueden cambiar la economía de las nuevas tecnologías”, sentencia.
Teniendo esto en cuenta, la gestora recomienda el NN (L) Global Sustainable Equity, con 20 años de trayectoria, y el NN (L) European Sustainable Equity, lanzado en 2013. Son fondos que invierten en una cartera diversificada de acciones y combinan los riesgos y oportunidades de los factores ASG con un análisis en profundidad de las empresas. “De esta forma, incluimos factores que suelen estar fuera del alcance del análisis financiero tradicional, pero que pueden tener un impacto significativo en el rendimiento a largo plazo”, aclara. Ambas estrategias baten a los índices generales de renta variable global y europea no sostenibles.