Janus Henderson, Thornburg, Vontobel, GAM, RWC, AXA IM, Schroders, Columbia Threadneedle y MFS: son las gestoras que están siendo protagonistas de la quinta edición del Investment & Golf Summit 2018, organizado por Funds Society y que se celebra en Miami los días 12 y 13 de abril en el campo de golf Blue Monster, en el Trump National Doral. Mientras en la segunda jornada el golf será el protagonista, a lo largo del primer día las gestoras han acaparado la atención de los en torno a 80 selectores de fondos, asesores financieros, banqueros privados y profesionales involucrados en la toma de decisiones de inversión para el cliente no residente en EE.UU. y que han asistido a las conferencias.
El jueves, las gestoras presentaron sus mejores ideas para un entorno más volátil y en el que las miradas están puestas en la inflación estadounidense y el ritmo de subidas de tipos de la Fed. Un contexto en el que pueden obtenerse rentabilidades con estrategias tanto en renta variable (global, europea, emergente…), como en renta fija (high yield dinámico, bonos convertibles, MBS, deuda emergente…) y multiactivos. En renta variable, las ideas llegaron de la mano de Janus Henderson, Columbia Threadneedle Investments y Thornburg, con estrategias respectivas en bolsa china, smallcaps, y bolsa global.
En acciones emergentes, Charlie Awdry, gestor de Janus Henderson, repasó lo que pueden esperar los inversores en 2018 y dónde cree que se encuentran las mejores oportunidades en la renta variable china. El gestor se mostró crítico con la eliminación del límite presidencial de dos mandatos –que reduce la distinción entre el Partido Comunista y el Estado-, pero resaltó que, en política, no todo es negativo en el país, apuntando al foco del presidente Xi en reducir la desigualdad y los riesgos financieros, y sobre todo, a las reformas (tanto en el ámbito social como económico, que llevarán a una mayor consolidación en algunas industrias pesadas del país). Y sobre todo, explicó que las reformas en las SOEs (las empresas en las que el Estado tiene una participación mayor al 50%) serán positivas para los accionistas: “Las reformas en las SOEs empezarán a provocar mejores decisiones de asignación de capital, incluyendo mayores dividendos”.
El gestor también señaló cómo el país ha pasado de tener el foco en el crecimiento, a ponerlo en las reformas, la lucha contra la corrupción (mejorando la eficiencia en los negocios) y, desde al año pasado, el desapalancamiento, de forma que la deuda será menor que en el pasado. Y también el crecimiento: Awdry habló de ciclos económicos más cortos y un pico actualmente, vaticinando un crecimiento algo más bajo tras el verano, pero sin llegar a un hard landing y que podría remontar a finales de año. Como factor positivo, señaló una mejor relación entre el dólar y el renmimbi más favorable que en el pasado, y habló de tres riesgos adicionales: las guerras comerciales (habrá más fricciones y competencia, que obligarán a mayores negociaciones con EE.UU.), Corea del Norte y Taiwán.
Pero, más allá del contexto económico y político, destacó las oportunidades que ofrecen algunas compañías chinas: “Muchos piensan que las firmas no son buenas, por su carácter estatal o por su baja calidad, pero hay espacios muy interesantes para invertir”, destacó, señalando el segmento de Internet, donde el país es muy innovador. En su fondo, su posición principal es Alibaba, listada en Nueva York, con un altísimo porcentaje de cuota de mercado en el espacio del e-commerce, y la segunda Tencent, listada en Hong Kong (con datos que invitan a la inversión como el hecho de que un tercio de sus usuarios pasan más de 4 horas diarias en la aplicación). El problema de algunos valores que representan la nueva China (de tecnología, salud o consumo) es su precio, de forma que su cartera actualmente se divide a partes iguales entre estos segmentos y los más característicos de la vieja China (energía, materiales, industrias, bancos o utilities), más baratos actualmente. De hecho, el gestor defendió la gran oportunidad en las acciones H de los bancos del país (y también en algunas compañías en manos del estado), que compró en el segundo trimestre del año pasado por la mejora en sus fundamentales, por las atractivas valoraciones y, de forma táctica, por los dividendos anuales del 5%-6% que ofrecen.
