Los bajos tipos de interés son un problema. Un artículo publicado en The Wall Street Journal estos días señalaba que ya hay más de 8 billones de dólares de deuda soberana cotizando en tasas negativas. Los tipos de interés han dejado de ser bienvenidos, y las autoridades deben tener en cuenta las consecuencias no deseadas, advierten Kathleen Gaffney, co-responsable de las estrategias diversificadas de renta fija en Eaton Vance, y su compañero en la firma Henry Peabody, portfolio manager.
Ambos creen que la Reserva Federal ya es consciente de este problema, aunque no tienen claro si el resto de bancos centrales lo son tanto y que hubo un tiempo para poner en marcha medidas de emergencia. “Aunque la economía global todavía no tiene un horizonte despejado y un ajuste al alza de los tipos de interés sería doloroso para algunos sectores, de forma marginal esto tendría probablemente efectos positivos ahora mismo. Sin embargo, requeriría que los bancos centrales admitan que la política monetaria tiene límites”, explican en el blog de Eaton Vance.
Gaffney y Peabody recuerdan en su texto que cuando los bancos centrales empezaron su recorte de los tipos hacia cero, esto era una medida bien intencionada. Las razones más obvias eran entonces que unos tipos de interés más bajos estimulan la inversión y aumentan la oferta de dinero haciendo que las presiones inflacionistas y los costes de capital se reduzcan. Pero ambos opinan que ahora algo ha cambiado. No está claro lo que ha sido, pero los incentivos y los riesgos han cambiado y esto ha traído consigo consecuencias no deseadas que superan ya a los beneficios de tener tipos de interés en el 0%.
El coste de capital es artificialmente bajo y distorsiona los mercados de capitales. Las corporaciones, al menos parcialmente a instancias de la naturaleza cortoplacista de muchos accionistas, comenzaron a recibir con los brazos abiertos las bajas rentabilidades ajustadas a riesgo mediante la recompra de sus propias acciones. Así que sí, el largo período de esta política monetaria de emergencia ha beneficiado a algunos.
Sin embargo, dicen ambos gestores, esto está siendo a expensas de los ahorradores. Los ahorradores se han visto obligados a salir de la renta fija y entrar en la renta variable para poder recuperarse de las pérdidas. Ahora, la volatilidad en las bolsas va a tener un enorme impacto en la psicología y, tal vez, en el gasto. El impacto en los ahorradores ha sido tan grave que muchos destacan el irónico y triste cremimiento de las ‘deudas’ asociadas con bajas rentabilidades. Conseguir sus objetivos es mucho más difícil.
“Creemos que la Fed (y otros bancos centrales) harían bien en aumentar los tipos de interés y generar un coste del capital más alto, así como mejorar los ingresos para los ahorradores. Unos tipos más altos probablemente alivien la presión sobre los consumidores, permitiéndoles volver a gastar. Esto, junto con un mayor gasto en infraestructuras que sean necesarias y la expansión fiscal podría aumentar la demanda de crédito. La subida de los tipos de interés estarían respadadas por los fundamentos y serían una afirmación de crecimiento. Es probable que además, trejera un nuevo enfoque a los proyectos a largo plazo y a los gastos de capital”, explican.
Esta forma de pensar, junto con el valor relativo, está detrás del posicionamiento de Eaton Vance en las materias primas vinculadas a crédito, así como a las divisas que se beneficiarán de una combinación de políticas de apoyo, entrada de capital privado, y lejos del riesgo de tipos de interés.
“El ajuste que conlleva tener tipos de interés más altos posiblemente será doloroso para algunos, sobre todo para los que esperan que siga habiendo un mundo de baja volatilidad. El capital fluirá hacia los sectores del mercado que ofrecen protección contra unos tipos de interés más altos, y el crédito con la mejora de los fundamentales”, concluyen.