Rusia ha invadido Ucrania. En contra incluso de los escenarios más graves esbozados por los expertos durante los últimos meses, el presidente ruso, Vladimir Putin, parece decidido a someter al país entero y a instaurar a un Gobierno títere en el poder. La situación cambia con rapidez. Los militares ucranianos están logrando resistir ante una fuerza invasora rusa muy superior, aunque los analistas militares prevén que las fuerzas militares convencionales ucranianas terminarán por verse doblegadas. Si bien se ha presenciado algunas propuestas de diálogo por parte de los Gobiernos de Zelensky y Putin, no se ha materializado nada concreto.
La suerte que correrá el actual Gobierno ucraniano no está clara. Sin embargo, una cosa es invadir un país, derrotar a sus fuerzas militares convencionales y ocupar edificios gubernamentales y otra bien distinta estabilizarlo. El rápido surgimiento de una insurgencia ucraniana podría desbaratar las esperanzas de Putin de conseguir una victoria rápida y desembocar en un conflicto duradero de menor intensidad.
Occidente (Estados Unidos, Europa y los países aliados) ha reaccionado con rapidez al imponer sanciones adicionales a Rusia, incluidas aquellas que afectan a la deuda soberana de reciente emisión y a los grandes bancos, además de medidas de control sobre las exportaciones. Asimismo, el hecho de que Alemania haya paralizado el gasoducto Nord Stream 2 resulta reseñable. Durante estas semanas, la Unión Europea y Estados Unidos anunciaron nuevas y severas restricciones, entre las que figuran la exclusión de algunos bancos rusos del sistema SWIFT y la imposición de restricciones al Banco Central de Rusia. En teoría, estas últimas impedirán al banco central tener acceso a las reservas de divisas denominadas en moneda fuerte que mantiene en el extranjero. Cabe la posibilidad de que se impongan sanciones adicionales en caso de que el conflicto se prolongue, aumente el número de víctimas civiles o se realicen llamamientos políticos desde Occidente para aplicar más medidas punitivas a Rusia.
Los últimos discursos de Putin han revestido un cariz especialmente agresivo y beligerante, además de haber suscitado preocupaciones acerca de si Rusia tiene planes para otros países de Europa (p.ej., los países bálticos). En estos momentos, no prevemos que vaya a atacar a ninguno de los países de Europa oriental miembros de la OTAN. En cambio, esperamos un importante flujo de refugiados hacia los países miembros de la UE. Además, los riesgos en la región en su conjunto han aumentado con claridad. En respuesta a esos riesgos, la OTAN ha incrementado los efectivos militares en los países de la OTAN que se encuentran en primera línea. Estados Unidos ha enviado fuerzas adicionales a Europa. Desde hace algún tiempo, Putin ha buscado dividir a Europa y minar su determinación y su apoyo a la OTAN. Irónicamente, esta invasión parece haber servido como un acontecimiento con una trascendencia para Europa similar a la del 11‐S en Estados Unidos, al hacer las veces de catalizador de una mayor unidad y propiciar un mayor compromiso con la mejora de las capacidades de defensa del Viejo Continente.
La invasión ha conllevado que el impago de la deuda pública por parte de Ucrania pase a ser una posibilidad real. Mucho dependerá de cómo transcurran los acontecimientos (lo que incluye la duración del conflicto), de la magnitud de la destrucción provocada y de la naturaleza del Gobierno que, en última instancia, asuma el poder. A finales de enero de 2022, el equipo gestor del MFS Emerging Markets Debt contaba con una modesta sobreponderación en deuda ucraniana frente al índice de referencia.
En la actualidad, siguen valorando su exposición en vista de los recientes acontecimientos y ajustarán el posicionamiento de la cartera en consecuencia. La deuda rusa también se ha visto considerablemente afectada. Esto se debe casi exclusivamente a la amenaza de sanciones más severas. Rusia dispone de importantes reservas de divisas, superávits por cuenta corriente y unos reducidos niveles de endeudamiento. Además, cuenta con una elevada capacidad para atender el servicio de su deuda. El riesgo estriba en que Occidente continúe endureciendo sus sanciones y llegue al punto de prohibir a los inversores occidentales mantener deuda rusa. Este supuesto se había considerado poco probable, aunque la magnitud de la invasión rusa de Ucrania (que también se consideraba poco probable) podría desembocar en una respuesta de una contundencia similar. Por eso, el equipo gestor del MFS Emerging Markets Debt vigila con atención las sanciones. A finales de enero de 2022 ya contaban con una infraponderación en Rusia, una posición que mantenían desde hace algún tiempo.
Por último, carecían de exposición a Bielorrusia a finales de dicho periodo. Bielorrusia se ha convertido cada vez más en un Estado vasallo de Rusia. En efecto, el presidente Lukashenko ha pedido ayuda a Putin en el pasado para que le ayude a sofocar los disturbios internos y las protestas contra su régimen. Algunas entidades bielorrusas han sido objeto de sanciones en fechas recientes debido a que Bielorrusia ha permitido que las tropas rusas invadan Ucrania desde su territorio.
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