Su fondo de renta variable china trata de buscar las mejores oportunidades en tres mercados: el de Hong Kong (donde ve las valoraciones atractivas y que ocupa dos tercios de su cartera), acciones A (que aún ofrecen descuento y suponen algo menos del 20% de la cartera) y acciones chinas listadas en EE.UU. (ahora, con valoraciones menos atractivas y un pico en el mercado, lo que hace sugerir que es momento de vender y razón por la que han reducido sus posiciones). Sobre las acciones A, el gestor señaló el atractivo de la liberalización de los mercados chinos y el potencial que supone que MSCI se disponga a incluir estas acciones en los índices de bolsa emergente próximamente. Como oportunidad, también el hecho de que las posiciones de los inversores están por debajo de los niveles de 2013. “China es una apuesta muy interesante en este momento: es un mercado volátil pero hay oportunidades. Nuestra estrategia es dejar atrás la beta y pensar cada vez más en la selección de valores y en la generación de alfa”, concluía el gestor.
Oportunidades en smallcaps
Siguiendo con las oportunidades en renta variable, la ponencia de Mark Heslop, gestor de small caps en el equipo de renta variable europea de Columbia Threadneedle Investments y de la estrategia Globlal Smaller Companies –lanzada hace cuatro años-, se centró en el potencial de las compañías de pequeña capitalización. La historia muestra que estas firmas pueden proporcionar mayores retornos y un crecimiento más rápido que las empresas de gran capitalización y las razones son varias: en primer lugar, la proporción de negocios en los que los gestores son también los dueños de la empresa es mayor en el segmento de smallcaps, lo que conlleva que, cuando toman decisiones de inversión, lo hacen con un horizonte de más largo plazo. “Muchas large caps se gestionan con la vista puesta en los resultados del siguiente trimestre y no se centran tanto en la creación de valor a medio y largo plazo”. Además, las firmas más pequeñas tienen “la humildad y la flexibilidad” para cambiar de negocio si ven oportunidades, en comparación con las grandes. “Son razones que justifican el crecimiento más rápido de las smallcaps y espero que esta tendencia continúe”, decía el gestor. Como motivos adicionales para su atractivo, un mayor universo de inversión, y con mayores niveles de ineficiencia o una menor cobertura de estos valores son factores que suponen grandes oportunidades para generar alfa dentro de este segmento.
Y también desde un punto de vista cuantitativo –rentabilidad ajustada al riesgo- ofrecen atractivo: “Algunos dicen que las smallcaps son un activo con mucho riesgo pero no es así, y puede ser el mismo que al invertir en large caps. Por un poco más de volatilidad, se puede obtener el doble de retornos”, indicaba el gestor, que señalaba que si a 20 años los retornos de las grandes firmas han sido del 4,1% con un 15,2% de volatilidad, los de las smallcaps han sido del 7,7% con una volatilidad del 17,6%.
La estrategia de la gestora en este segmento es bottom-up y está centrada en la calidad de las compañías, pero también en el crecimiento (siempre que ese crecimiento cree valor para el accionista). Debido a su filosofía de inversión, la cartera cuenta con infraponderaciones y sobreponderaciones estructurales, en función de dónde encuentran firmas con alta calidad y buenas dinámicas de crecimiento: sobreponderan industriales, un buen área para encontrar estas firmas, mientras al otro lado cuesta encontrar nombres con estas características en financieras o utilities, y en general, en segmentos muy regulados. Por regiones, la sobreponderación es para Europa sin Reino Unido.
