En el evento virtual “Investing for a world of change”, organizado por la gestora internacional de origen sudafricano Ninety One el pasado 16 de noviembre, Christine Baalham, co-gestora de la estrategia Global Equity Strategy, moderó un debate sobre cómo construir carteras resilientes en un entorno de incertidumbre.
El encuentro contó con la participación de Clyde Rossouw, co-responsable del equipo de renta variable Quality, así como gestor de las estrategias Opportunity Strategy, Global Franchise y Global Quality Equity de Ninety One, Victoria Harling, responsable de la gestión de las estrategias Emerging Market Corporate Debt y Emerging Market Investment Grade Corporate Debt, y Tanya Lai, Managing Director de acciones cotizadas para Investment Management Corporation en Ontario.
Comenzando con la charla, Clyde Rossouw explicó que cuando se invierte desde la perspectiva de la calidad, la observación más obvia es comprar acciones de empresas con una fortaleza absoluta en su balance contable y cuyos modelos de negocio son resilientes frente a los ciclos del mercado. Sin embargo, también es necesario considerar el riesgo, en especial en las oleadas de ventas y las caídas, porque esto ayuda a las carteras a navegar a través de las condiciones del mercado.
En ese sentido, el equipo de renta variable Quality de Ninety One identifica tres posibles fuentes de protección frente al riesgo. En primer lugar, evita aquellas empresas que tienen un apalancamiento operativo y financiero sustancial, porque están expuestas a la incertidumbre de los factores cíclicos y macroeconómicos. En segundo lugar, se aseguran de que las empresas en cartera están expuestas a un crecimiento estructural, siendo el principal riesgo en ese sentido las preocupaciones relativas a las valoraciones, algo que debe gestionarse. Y, por último, se construye resiliencia con un posicionamiento en acciones defensivas. Estas empresas no tienen una trayectoria de crecimiento en el mercado, pero son muy resilientes en términos de flujos de caja y de dinámicas de ingresos en circunstancias como la actual.
Estas fuentes de protección no cambian cuando las condiciones del mercado cambian. Por ejemplo, si se tiene en cuenta los modelos de negocio de empresas como Nestlé o Roche, cuyos productos son bastante ubicuos y son capaces de proporcionar a los inversores una fuente de ingresos en la que se puede confiar independientemente de las circunstancias. Para el equipo de renta variable Quality de Ninety One, éstas son las cuestiones importantes que tienen en cuenta cuando piensan en la construcción de carteras, la manera en la que ponderan estos activos ayudará a navegar la incertidumbre del mercado.
A continuación, Tanya Lai, expuso que para su equipo una cartera resiliente es aquella que es capaz no solo de superar al índice de referencia, sino de alcanzar un ratio Sharpe neto de costes mejor que del índice de referencia. Esta definición tiene implícito el concepto de ser eficientes en términos de riesgo y de costes a la hora de generar alfa para los inversores. En las carteras, esto se traduce en dos componentes principales: el primero, una exposición de bajo coste y amplía que se implementa a través de estrategias indexadas y factoriales, y después un segundo componente que es dónde realmente gastan el capital y el riesgo, que engloba las ideas de alta convicción en gestores o mandatos gestionados externamente. Estas carteras suelen tener de media unas 25 posiciones y su riesgo activo sigue siendo significativo, con un 3,5% a un 4%. Cuando se combinan estas dos piezas de forma conjunta, se busca tener un riesgo significativo y activo, pero también se persigue evitar pagar comisiones de gestión activa por unas carteras parecidas al índice de referencia. La resiliencia, desde su punto de vista, es ser eficiente en términos de riesgo y coste, con el objetivo de superar al índice de referencia en mente.
Por su parte, Victoria Harling, presentó cómo es la resiliencia en las carteras de deuda corporativa emergente. En términos fundamentales, existe la percepción de que la deuda corporativa emergente es más arriesgada que la deuda corporativa en los mercados desarrollados. Sin embargo, en el transcurso de 2020, la deuda corporativa emergente como clase de activo se ha comportado bastante bien, en parte por su mayor sesgo hacia los sectores manufacturero e industrial frente al sector servicios, que han mantenido una mayor demanda en algunos de sus productos.
Además, las empresas emergentes son bastante buenas a la hora de gestionar la incertidumbre. Estas empresas están acostumbradas a operar en unos mercados con un contexto macroeconómico potencialmente menos estable y han aprendido a adaptarse. Durante este año, se ha podido observar cómo las empresas emergentes han sido capaces de cambiar sus líneas de producción y aún así mantener unos flujos de ingresos estables.
Por otra parte, las empresas de mercados emergentes suelen tener un menor nivel de apalancamiento, contando con un mayor margen para liberar parte de la presión en contextos de incertidumbre. Esto ofrece una fortaleza en los fundamentales, pero no elimina la volatilidad de la clase de activo, algo que para Harling define la “belleza” de la deuda emergente corporativa: aunque en este año las tasas de impago de la deuda corporativa han sido sustancialmente menores que en el universo de deuda desarrollada, los inversores siguen recibiendo una prima de riesgo por la incertidumbre y la volatilidad que proporciona una oportunidad para generar rendimientos del capital. A los inversores les conviene estar invertidos en esta clase de activo en renta fija, por su carácter más defensivo, pero que estar expuestos a algo de volatilidad en el corto plazo, les permitirá ser capaces de capturar los beneficios en largo plazo.
De nuevo Clyde Rossouw, indicó cómo han evolucionado las estrategias de renta variable Quality para capturar el auge de regiones de crecimiento como Asia y que no reflejen simplemente el desempeño histórico de las empresas, teniendo exposición a las empresas ganadoras del mañana. En su opinión, cree que es justo decir que la exposición de la cartera se ha globalizado, especialmente si se examina la dirección del equipo de renta variable Quality y dónde ha estado invirtiendo recursos, tiempo y esfuerzo. El conjunto de oportunidades en Asia ha incrementado significativamente. Hace una década era muy difícil encontrar empresas de alta calidad en las que se pudiera invertir de un modo significativo, mientras que, en la actualidad, las oportunidades en el mercado se han incrementado y creen que seguirán creciendo de forma consistente en el tiempo.
Para el gestor, es importante que conforme el mundo ha realizado un giro geográfico, la cartera evolucione y tome conciencia de ello. Dicho esto, también se debe mencionar que el número de empresas de calidad en el mundo occidental sigue siendo alto por lo que se siguen presentando oportunidades. Además, es necesario tener en cuenta la exposición geográfica de los ingresos, por ejemplo, si tiene en cuenta el caso de ASML Holding, empresa productora de semiconductores con sede en Holanda, pero con una gran parte de sus clientes basados en Asia, por lo que cabe preguntarse: ¿es una empresa occidental o es una empresa emergente?
En la cartera de la estrategia Global Franchise de Ninety One, más de un 5% son empresas chinas y el gestor cree probable que esa exposición aumente con el tiempo, siempre tomando consciencia de los riesgos que se atraviesan por el camino. El entorno no estará exento de volatilidad, pero proporcionará oportunidades que los gestores activos deben ser capaces de capturar navegando a través de la incertidumbre.