El COVID-19 ha cambiado el escenario para la inversión sostenible. Los factores sociales han pasado a un primer plano, ya que las empresas sostenibles han superado a sus homólogas tradicionales, pero la crisis ha hecho que muchas pospongan sus planes de inversiones verdes. Faryda Lindeman, especialista sénior de inversiones responsables de NN Investment Partners, analiza en esta entrevista cómo equilibrar la relación entre las personas, el planeta y la prosperidad en tiempos de crisis, y cómo los inversores pueden contribuir a crear un mundo más sostenible.
Como inversora responsable, ¿qué ha notado durante la crisis del COVID-19?
Esta crisis ha tenido un impacto drástico en los mercados financieros, incluso en términos de inversión responsable. Al principio, los precios de las acciones cayeron en picado, el precio del petróleo se desplomó, muchas empresas sufrieron dificultades financieras… Pero, al mismo tiempo, las empresas y las inversiones sostenibles resultaron ser relativamente resistentes. En general, los fondos sostenibles ya estaban evitando muchos de los sectores más afectados, como las empresas petroleras. No es posible prepararse para una crisis como esta, pero sí invertir en empresas resistentes, que responden rápidamente a los desafíos.
Los factores sociales se hicieron más prominentes en medio de los aumentos masivos de la tasa de desempleo, no solo en los Estados Unidos, sino también en Europa y los mercados emergentes. La salud y la seguridad tuvieron prioridad: ¿cómo protegen las empresas a sus empleados? ¿Cómo cuidamos de los demás y de nosotros mismos en aislamiento?
¿Qué pueden hacer los accionistas para alentar a las empresas a cambiar? ¿Ha redefinido la pandemia esta relación?
El compromiso ha sido importante durante mucho tiempo para la relación entre inversores y empresas, pero la pandemia realmente lo ha puesto en el punto de mira. También ha cambiado las preguntas que hacemos a las empresas: ¿Han optado por despedir a sus empleados o han utilizado las ayudas gubernamentales? ¿Cómo están protegiendo a su personal frente al virus? Como inversores, debemos alentar a las empresas a dar prioridad a los empleados, a los proveedores y a la salud a largo plazo de la propia empresa frente a los bonus de los ejecutivos y las recompras de acciones y los dividendos. También debemos colaborar con ellas en temas como la salud y la seguridad y cómo están afrontando el impacto de la crisis.
Lo bueno, en cuanto al momento, es que la crisis coincidió con la temporada de asambleas generales anuales, lo que nos permitió hacer preguntas difíciles a las empresas sobre sus paquetes de remuneración, por ejemplo. Hemos votado en contra de varias propuestas de compensación y dividendos que no creíamos justificadas. Así que trasladamos nuestra atención no solo a los temas sociales, sino también a cómo usamos nuestros derechos como propietarios activos.
Y ese es realmente nuestro mensaje clave en esta época de crisis: no solo invierta en empresas con una perspectiva sostenible. Tome en serio su papel de propietario activo y utilice su compromiso para asegurarse de que apoya las prácticas comerciales sostenibles.
¿Las personas, el planeta y los beneficios son igualmente importantes? O, si perseguimos un planeta y una población saludables, ¿se redefine automáticamente la relación con el beneficio?
Definitivamente esto último: se trata del equilibrio. ¿Cómo nos aseguramos de dar prioridad a los derechos humanos, la salud y la seguridad durante esta crisis y en el futuro? Si no esperáramos un beneficio, no estaríamos en la industria de la inversión. Pero creemos que podemos obtener un beneficio invirtiendo en esos elementos.
De hecho, creemos que las compañías no pueden asegurar mayores retornos a largo plazo mientras perjudican a la sociedad: es contraproducente. Los emisores deben actuar no solo con la vista puesta en los titulares de acciones o bonos, sino también de acuerdo con las necesidades de las partes interesadas, como los empleados, e ir más allá de los requisitos legales.
¿Cambiará el COVID-19 el foco de la sociedad, los gobiernos y las empresas sobre la importancia del cambio climático y la financiación para un futuro sostenible?
Definitivamente, se avecina un cambio. El COVID-19 ha demostrado que las empresas tienen que centrarse en el tratamiento a largo plazo de los empleados, clientes, y proveedores, y darles prioridad sobre los accionistas. Deben trabajar con todos ellos y sindicatos, gobiernos e inversores para desarrollar soluciones que mantengan las economías y la sociedad a salvo.
Los gobiernos son un motor dominante del mercado a corto plazo. Su principal objetivo será asegurar la supervivencia, pero el segundo paso es avanzar hacia una economía y una sociedad saludables y sostenibles. No obstante, una cosa que sigue sin estar clara es la forma en que los gobiernos impulsarán los requisitos de «ecologización» como parte de los paquetes de recuperación económica y las políticas de estímulo fiscal. Deben seguir impulsando prácticas más sostenibles.
En términos de sociedad, solo puedo esperar que la gente empiece a ver los beneficios de vivir de una manera diferente. Esta crisis ha demostrado que todos necesitamos adaptar la forma en la que consumimos y cómo tratamos al medioambiente y a los demás.
¿Cómo podemos traducir lo que hemos aprendido de la crisis del COVID-19 en una acción más rápida frente al cambio climático?
Lo que hemos aprendido es que no podemos retrasar nuestros planes. Cuando el mundo se confina, las emisiones también disminuyen. Al principio de esta crisis no había vuelos y la gente tenía menos ganas de conducir, lo que llevó a cambios drásticos en términos de emisiones. Por otro lado, hemos observado que, en este momento, la gente es muy cautelosa a la hora de cambiar a fuentes sostenibles, como los paneles solares, porque quieren ahorrar dinero.
Y no es solo a nivel individual: los gobiernos también están posponiendo sus planes de sostenibilidad porque tienen otras cuestiones que abordar. El rescate de las aerolíneas es más prioritario que centrarse en la ecologización. Pero esto presenta un riesgo para el futuro. La recuperación económica llevará mucho tiempo, pero posponer las inversiones verdes hasta que hayamos alcanzado la nueva normalidad no es una opción sostenible: deben ser parte de la solución.