Más allá de las pequeñas compañías, en bolsa global, Josh Yafa, director de Client Portfolio Management de Thornburg Investment Management, habló de las oportunidades en el activo, en su caso también enfocando la inversión desde una perspectiva totalmente bottom-up, aunque sin perder de vista la situación macroeconómica, el análisis sobre el ciclo económico y las valoraciones. De hecho, el gestor habló de un contexto económico positivo, con los PMIs globales en expansión en el primer trimestre del año, ratios de desempleo por debajo de la media de 1990-2017 y otros indicadores que muestran que nos encontramos en un periodo de expansión económica.
Sobre las valoraciones de la renta variable, destacó que están ligeramente por debajo de las de finales de 2006 (aunque por encima de las de finales de 2008), y resaltó un factor positivo: la ratio de deuda neta/ebitda, tanto a finales de 2008 como de 2006 en el entorno de 4,7 veces, se encuentra ahora en 1,8 veces, un factor positivo. El gestor habló también de un mundo en el que, tras la retirada de los estímulos de los bancos centrados, habrá más diferenciación en los mercados, lo que beneficiará a los gestores activos y destacó también el hecho de que, según los flujos hacia fondos y ETFs, los inversores siguen mostrando preferencia por bonos que por acciones.
En este entorno, Thournburg busca diferenciarse de otras compañías: con sede en Santa Fe (Nuevo México), construye carteras de alta convicción (su cartera de renta variable global cuenta con 30-40 nombres). “En Thornburg adoptamos un enfoque disciplinado en la construcción de carteras, guiados más por convicciones que por convenciones. En lugar de utilizar puntos de referencia como punto de partida, aplicamos una gestión flexible y activa para buscar los mejores resultados para nuestros clientes”, añadía Yafa.
Con un punto de vista centrado en las rentas, la entidad presentó también su estrategia de renta variable global que no solo busca la apreciación del capital sino también invertir en firmas dispuestas a pagar dividendos, así como una tercera estrategia multiactivo, compuesta por renta variable –con unos 50 nombres con una rentabilidad por dividendo del 3%- y renta fija (Investment Income Builder), y que invierte de forma global. “Las empresas que proporcionan una mayor ratio de payout suelen también acabar ofreciendo un mayor crecimiento de beneficios”, destacaba el experto. La estrategia, flexible en cuanto a exposición geográfica y sectores, está posicionada sobre todo en segmentos como financieras y firmas de telecomunicaciones y cuenta con baja exposición en firmas muy reguladas como utilities.
Aún oportunidades en renta fija
En renta fija todavía hay oportunidades, a pesar del entorno complicado por las dinámicas de normalización monetaria. Gestoras como Vontobel, GAM, AXA IM o Shroders, ofrecieron sus ideas centradas en obtener rentas con un enfoque global, en el valor que todavía hay en el high yield en EE.UU., en la deuda emergente o en la oportunidad en los MBS.
Centrado en la obtención de rentas, y con su estrategia de Strategic Income -que tiene como objetivo proporcionar un nivel atractivo de ingresos con el crecimiento del capital como segundo objetivo-, Mark Holman, CEO y gestor de TwentyFour, boutique de Vontobel AM, presentó su estrategia, que combina las mejores fuentes de rentas en el segmento de deuda de todo el mundo en una cartera sin restricciones y sin apalancamiento, gestionada de forma independiente a los índices, con una gestión activa de los riesgos de tipos y de crédito y centrada en el valor relativo y en la liquidez. “2018 será un año duro para la renta fija: hay un 85% del mercado que no me gusta pero aún hay un 15% que sí”, comentó.
Si tuviera que comprar un bono hoy, sería en crédito (no en el espacio de la deuda pública) y, dado que el ciclo y las valoraciones están maduras, tendría que ser de alta calidad y bien analizado, para evitar los riesgos de default. Además, tendría una baja duración para evitar el riesgo de tipos de interés, pero no demasiado bajo, para poder obtener ganancias del “roll down”. Y sería en la divisa del país de origen, debido a que actualmente dicho riesgo es demasiado alto. Un bono así sobreviviría a condiciones de mercado complicadas, resumía el experto. Porque este año es un año para la cautela, y su fondo está mejor posicionado para afrontarlo (cuenta con una menor duración que el índice, de 2,72 frente a casi 7, y un yield mucho mayor, del 5,24% frente al 2,11%).
