Aun cuando la economía mundial sigue marchando bastante bien, en las últimas semanas se ha incrementado ligeramente la probabilidad de un deterioro de la coyuntura debido a las medidas proteccionistas del presidente Trump. Según el último informe de mercados de NN IP, es importante advertir que Trump y sus partidarios tienen su punto de razón, en el sentido de que no está del todo claro que un mayor «libre comercio» sea siempre lo mejor.
Según la firma holandesa, el problema es que los populistas como Trump yerran al diagnosticar las causas del problema. «Lo que es más, proponen una solución drástica que no resolverá el problema sino que, para beneficiar a unos pocos sectores, impondrá costes sustanciales al resto de la economía», afirma NN IP.
Avanzar hacia un mayor libre comercio entraña ventajas e inconvenientes. En general, la ventaja de la mayor apertura comercial es que permite a un país elevar su consumo interno a partir de un conjunto dado de insumos o factores de producción. En este sentido, la mayor apertura comercial tiene un efecto similar al del progreso tecnológico.
Por su parte, uno de los costes del libre comercio es que altera la distribución de la renta en el seno de un país. En concreto, la mano de obra no cualificada de un país con abundante capital (p. ej., EE.UU.) saldrá perdiendo si este país incrementa su comercio con otro que posea abundante mano de obra no cualificada (p. ej.,China). La teoría económica supone implícitamente que las ganancias del comercio (menores precios de importación y más beneficios en sectores intensivos en capital) se utilizarán para compensar a quienes salen perdiendo
En la práctica esto no siempre sucede en la medida suficiente, pudiendo llegar a provocar una revuelta de los votantes contra el libre comercio. De hecho, la protesta de éstos en EE.UU., el Reino Unido y partes de la zona euro sugiere que el mundo ya podría haber superado el punto óptimo de libre comercio.
La solución propuesta por los populistas básicamente es hacer retroceder el reloj y erigir barreras comerciales
Desde NN IP creen que es crucial entender que tal «solución» no se deriva de un análisis económico estricto que aspira a elevar el bienestar nacional. «Los proteccionistas nunca mencionan el coste de las acciones que proponen, equivalente a una reducción generalizada del poder adquisitivo de toda la población por efecto de los precios de importación más altos. El proteccionismo también se asemeja a tratar de recomponer unos huevos revueltos: una mayor apertura comercial suele alterar significativamente la estructura de la economía», explican en su informe.
Los procesos de producción de varios sectores se integran internacionalmente mucho más, especialmente en el caso de un fuerte abaratamiento de los costes de transporte y comunicación. En cuanto tal, el proteccionismo puede originar muchas perturbaciones. Por lo tanto, una buena solución al problema de «demasiado libre comercio» nunca es simple y radical, sino más bien hecha a medida y gradual. Debería incluir mecanismos para compensar a quienes salgan perdiendo con el libre comercio, así como un proceso de prueba y error que permita evolucionar a las instituciones comerciales de manera que respeten en mayor medida diferencias en las preferencias nacionales. Esto último bien podría implicar la necesidad de renegociar acuerdos comerciales, aunque no de la manera en que Trump quiere hacerlo.
La combinación de políticas de Trump no es coherente
El análisis de NN IP reprocha a Trump poner en marcha una combinación de políticas incoherente. Por un lado, su administración acaba de anunciar un paquete de medidas fiscales expansivas que implicará un aumento sustancial del déficit estructural. Si no se compensase por un mayor ahorro voluntario del sector privado (lo cual es improbable dados los sólidos datos de confianza), automáticamente conducirá a un aumento del déficit comercial por pura convención contable. Por otro lado, Trump continúa inquieto por el déficit comercial «injusto» (que él mismo contribuye a agrandar) y tiende a culpar a otras naciones del aparente problema. La lógica de los aranceles al acero y aluminio es que es una cuestión de seguridad nacional.
Puede entenderse por qué EE.UU. tomó esta vía, ya que la Organización Mundial del Comercio (OMC) de hecho permite hacerlo siempre que se justifique. Si otros países sometiesen el caso a la OMC, es probable que ésta resolviera que no hay caso con las industrias del aluminio y acero.
El grueso del acero importado por EE.UU. procede de aliados como la UE y Japón, mientras que el nivel de producción de acero se ha mantenido más o menos estable en los últimos 25 años; es decir, que no hay motivos para dar protección al sector en la actualidad
Parece que los aranceles se aplicarán en función del caso. México y Canadá quedan exentos mientras prosiga la renegociación del TLCAN/NAFTA, y Australia también parece librarse. Se ignora en qué medida escapará la UE. Si no queda exenta, es casi seguro que la UE tomará medidas de represalia, en cuyo caso Trump ha amenazado con aranceles sobre otros productos de la UE. Queda por ver si China adoptará represalias o no, ya que representa menos del 1% de las importaciones de acero de EE.UU. La otra pregunta es hasta qué punto cabe contener el daño.
Varios republicanos han realizado comentarios muy críticos sobre las medidas, pero es poco probable que el Congreso pudiera revocarlas, ya que se requeriría mayoría de dos tercios en ambas Cámaras. Más allá de todo esto, el riesgo es que Trump se aficione a este tipo de medidas; los informes indican que busca imponer aranceles a importaciones chinas por importe de hasta 60.000 millones de dólares y que apuntará a los sectores de tecnología, telecomunicaciones y electrónica de consumo. De ser así, el riesgo de que China adopte represalias parece alto.
Otro hecho preocupante es la reciente dimisión de importantes miembros del gabinete de Trump más orientados al mercado y partidarios del libre comercio y la cooperación internacional, como el Secretario de Estado Rex Tillerson y el principal asesor económico de Trump, Gary Cohn. Es probable que esto debilitase la resistencia ante las propuestas de nuevas medidas de corte proteccionista.