El pasado 16 de noviembre, la gestora Ninety One celebró un evento virtual en el que sus principales gestores abordaron los temas del cambio climático, el proceso de descarbonización de la economía, la construcción de carteras resilientes y el crecimiento de China.
Desde Nueva York, Richard Garland, Managing Director, fue el encargado de dar la bienvenida a los participantes. Desde Londres, Hendrik du Toit, CEO de Ninety One, entrevistó a Mark Carney, economista y banquero de inversión que ocupó el cargo de gobernador del Banco de Canadá de 2008 a 2013 y, desde entonces hasta marzo de este año, fue gobernador del Banco de Inglaterra.
Carney, quien también es asesor financiero en la cumbre mundial del clima (COP-26) que se celebrará a finales de 2021 en Glasgow, explicó que hay dos objetivos de “gran ambición” en esta reunión: el primero, a nivel intergubernamental, es que los compromisos asumidos por los países para la reducción de los gases del efecto invernadero deben ser de cero emisiones netas de CO2 y estar respaldados por planes creíbles; el segundo, es que en el lado financiero privado se establezcan referencias de descarbonización en el curso de las próximas décadas. El enfoque central que se quiere tomar para este segundo objetivo es que cada decisión financiera privada tenga la información, las herramientas y los mercados necesarios para que el cambio climático se tenga en cuenta.
Durante la charla “Allocating to decarbonisation”, Deirdre Cooper, co-responsable de renta variable temática dentro del equipo de Multi-Asset y co-gestora de la estrategia Global Environment de Ninety One, contó con la participación de Ben Palmer, director de inversiones y responsable del equipo de inversión responsable de Brooks McDonald, Boudewijn de Haan, Managing Director de renta variable en Anthos Fund & Asset Management, y Michaela Edwards, socia de Capricorn Investment Group para hablar sobre los riesgos y oportunidades que la necesidad de abordar el cambio climático crea para los inversores. En este panel, se discutió sobre cómo asignar a la “descarbonización” el desafío de lidiar con datos incompletos y poco confiables, así como sobre la necesidad de mejorar la medición del impacto.
Así, Ben Palmer explicó que están buscando la integración de los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo en un mayor grado en todas sus selecciones de inversión. Además, a principios de este año, incorporaron un tema central de sostenibilidad en todas sus carteras. En su opinión, esto es solo una tendencia creciente en la que las diferencias entre su oferta central de carteras -que en la actualidad carecen de unos criterios explícitos de sostenibilidad en sus mandatos- y sus servicios con unos criterios explícitos de sostenibilidad se estrecharán. La razón para que esta integración continúe viene de varias áreas: la demanda regulatoria, la demanda del consumidor y los méritos conseguidos por la inversión sostenible.
Mientras que, Boudewijn de Haan expuso como en los últimos años han incrementado significativamente su inversión en varias estrategias de inversión socialmente responsable, abarcando todo el espectro, desde la exclusión de posiciones a la inversión de impacto. La huella de carbono de estas carteras ha sido bastante favorable en relación con el índice de referencia tradicional porque muchas de estas estrategias de inversión socialmente responsable no invierten en industrias que producen una alta huella de carbono, como pueden ser la industria de servicios públicos, las empresas de energía y algunas partes del sector industrial. Pero se dieron cuenta de que para convertirse en una verdadera “fuerza para el bien” necesitaban ampliar su perspectiva y también considerar la incorporación de fuentes de descarbonización como un tema de inversión dentro de sus carteras. Ese fue el motivo principal por el que reconsideraron invertir en la estrategia Global Environment de Ninety One.
Por su parte, Michaela Edwards reflexionó sobre lo novedoso que resultaba la inversión sostenible en 2009. Desde la perspectiva de Capricorn Investment Group la principal creencia es que las prácticas de inversión sostenible pueden de hecho mejorar los rendimientos ajustados al riesgo en el largo plazo. Desde un enfoque total de la cartera buscan tener impacto a través de sus inversiones directas en venture capital y buscan integrar criterios de sostenibilidad en el resto de las clases de activos.
Hace 15 años, cuando Capricorn Investment Group comenzó, se tomó la decisión de no invertir en ninguna empresa que tuviera relación con el petróleo y el gas. En consecuencia, se han encontrado en una posición en la que muchos de sus competidores tenían una necesidad para “descarbonizar” sus carteras y desinvertir sus posiciones en determinados sectores. Hace una década, la elección de excluir hidrocarburos de la cartera de inversión parecía poco sensata para muchos. Después del acuerdo de París, algunos comenzaron a considerar favorablemente a Capricorn Investment Group y esta percepción mejoró aún más cuando el precio del crudo descendió estrepitosamente durante los primeros meses de este año. Pero la principal conclusión que debe tomarse es que han conseguido ser siempre bastante consistentes con su tesis de inversión. Sus principales focos de atención son la selección positiva y la mitigación de riesgos ESG, tratando de minimizar el riesgo al que se enfrentan sus estrategias. Ambos enfoques han resultado en unos mejores rendimientos ajustados al riesgo en el largo plazo.
El desafío de los datos
Según Boudewijn de Haan, si se compara la huella de carbono de una estrategia climática como el Global Environment de Ninety One, que considera la descarbonización como uno de sus temas y que de hecho invierte y proporciona capital a empresas que están realizando una transición hacia la descarbonización, puede que no salga muy bien parada. El desafío viene de hacer comprender a los inversores que este es el camino del cambio y que de hecho se está haciendo lo correcto. Basarse únicamente en los datos de la huella de carbono no es realmente la respuesta. Además, muchos de los proveedores de datos no mantienen una consistencia en los datos reportados. Los datos reportados en la trayectoria histórica de emisiones de una misma compañía pueden variar según el proveedor de datos.
Los datos pueden ayudar hasta cierto punto, pero también elevan nuevas cuestiones sobre su consistencia. A nivel de cartera, en la opinión de Ben Palmer, esto incrementa la irregularidad de los datos y complica la selección de fondos en la construcción de cartera porque es necesario interpretar la clasificación aplicada por el gestor del fondo para después agregarla en las carteras finales.
Además, Michaela Edwards indicó la falta de un marco regulatorio común sobre qué, cómo y cuándo se deben reportar y clasificar los datos de los factores ESG. Algunos de los mayores proveedores de datos ESG utilizan encuestas para que las empresas realicen sus informes, y muchas de las empresas encuestadas presentan una cierta fatiga hacia las encuestas. Haciendo hincapié en las ideas anteriormente mencionadas, Edwards remarcó que la correlación entre las calificaciones de los diferentes proveedores es del 32%, por lo que para los usuarios finales de estos datos queda patente que el sistema de calificaciones ESG todavía está en la primera etapa de desarrollo. La aspiración es conseguir un estándar comparativo en las calificaciones ESG, pero al igual que los inversores no solo se guían por las calificaciones de las agencias de crédito, los datos ESG deberían ser solo el punto de partida y no el final de la evaluación de los factores ESG.