Dentro de ese 15% del mercado donde el gestor ve valor, por geografías señala que hay más oportunidades fuera de EE.UU. –“una economía cerca del fin de ciclo”- que dentro, y tiene fuertes posiciones en Europa (29%) y sobre todo en Reino Unido (más de un 30%), donde aprovecha la prima en las yields a raíz del Brexit. Norteamérica ocupa un 21% de la cartera y el restante 18% está sobre todo en bonos públicos australianos, “seguros porque el país no está en una dinámica de subida de tipos”. Por rating, está dispuesto a tomar riesgo de crédito pero evitando el segmento CCC, donde se concentran muchos defaults, y el B, mientras se posiciona en las áreas BBB y BB, más seguras y con buenas rentabilidades. Por sectores, apuesta sobre todo en bancos… y es que el gestor ve principalmente oportunidades en tres segmentos: CLOs europeos, deuda bancaria subordinada y deuda corporativa emergente en divisa fuerte (esta última beneficiada de la recuperación global coordinada que empezó el año pasado). “El sector bancario nunca ha estado tan sano como ahora, cuenta con más capital que nunca antes”, señala al experto.
A evitar en 2018, señala el riesgo de tipos de interés, los sectores donde el BCE centró su programa de compras, la deuda pública europea (sobre todo los Bunds alemanes), los Gilts británicos, el crédito con grado de inversión de largas duraciones y el segmento CCC mientras está dispuesto a tomar riesgo en crédito, a aprovechar las ganancias del «roll down» (favoreciendo valores en la parte de la curva de 3 a 4 años), historias con potencial de subida de rating y la prima del Brexit. En general, su consigna es que es un año para afrontar riesgo de crédito (el fin de ciclo está lejos, y 2017 mostró un escenario de recuperación financiera global), pero cuidando las valoraciones (los mercados están caros, aunque la situación está justificada por los fuertes fundamentales, la recuperación económica y el soporte técnico). Por eso su estrategia es reducir gradualmente este riesgo según avance el ciclo y centrarse en buscar valor relativo por geografías, sectores y compañías.
Estrategia en MBS y ABS
La idea de GAM para sacar rentabilidad a este entorno se centra en títulos respaldados por hipotecas y activos (MBS y ABS). Tom Mansley, Investment Director de GAM Investments y especialista en el análisis y la gestión de estos títulos, defendió cómo estos vehículos pueden ofrecer una propuesta de renta fija diferenciada para los inversores. Una estrategia que surge de la necesidad de dar respuesta a dos problemas recientes: uno es la correlación, pues si bien en los últimos años los mercados han estado muy correlacionados de forma positiva, la situación podría cambiar: “Buscamos algo que proporcione diversificación en las carteras de renta fija”. Y el segundo es la falta de rentas e ingresos líquidos al invertir en el activo. Como respuesta a estas preocupaciones, la entidad ha construido una cartera que invierte en bonos respaldados por hipotecas en EE.UU., un mercado que ha venido creciendo en emisiones en los últimos años, aunque con diferentes dinámicas en función de si se trata de MBS de agencias –con la mayoría de emisiones y considerados de menor riesgo-, de CMBS o RMBS emitidos por otras entidades.
Con la estrategia, que precisamente ha ido incrementando las posiciones en estos últimos valores que no tienen garantía gubernamental gracias a sus atractivas valoraciones, la idea es ofrecer retornos en la parte media de un dígito, con muy baja volatilidad: “No es un mercado demasiado excitante, pero en un contexto en el que muchos activos financieros están caros, podemos ofrecer esos retornos con muy baja volatilidad –por debajo de la del índice y también del high yield- y correlación”, y siempre con la idea de ganar dinero (en 2013 en el contexto de Taper Tantrum, con el mercado de bonos a la baja, su estrategia subió). A esa baja volatilidad ayuda el hecho de que los inversores no son minoristas, sino institucionales: según el experto, los fondos de pensiones y aseguradoras se sienten muy cómodos con el activo, porque el crédito es “muy sólido”.
