El gobierno argentino acaba de presentar lo que parece ser su última propuesta a los acreedores de su deuda pública, abriendo un nuevo capítulo de la negociación que, esta vez, tiene fecha límite el 4 de agosto. ¿Por qué parece tan difícil el proceso? ¿quién tiene más que ganar o perder con un default? y, ¿qué perspectivas tiene Argentina en un contexto económico tan adverso?: Sebastián Vargas, director Latam Credit Strategy de Barclays Investment Bank, conversó sobre todo esto con Funds Society.
“Es muy valorable que pese al impacto del COVID-19 los bonistas y Argentina continuaron negociando. El coronavirus aumenta la incertidumbre sobre el estado de los fundamentales futuros, pero esa incertidumbre es simétrica para los deudores y los acreedores, los pone a todos en la misma página. En general, pienso que la pandemia ayuda a acercar las partes para cerrar un acuerdo. Fíjese que incluso en contratos entre privados se producen cambios de términos contractuales –de deudas, arreglos laborales, o alquiler– en forma voluntaria que no sucederían en un mundo sin COVID-19”, señala Sebastián Vargas.
Para el experto, ambas partes tienen interés en que se llegue a un acuerdo: “Pienso que a los bonistas no les conviene esperar a que las cosas se deterioren más para negociar, ni tampoco les sirve tener bonos en default en sus carteras si las cosas repentinamente se recuperan. Por otro lado, Argentina necesita ir solucionando temas para preparar la salida económica del COVID-19. Y si las cosas empeoran repentinamente, los contratos de deuda se pueden renegociar. Eso Argentina lo conoce muy bien”.
¿Por qué parece tan complejo y largo este proceso de negociación?: Vargas piensa que el gobierno argentino tardó mucho en poner una oferta en la mesa, y advierte que en caso de defautl Argentina tiene mucho más que perder que los acreedores: “Imagínese que un plan de crecimiento no puede tener como su puntada inicial el default. En especial porque es el problema más sencillo de resolver de todos los problemas. Piense que el sector privado doméstico pensará que si no pudieron resolver “el tema de la deuda”, menos aún podrán resolver la lista de problemas más complicados que preocupan al sector real. Es el canal de las expectativas, algo poderosísimo al comienzo de una nueva gestión. Por el lado de los bonistas, los costos son limitados porque los bonos ya se encuentran a valores de mercado bajos en carteras diversificadas. El verdadero golpe en los retornos de las carteras fue en 2019. Y además, usted ya lo vio con el arreglo de la deuda en 2016, siempre habrá algún gobierno futuro que se disponga a acordar con los bonistas en algún punto del tiempo”.
El gobierno argentino ha puesto como límite de la negociación algunos parámetros del FMI, como la sostenibilidad del pago de la deuda: ¿qué perspectivas económicas tiene Argentina realmente?
“No tenga dudas que la performance económica de Argentina puede superar la asumida por el FMI y el gobierno en sus estimaciones. En la medida que se reordene la economía, la recuperación post COVID-19 puede ser muy fuerte y se podría experimentar un periodo de crecimiento prolongado. Pero eso no sucede porque el sector privado no confía ni en el Estado ni en el plan del FMI, y hace lo que puede para proteger su capital. Eso es porque desde hace muchos años el Estado no han demostrado que entienden o sabe implementar un plan que los ayude”, señala el director de estrategia de deuda latinoamericana de Barclays Investment Bank.
“Con lo poco que he visto hasta aquí en materia económica, pienso que el gobierno actual tiene un buen diagnóstico sobre lo que no funcionaba en la gestión económica anterior, pero aún no ha mostrado una nueva fórmula que funcione. Pienso que la llave del crecimiento a corto plazo está en permitirle al sector privado pasar de “modo crisis” a “modo expansión”. Pero para ello el gobierno debe dar confianza al sector privado. El coronavirus aumentó los desafíos económicos y mostró algunas dificultades en la gestión que deben atenderse antes que se debilite la confianza un escalón más. El largo plazo es un capítulo en sí mismo, pero creo que proponerse como política de Estado bajar la inflación es un buen principio”, añade Vargas.
La negociación a la que asistimos, ¿tiene un componente político? ¿hay un sesgo de los acreedores hacia el actual gobierno argentino que no se habría dado con otra administración?: “No me parece una buena hipótesis. El dinero no tiene signo político. Tengo numerosos ejemplos de ello en diversas latitudes. En el terreno local, comenzando por la lluvia de inversiones que no le llegó al anterior gobierno”, afirma Sebastián Vargas.