Hablar de mercados financieros ahora pasa inexorablemente por analizar las consecuencias que tendrá el próximo mandato presidencial de Donald Trump en Estados Unidos. Nicolo Carpaneda, director de inversión del equipo de renta fija de M&G Investments, lo sabe muy bien y reconoce que, aunque todavía no han movido sus carteras ante la falta de información sobre sus futuras políticas, su victoria electoral está provocando un cambio en sus perspectivas. “Antes de las elecciones el mercado pensaba que era altamente improbable que Trump gobernara y vaticinaba una potencial recesión global, con problemas en los mercados si eso ocurría. Pero los inversores cambiaron rápidamente su visión, y nosotros también, porque nos dimos cuenta de que no había suficiente información sobre sus ideas”, explica en una entrevista con Funds Society.
Sin embargo, sobre lo poco que se sabe puede aventurarse una mejoría económica en EE.UU., con importantes consecuencias sobre la inflación y las políticas monetarias que habrá que empezar a considerar. “Sabemos que Trump implementará una política fiscal expansionista en el país, que invertirá en infraestructuras y que bajará los impuestos a las empresas, dando un empuje a la economía doméstica y propiciando cambios monetarios”. Así, si el empleo aumenta y la economía doméstica crece con más fuerza, la inflación acabará llegando, algo positivo para el dólar y algo que podría cambiar la actuación de la Fed. “No solo subirá tipos en diciembre (el mercado ya le da una probabilidad del 80%) sino que podría adoptar una actitud más agresiva en 2017”, añade.
Estas políticas, positivas a corto plazo para la renta variable estadounidense y, dentro de la renta fija, para activos como el high yield, sin embargo llevarían a aumentar el déficit fiscal del país, y su deuda sobre el PIB, algo que podría perjudicar a la larga a los bonos del Tesoro (y tener efectos colaterales en otros bonos de gobiernos alrededor del mundo). Con todo, el experto explica sus dudas sobre la viabilidad de un plan de gobierno que requiere de financiación exterior, en un momento en el que países como China y Japón ya son grandes tenedores de deuda pública estadounidense (en proporciones cercanas al 20%) y considerando además que los planes de Trump tratan de proteger la economía doméstica y van en contra de países como México o China. “Las políticas de Trump podrían desincentivar la entrada de capitales en EE.UU.”, explica.
Con este análisis sobre la mesa, en M&G Investments no han movido aún sus posiciones por varios motivos: el primero, ya cuentan con duraciones cortas en sus carteras de renta fija; sus estrategias ya muestran preferencia por los diferenciales de crédito, de forma que ya tienen incorporado un mayor componente de riesgo; y además, y aunque son positivos a corto plazo con la evolución de la deuda pública estadounidense –si actúa como refugio en un escenario de incertidumbre- y aunque en este punto no tienen una total convicción, consideran que el activo podría hacerlo mal a largo plazo.
“Además del tema Trump, hay otros temas clave sobre la mesa, como un mundo que crece más (algo positivo para las empresas y para el consumo, sumado a la ayuda de las políticas fiscales, que beneficiarán a las empresas); la continuidad de las subidas de tipos por parte de la Fed (que llevará al BCE a modificar su política acomodaticia para finales de 2017 o 2018, con el Banco de Japón ya en proceso, al pasar del QE al control de la curva de tipos), que pondrá fin a 35 años alcistas para la deuda pública y la duración (aunque los tipos no llegarán a situarse en el nivel pre-crisis); y la importancia del riesgo político –ante el que el experto recomienda no reaccionar a corto plazo y buscar oportunidades sin prisa-. Con estos factores sobre la mesa, las oportunidades cambian: “Somos positivos con emergentes a largo plazo, así como con crédito y negativos con la duración”. En definitiva, hay que tomar más riesgo en las carteras.