Y es sólido porque el mercado inmobiliario en EE.UU. atraviesa un momento dulce: la ratio de viviendas vacías se sitúa ya en niveles históricamente normales, en el entorno del 1,5%; la oferta de venta de viviendas existentes se sitúa por debajo de los niveles medios (de forma que en tres meses se venderían todas); el número de viviendas bajo construcción también está por debajo de niveles normales (en torno a 500.000); la ratio de posesión de una vivienda es menor a la de los niveles previos a la crisis y se sitúa en torno a la media de las últimas décadas del 64%… estos factores, junto a la mayor capacidad de pagar una vivienda, sirven de base para una apreciación en el precio de la misma. “El índice que compara los ingresos medios con el pago medio de una hipoteca, y que mide cómo de fácil es pagarla teniendo en cuenta esos ingresos, muestra que las generaciones actuales pueden comprar una casa más barata que sus padres” –midiendo la relación entre el precio y sus ingresos-, tanto porque el precio está más bajo como por el crecimiento de sus ingresos, características totalmente opuestas a las de hace unos años.
High yield con dinamismo
Aunque algunos prefieren alternativas en renta fija, algunos otros siguen apostando por los segmentos más clásicos, como AXA IM, que puso en valor las oportunidades de invertir en deuda high yield desde una perspectiva dinámica. Robert Schumacher, Chief US Strategist y Client Portfolio Manager de Fixed Income en AXA Investment Managers, explicó por qué aún es un buen momento para apostar por el high yield, desmontando tópicos que hacen a algunos inversores estar fuera del activo. “Si el argumento para no invertir en high yield en EE.UU. es que el ciclo está llegando a su final, se pueden perder una gran oportunidad de obtener rentas”, decía. En primer lugar, porque nadie puede saber cuándo va a durar un ciclo –y no está claro que éste vaya a acabar pronto-, y también porque, aunque fuera cierto, la labor de los gestores es, al igual que en otros activos como la renta variable, buscar ineficiencias en esos entornos. “El argumento para no invertir no puede ser ése”, decía. En su opinión, además, “los ciclos no mueren de viejos sino por errores políticos”.
Según la entidad, el momento sigue siendo bueno para el activo, y puede ser una atractiva alternativa para aquellos reacios a invertir en renta variable pero que busquen retornos correlacionados con las acciones con una volatilidad más baja.
La estrategia de high yield estadounidense de la gestora cuenta con posiciones concentradas en nombres de gran convicción, con la selección de crédito como principal fuente de alfa, una volatilidad en línea con el mercado (pero mayores retornos) y con la posibilidad de utilizar apalancamiento derivado del uso de CDS (hasta el 150%) –con el objetivo de mejorar los retornos en mercados neutrales y alcistas-. Sin embargo, matizan desde la entidad, no es una estrategia distressed ni de mercado neutral o con exposiciones negativas. El año pasado, batió al mercado gracias a la selección de valores en deuda y también a las posiciones en CDS –que no son los principales catalizadores de los retornos, pero también son una fuente para lograrlos-; en 2016 también lo hizo, a pesar de estar infraponderado en energía y con limitada exposición a emisores de materias primas muy baratos cuyos precios rebotaron con fuerza. Desde su lanzamiento ha logrado limitar las caídas en mercados difíciles y ofrecer alfa en periodos de retornos positivos.
