Muy pocos son los activos que se han comportado bien en las carteras conservadoras, moderadas y agresivas de los inversores españoles durante la crisis sanitaria del COVID-19. Según muestra el último barómetro de Natixis IM, que recoge los cuatro primeros meses de 2020, ningún activo sirvió para preservar capital. De ahí que en la entidad defiendan que las estrategias ilíquidas podrían tener sentido de cara a los próximos meses.
“El enfoque a largo plazo y la diversificación vuelven a ser clave en época de volatilidad. Si analizamos desde 1998 hasta ahora, una cartera no diversificada tiene una volatilidad anualizada de 19,62% frente al 8,66% de una cartera diversificada. Además de tardar menos días en recuperarse, 628 días frente a 249 para la cartera con mayor diversificación por tipo de activos”, valora Juan José González de Paz, consultor senior de Natixis IM Solutions.
Una volatilidad que ha hecho que la casi ningún activo sirva para preservar el capital de las carteras. “Como cobertura en las carteras ha funcionado la renta fija global, la renta fija estadounidense, el cash y el oro. Respecto a este último, el oro cayó junto con las bolsas durante los días de mayor pánico, por lo que ha tenido casi más un papel de activo diversificador que de refugio. Pese a que tiene poca presencia en las carteras españolas, sigue siendo un activo para paliar las caídas”, añade González de Paz.
En este sentido, el barómetro muestra que tan solo aportaron rendimientos positivos el oro (4,3%) y las categorías de renta fija Fixed Income Aggregate US hedged (2,5%) y Fixed Income Aggregate Global hedged (0,8%). Todos los perfiles, conservador, moderado y agresivo retrocedieron a los niveles de 2016, apunta en sus conclusiones. Y, en términos de descorrelación, prácticamente el único activo que ha ofrecido algo de correlación negativa ha sido el libor dólar a 1 mes frente a las distintas clases de renta fija euro, EE.UU., deuda pública europea; high yield o bonos ligados a la inflación.
Tras la caída hasta mínimos el 17 de marzo, las carteras emprendieron una recuperación que se eleva al 19% desde mínimos hasta el 30 de abril para las carteras agresivas; un 14,1% para las moderadas y un 8,7% para los perfiles más conservadores. “Frente a estas caídas, la diversificación ha sido muy importante porque no solo ofrecen una protección mayor en tiempos de caída, sino que también tienden a recuperarse antes”, insiste González de Paz.
Otra de las conclusiones del barómetro que ha destacado González de Paz es que acertar con el timing de mercado también es muy arriesgado. “En este momento, uno de los problemas de hacer market timing es que se puede acabar actuando como consecuencia del pánico, que es un mal aliado de las inversiones. Si te dejas llevar por ello, tardas más en recuperarse”, matiza.
El análisis del barómetro revela que una eventual inversión en el S&P 500 realizada en 1987 habría proporcionado hasta la fecha un retorno anualizado del 10,3%, mientras que una en el Stoxx 600 habría rentado anualmente, un 7,9%; es decir que, en el largo plazo, la renta variable ofrece retornos significativos. “Intentar hacer market timing es arriesgado. Se ha vuelto a demostrar en la crisis del COVID-19, como en otras crisis financieras anteriores que intentar acertar con el timing puede suponer incrementar las caídas y perder oportunidades de inversión”, confirma el experto.
Carteras moderadas: retroceso medio del 10,5%
Las carteras modelo moderadas españolas registraron un retroceso medio del 10,5% entre el 19 de febrero y el 30 de abril. La caída se ha suavizado, a medida que los mercados empezaron a recuperarse a partir de mediados de marzo. Desde la gestora indican que son especialmente llamativas las pérdidas medias que las distintas categorías de renta variable infligieron a las carteras moderadas. Las commodities, el único activo junto a la liquidez que había aportado una rentabilidad negativa en los tres años anteriores (-4%), también lideró los descensos en este periodo negativo. La renta variable europea, emergente, estadounidense y global, todas ellas contribuyentes destacadas de los avances de las carteras en los tres últimos años, registraron caídas superiores al 10%. Pero con diferencias notables, que van del más del 20% de descenso en renta variable europea, al 14,9% de Norteamérica, la menos golpeada entre las categorías de bolsa.
Llama la atención el “descalabro” de los estilos de inversión value (con un descenso del 26,7% en el MSCI Europe Value) y small caps europeas (más de 23% en el MSCI) y la renta variable continental de estilo value, con pérdidas superiores al 30%. En contraste, los estilos quality, momentum y growth ofrecieron un mejor desempeño relativo, con bajadas de entre el 14% y el 14,6%, ante una expectativa de mejores resultados y mayor resistencia ante la esperada recesión.
Alternativos: ¿mejor ilíquidos?
Del mismo modo, las estrategias de retorno absoluto tampoco resultaron efectivas en medio de la tormenta. Todas las estrategias cayeron de manera generalizada, ni lograron preservar capital, ni demostraron capacidad de descorrelacionarse respecto a los activos tradicionales. Las estrategias de Global Macro, Event Driven y Long Short Equity cayeron todas entre un 7% y un 12,5%, mientras que las estrategias que neutralizan la exposición a renta variable (Equity Market Neutral) sufrieron un descalabro menor, bajando un 3,6%.
Por eso, desde un punto de vista de tendencias, Almudena Mendaza, directora de Natixis IM para Iberia, resalta las oportunidades que surgen en campos como las inversiones temáticas y otras estrategias, como la gestión de los vaivenes del mercado mediante estrategias de volatilidad y la entrada en las carteras de inversiones alternativas privadas. “Los activos íliquidos tienen sentido en las carteras, porque aportan menos volatilidad. En este sentido, hemos detectado más interés por parte de los inversores institucionales en seguir avanzando en esta idea”, destaca.
En todo caso, los resultados del barómetro reflejan la importancia de construir carteras duraderas, lo suficientemente sólidas para resistir la volatilidad extrema del mercado y al mismo tiempo estar bien posicionadas para la recuperación. “En un entorno de volatilidad como éste y en el que hay una gran demanda de información por parte de los inversores, desde Natixis IM consideramos que el análisis de carteras es más relevante que nunca, ya que cada cartera tiene una composición propia y un mismo activo tiene un encaje diferente dentro de cada cartera”, concluye Mendaza.
El Stoxx 600 cae más y se recupera más tarde que el S&P 500
Por otra parte, se vuelve a poner de manifiesto que el Stoxx 600 cae más y tarda más en recuperarse que el S&P 500, como ya sucedió en la Gran Crisis financiera y en el estallido de la burbuja tecnológica. Así, en el periodo sometido a análisis, el Stoxx 600 sufrió una caída del 35,4% entre el 19 de febrero y el 17 de marzo, mientras que la recuperación fue del 22,1% del 17 de marzo al 30 de abril, más de 8 puntos porcentuales por debajo del selectivo americano, que registró una recuperación del 30,3%, tras haber cedido un 33,8% durante el periodo de colapso de los mercados.
Una de las razones puede haber sido el apoyo “sin precedentes” de la Reserva Federal, superando ampliamente las tres rondas previas de expansión cuantitativa, en las que el banco central estadounidense lleva embarcado desde hace más de 10 años. “Luchar contra la Fed es una estrategia muy peligrosa” desde un punto de vista de inversión, enfatiza el informe de Natixis IM Solutions.
En la renta fija, este apoyo en una escala inédita por parte de los bancos centrales hizo que el corto plazo ofreció una mayor protección relativa, incluido el high yield, al registrar pérdidas significativamente menos abultadas que los plazos más largos.