Positivos en crédito
En cuanto al crédito, la evolución a corto plazo dependerá de si hay episodios de nerviosismo y venta pero a largo plazo -teniendo en cuenta que los tipos subirán para reflejar mejores perspectivas de crecimiento y podrían aflorar oportunidades más atractivas- en un entorno positivo los diferenciales se comprimirán, lo que beneficiará al activo. “Si nos gusta la deuda corporativa”, explica, frente al riesgo de tipos, que opta por cubrir: “Habrá mucho movimiento en los próximos meses. No nos gusta la deuda pública pero sí el crédito. No vemos oportunidades en Reino Unido, donde podría haber una recesión y Europa paga poco”, dice. De hecho, en el Viejo Continente no gusta la deuda pública (por las bajas rentabilidades y el riesgo de pérdidas si repunta la inflación) y, aunque el crédito es más atractivo, solo lo es por razones técnicas (por la presión compradora del BCE, que podría incluso aumentar su QE en la era Trump).“Así que la alternativa es Estados Unidos. Y si hay episodios de venta a corto plazo, compraremos”, explica.
La segunda alternativa está en los mercados emergentes, aunque más de cara ya a 2017. Así, el experto reconoce que habrá consecuencias tras la victoria de Trump a corto plazo, debido a la incertidumbre, pero también se muestra dispuesto a entrar si ve caídas en los próximos meses. “Suponen el 50% de la economía global y no todos los países dependen de EE.UU: Centroamérica sí, pero Europa del Este no y muchos países de Asia dependen más de China”, dice. Por eso, si en 2017 su precio es atractivo, aumentará la inversión.
Viraje de Latinoamérica a Asia y Europa del Este
Antes de la victoria de Trump, la visión era muy positiva en emergentes, debido a varias ideas: los bancos centrales seguirían con políticas acomodaticias en el mundo desarrollado (con el BCE beneficiando a Europa del Este); China no presenta problemas de crecimiento; la caída de muchas divisas que aún no se han recuperado -con algunas excepciones, como Brasil o Suráfrica- hace a los países más competitivos y propicia una dinámica de crecimiento; además de desarrollos positivos en países como Argentina o Brasil (tras el cambio de Gobierno). Pero ahora, en la era Trump, llega la incertidumbre: Centroamérica, región de gran crecimiento gracias a las remesas, podría sufrir consecuencias; un mundo más incierto podría dificultar la financiación exterior a países como Argentina…
“Latinoamérica, que era nuestra región favorita hasta ahora, se verá impactada por la victoria de Trump, sufrirá”, dice Carpaneda, que asegura que darán más peso a Europa del Este y Asia en sus carteras, aunque sin perder de vista las oportunidades en mercados concretos latinoamericanos con señales positivas, como el colombiano. Habrá que mirar país a país, dice, explicando que potenciales caídas debido a este negativo sentimiento tras la victoria de Trump podrían propiciar atractivas oportunidades de compra dentro de un tiempo.
En opinión del experto, en los próximos 12 meses el riesgo político será el más difícil al que se enfrentan, aunque quita hierro al referéndum de Italia de diciembre y al auge de los partidos antisistema en Europa. La gestión de deuda en M&G se basa en un 80% en la macro y en un 20% en análisis de crédito, de forma que estos sucesos son clave para determinar el devenir de los tipos de interés y tomar decisiones en cuanto a las duraciones en las carteras.
Sacar partido del riesgo duración
De momento, no toman apenas riesgo de tipos pero en la gestora no solo asumen esta idea desde una perspectiva defensiva, sino también ofensiva. Por ejemplo, aprovechando oportunidades en bonos ligados a la inflación: en enero de este año, el equipo de M&G compró este activo, que está vendiendo ahora. De cara a futuro, volverá a apostar dependiendo de su precio y las perspectivas: “El mercado descuenta una inflación del 2% en EE.UU. pero hay que verlo”, dice Carpaneda.
Una segunda idea es abrir algunas posiciones en duración negativa en las estrategias que lo permiten, como hicieron en los últimos meses con el Gilt de Reino Unido, ganando en la medida que su rentabilidad aumentaba (desde el 0,5% hasta el 1,3%, una posición ya cerrada).