También en renta fija, la apuesta de Schroders se centra en deuda emergente. John Mensack, Senior Investment Director de mercados emergentes en la gestora, se mostró muy constructivo con el activo: “La deuda emergente es una clase de activo principal y en la que los inversores están infrainvertidos”, y que ya representa el 18% del mercado de bonos negociados. Además, considerando el crecimiento de las emisiones de deuda pública en divisa local y de bonos corporativos en divisa fuerte, los índices tradicionales se quedan obsoletos, de forma que la inversión en el activo “merece una aproximación más sofisticada; es momento de ser más sofisticados”. Además, en siete de los últimos 10 años, la diferencia entre las rentabilidades de los segmentos de deuda más y menos rentables ha sido mayor al 7%: de ahí la importancia de buscar a un profesional que invierta únicamente donde está el valor y se aleje de áreas que están caras.
Y ésa es precisamente la perspectiva de Schroders, que combina en su estrategia deuda soberana en divisa fuerte, deuda soberana en divisa local y crédito en divisa fuerte, un sector este último en el que ve grandes oportunidades mientras está menos expuesta, por ejemplo, al segundo: “La deuda en divisa local suele ofrecer 100 puntos básicos más de rentabilidad que aquella en divisa fuerte, pero ahora solo hay 30 de diferencia -6,1% frente a un 5,8%-, por lo que no tiene sentido sobreponderar la divisa ahora. Hay buenas historias como Suráfrica o Indonesia, pero cuando vemos estos casos de valor relativo tendemos a infraponderar las áreas que vemos más caras, como ocurre ahora con las divisas locales”. De hecho, menos de un tercio de su cartera está expuesto a deuda soberana en divisa local (un 27%), mientras el resto es deuda en hard currency -la deuda corporativa pesa un 28% y la pública en divisa fuerte, un 40%-. En cualquier caso, la idea es tener en torno a un tercio de la cartera en divisa local, que funciona mejor que las estrategias 50/50.
Lo contrario ocurre con la deuda corporativa en moneda fuerte, donde ve oportunidades, con más del doble de rentabilidades por el mismo nivel de riesgo en duración que el crédito estadounidense, y centrándose en “grandes campeones nacionales” que pueden conseguir subidas de rating y que principalmente están en el segmento investment grade. En general, las posiciones del fondo de Schroders son bajas en riesgo de tipos de interés, sobrepondera riesgo de crédito –porque los países lo están haciendo bien y el crédito mejorando- e infrapondera el riesgo de divisas debido a los bajos diferenciales (y altas valoraciones de la deuda en divisa local).
Todo, en una estrategia que ofrece mayor diversificación (gracias a una menor volatilidad y un mayor set de oportunidades), una mejor oportunidad para obtener income de forma global con buena calidad crediticia y baja correlación con los bonos del Tesoro estadounidense, lo que reduce el riesgo de tipos de interés (en concreto, un 24% de correlación, de forma que las subidas de tipos de la Fed no condicionarán la cartera). Sobre el dólar, el experto defendió que, en el actual nivel o más bajo –algo que podría ocurrir, en su opinión por el deterioro de algunos datos en EE.UU. que hará que los inversores busquen oportunidades en otros mercados, como los emergentes-, sería positivo para su estrategia. “En el periodo de Taper Tantrum el dólar subió mucho pero esa realidad ya ha quedado atrás y creemos en una moderada debilidad del mismo”, apostillaba Mensack.
La oportunidad en convertibles
A medio camino entre la renta fija y la variable, los convertibles también son una buena idea en este entorno, según RWC. Davide Basile, responsable del equipo de estrategias de bonos convertibles y gestor de RWC Partners, explicó los beneficios del activo, capaz de capturar una gran parte de las subidas en renta variable (con entre la mitad y un tercio de su volatilidad) y ofrecer a la vez protección bajista. “Hoy se combinan un mundo extraño con el crecimiento global y los convertibles ofrecen lo mejor de los dos mundos: una apreciación cuando hay subidas en los mercados con la seguridad de un bono”, comentaron desde la gestora, con un enfoque centrado en entender tanto la parte de crédito como de equity del activo, “entender cada nombre, los diferentes componentes, cómo se mueven…»
“El activo cuenta con un aliado adicional en este entorno: el aumento de la volatilidad. Así, desde finales de 2016 y durante 2017, y debido a la baja volatilidad, los convertibles han participado menos en la subida de la renta variable, pero eso podría cambiar. “Cuando la volatilidad es más alta, también participan más en los retornos de la renta variable gracias a la exposición a la opcionalidad, así que en estos escenarios tienden a hacerlo mejor, frente a las acciones”, explicaban los expertos. Y además un entorno más volátil favorece también las emisiones de convertibles.
