El nivel de estrés de los mercados financieros españoles se mantiene por debajo de 0,20, un valor que implica un nivel de estrés bajo y sobre el que este indicador oscila prácticamente desde principios de 2018, según la última nota de estabilidad financiera de la CNMV correspondiente al mes de abril.
A principios de mayo el indicador de estrés de los mercados financieros españoles se situó en 0,13. Este nivel del indicador -que en parte se debe a la escasa correlación del nivel de estrés entre los segmentos contemplados- es compatible con registros más elevados en algunos de dichos segmentos. Este es el caso del nivel de estrés identificado para el conjunto de intermediarios financieros, que se produce por la caída de las cotizaciones de los bancos, y también para el mercado de deuda, debido al deterioro de la liquidez y, de forma puntual, a rebrotes en la volatilidad.
La nota destaca la ralentización del crecimiento macroeconómico internacional, sobre el que pesan varios elementos de incertidumbre entre los que destacan las restricciones al comercio mundial. En el caso español la desaceleración de la actividad está siendo menos intensa. El FMI espera que el PIB de la economía española se incremente un 2,1% este año y un 1,9% el que viene, 8 y 4 décimas más que en la zona euro respectivamente.
A pesar de este mejor comportamiento relativo, la economía española sigue enfrentándose a retos relevantes como los que se derivan de la elevada tasa de desempleo, de la vulnerabilidad financiera de algunos sectores altamente endeudados, del envejecimiento de la población y de algunas fuentes de incertidumbre política.
Los mercados financieros españoles han seguido mostrando un comportamiento relativamente estable desde la publicación de la última nota de estabilidad y tras las turbulencias del tramo final del año pasado, aunque la presencia de varias incertidumbres está impidiendo revalorizaciones más intensas en las cotizaciones bursátiles. Así, el Ibex 35 acumulaba una subida del 6,8% hasta el 10 de mayo, un avance notable pero inferior al de la mayoría de los mercados de las economías de nuestro entorno, que registraban crecimientos superiores al 10%.
En los mercados de deuda la decisión del BCE de retrasar las subidas de tipos mantiene las rentabilidades de la deuda en niveles bajos (en la deuda pública española son negativas hasta el plazo de 4 años) y
permite descensos en las primas de riesgo de crédito (la prima de riesgo soberano se situaba cerca de los 100 puntos básicos a principios de mayo). Los riesgos de mercado y de liquidez siguen siendo los más relevantes, sobre todo en algunos activos de deuda.
Los factores de incertidumbre más relevantes sobre el entorno macroeconómico y financiero internacional y nacional están relacionados con la prolongación de las restricciones al comercio mundial, que ya han tenido consecuencias negativas sobre la actividad de muchas economías relevantes y, en el ámbito europeo, con la resolución final del brexit, cuestión sobre la que todavía pesan muchas dudas.
En un contexto de clara desaceleración económica, la decisión de los bancos centrales de EE.UU. y de la zona euro de aplazar las subidas de tipos de interés mantiene los incentivos de algunos agentes a endeudarse y a invertir en activos arriesgados (search for yield) y prolonga las dificultades del sector bancario para elevar su rentabilidad, si bien también reduce las expectativas de incremento en los costes financieros de los agentes más endeudados y, por tanto, las posibilidades de repuntes en los índices de morosidad.