La tecnología ha evolucionado desde las herramientas básicas para ayudar a empresas y consumidores a desempeñar tareas específicas hasta convertirse en un componente esencial de casi todos los aspectos de la vida cotidiana. Esto ha permitido a las compañías estar más conectadas con sus clientes finales.
Hoy en día, la distinción entre empresas tecnológicas y no tecnológicas es cada vez es más difusa. Según apuntan Ritu Vohora, directora de inversión de renta variable en M&G Investments, y Jasmeet Chadha, analista, renta variable de M&G, en la gestora de activos no creen que haya una definición simple y clara de lo que constituye una compañía tecnológica, sino que más bien se trata de una filosofía.
En la opinión de M&G Investments, una empresa tecnológica es aquella que opera en base a la idea de «primer principio». En esencia, es un enfoque consistente en descomponer un problema complejo en sus principios básicos, poniendo en duda las suposiciones actuales, usando datos para fundamentar las decisiones, creando ideas nuevas y utilizando la tecnología para proporcionar soluciones partiendo de cero. Es algo parecido a cómo funciona la mente de un ingeniero.
Muchas compañías tecnológicas utilizan esta estrategia para crear productos que resuelven los problemas de sus clientes. Para hacerlo con efectividad suele ser necesario «adueñarse del cliente» mediante una distribución verticalmente integrada (aquella en la que la compañía controla varios niveles de la distribución). Un ejemplo es el modo en que Amazon ha aprovechado sus capacidades logísticas e internet para propiciar una entrega rápida a los clientes y crear su plataforma de computación en la nube.
Además, apropiarse de la cadena de suministro también puede aportar un mayor control, tal como refleja la aparición de las llamadas empresas «full-stack» (capaces de controlar toda la cadena de valor hasta la entrega al consumidor) y de conglomerados verticalmente integrados como Apple (que controlan tanto el producto final como muchos de sus componentes).
Cuando una compañía tecnológica resuelve un problema, puede pasar rápidamente al siguiente con un público cautivo, motivo por el que muchas de estas empresas operan en sectores de actividad dispares. Internet y la digitalización han hecho que sea mucho más fácil llegar al consumidor, lo cual ha acelerado el ritmo de la disrupción.
A los inversores puede resultarles difícil valorar bien las empresas de tecnología cuando estas crecen con rapidez, operan en diversas industrias y quizá aún no hayan obtenido ingresos, y mucho menos generado beneficio. En M&G Investments se tienen en cuenta ciertos aspectos importantes a este respecto:
Creación de valor: Un primer paso puede ser el considerar la «economía unitaria», que implica evaluar la rentabilidad de vender una unidad de un producto o servicio. Si una empresa es incapaz de generar beneficio a este nivel, cabe poner en duda lo rentable que puede ser en el futuro al ampliar su negocio.
Opciones gratuitas: ¿Y qué hay de aquellos productos que aún no han generado beneficios o que todavía se están desarrollando? Consideramos que tales proyectos con potencial son un añadido al negocio principal de una compañía del que podrían beneficiarse los inversores. Alphabet, por ejemplo, se valoraría como una empresa publicitaria, con posibles ventajas adicionales para los inversores derivadas de sus otros servicios, como la compañía de vehículos autónomos Waymo y la compra electrónica por voz (posibilitada por el Asistente de Google). En esencia, si el valor de estos servicios nacientes no se tiene en cuenta en la valoración de la compañía, representan opciones gratuitas si resultan tener éxito.
La liquidez manda: Los flujos de caja, como cimiento del análisis fundamental, son de extrema importancia. En última instancia, el valor de una empresa es el valor actual de sus flujos de caja proyectados. No hay otro modelo alternativo viable para valorar una empresa.
Inversión activa: En M&G Investments creen que la inversión en el sector tecnológico pone de relieve la importancia de un análisis activo y exhaustivo para entender de verdad cómo una compañía crea valor, captura valor y genera liquidez, y para pronosticar la sostenibilidad de dichos flujos de caja. La oportunidad de reunirse con su equipo directivo y profundizar para comprender plenamente su modelo de negocio puede ayudar a determinar qué descuenta la cotización actual de su acción y si una compañía presenta una valoración atractiva a la luz de su potencial de crecimiento futuro.
En cambio, las inversiones pasivas que deben reproducir un índice determinado, como por ejemplo el S&P 500 (que reúne las acciones de las compañías estadounidenses de mayor capitalización), pueden terminar como «compradores forzados» de acciones, incluso si estas cotizan a un precio excesivo.
Información importante:
El valor de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.
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