Por sus características, los expertos recomiendan este activo, más que como sustitutivo de las acciones, como alternativa a un mercado de deuda con los spreads ya muy ajustados -y con menos potencial de estrechamiento- y riesgo de subida de tipos. En este segmento, serían un “buen lugar de diversificación, pues tienden a tener duraciones más bajas” y proteger así de esas subidas. “Hace unos años los convertibles ofrecían menores retornos que la deuda corporativa, algo explicable por el coste de la opción, pero ahora el nivel de income que ofrecen es comparable, así que, si estás cómodo con las características de los convertibles, podrían servir como sustitutivos de la renta fija, para obtener un nivel de rentas similar”. Incluso en una cartera multiactivo, su introducción no suele suponer sorpresas en términos de volatilidad, y aporta beneficios de diversificación.
Multiactivos: la diversificación necesaria
Y los expertos coinciden en que el entorno hace necesaria una diversificación de las carteras, algo que consiguen sin duda las estrategias multiactivo. En el evento, MFS fue la gestora que presentó una estrategia de este tipo para lograr diversificación y un mejor rendimiento ajustado al riesgo, en un entorno de menores tipos y en el que, para lograr los mismos resultados que hace 20 años, es necesaria una mayor diversificación y tomar más riesgo. La estrategia de la gestora cuenta con una asignación histórica de aproximadamente un 60% en acciones y un 40% en renta fija, lo que facilita el trabajo de los gestores, según explicó Gary C. Hampton, CFA, especialista de producto de MFS Investment Management. “La combinación de acciones y bonos en una cartera de multiactivos ofrece a los inversores diversificación y la oportunidad de lograr un mejor rendimiento ajustado al riesgo”, explicó.
Así, la parte de renta variable se centra en invertir en compañías globales y grandes negocios, seleccionados desde una perspectiva de valor (han de ser negocios globales, sostenibles durante años, que generen flujos de caja, con fuertes balances y que estén bien gestionados por buenos equipos, contando también con atractivas valoraciones). Así, su perspectiva de buscar firmas de alta calidad con atractivas valoraciones se diferencia claramente de los llamados gestores “deep value”, que buscan firmas muy infravaloradas, pero que podrían pertenecer a industrias en situaciones difíciles o tener problemas que justifiquen esos bajos precios.
En renta fija, el fondo emplea un enfoque top-down en el proceso de selección de países y divisas, invirtiendo generalmente en deuda con grado de inversión. “La correlación entre el high yield y las acciones en mercados bajistas es muy alta por lo que pensamos que la mezcla de renta variable con deuda investment grade es una mejor mezcla para momentos de corrección”, explicaba Hampton, recordando que en 2008, cuando el mercado cayó un 40%, el fondo solo bajó un 15%. Esta perspectiva tiende a provocar sobreponderaciones, en la parte de renta variable, en sectores como consumo básico, e infraponderación en tecnología mientras en renta fija se sobrepondera crédito corporativo y se infrapondera por ejemplo deuda pública estadounidense.
La gestora también presentó su fondo MFS Meridian Funds-Prudent Capital Fund, con una exposición a renta variable global de entre el 50% y el 90%, a crédito global de entre el 10% y el 30% y de hasta el 40% en liquidez, una cartera concentrada en la que la clave es preservar el capital.